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Silva Henríquez, a siete años de su partida


Quisiera recordar al Cardenal Raúl Silva Henríquez a siete años de su muerte (falleció el 9 de abril de 1999) como un pastor que «estaba en todas», promoviendo colegios y escuelas para los más pobres; privilegiando siempre la educación, instrumento de crecimiento y desarrollo personal y social. Se esmeró en que se formara buenos profesores, con visión humanista y abiertos al mundo.



El Cardenal Silva Henríquez actuó en múltiples ámbitos. Ayudó a los campesinos empobrecidos con el apoyo de Juan XXIII, y se desprendió de las tierras de la Iglesia para dárselas a quienes lo necesitaban porque, según él mismo decía, «no podía predicarles a Jesús sólo con palabras, sino que con obras».



Luego, cuando Chile perdía en forma cruenta su democracia, el Cardenal sacó la cara para defender a sus compatriotas perseguidos y torturados, exiliados, relegados y reprimidos. Salvó vidas y evitó que muchos fueran maltratados.



Como olvidar su intervención en momentos de tensión con Argentina, pidiendo la mediación del Papa Juan Pablo I y Juan Pablo II, a pesar de que hubo voces en la Iglesia misma que le decían «no moleste a Su Santidad», «no meta en líos al Papa». Sin embargo, él salió al frente y asumió todos los riesgos.

Igual que Juan XXIII, quien lo hizo Cardenal, vio en el Concilio Vaticano II la gran oportunidad para que la Iglesia escuchara de cerca el clamor de su pueblo y compartiera con él -como madre solícita- toda la vida de sus hijos, sus alegrías y sus penas.
Siempre recordaremos las convicciones centrales de su vida pastoral. La primera, que la encarnación de Jesús no tiene sentido si la vivimos de espaldas a la realidad de la gente. La segunda, que nuestra Iglesia será la auténtica Iglesia de Jesús, si en ella está activa la presencia adulta de los laicos, hombres y mujeres, asumiendo nuestra responsabilidad en el mundo político, social y económico. Y, por último, que los privilegiados del Señor son siempre los pobres los marginados y los excluídos.



La conmemoración de su muerte es una oportunidad propicia para recordar las acciones impulsadas por él en el campo de la participación de los laicos y laicas cristianos en la promoción de la justicia, impulsando en todo momento una urgente transformación de las estructuras sociales y económicas opresoras. En su constante búsqueda por el diálogo con todos los hombres, fue un hombre que logró unir la fe con la vida, pensando en que todos podíamos convertirnos en auténticos servidores de nuestro pueblo.
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*Iván Radovic es Director Ejecutivo de la Fundación OCAC (Oficina Coordinadora de Asistencia Campesina), organismo creado por el Cardenal Raúl Silva Henríquez para enfrentar los embates de la Contrareforma Agraria y apoyar a los campesinos sin tierra, marginados y en situación de pobreza.


  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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