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Internas PPD: Jóvenes y exclusión


No hay duda que los actuales procesos internos de los partidos de la Concertación han despertado más interés que en mucho tiempo. Una explicación para ello es el reacomodo de las fuerzas internas tras la instalación del Gobierno de la Presidenta Bachelet, otra es que en cada una de estas elecciones existen razonables cuotas de incertidumbre, cuestión que agrega el atractivo necesario para una mayor convocatoria.



En el Partido por la Democracia (PPD), pese a los ruidos iniciales generados por la cuestión de los padrones, el proceso cuenta con los dos ingredientes anteriores y, al parecer, promete el entusiasmo necesario para una alta participación por parte de los militantes.



En este contexto todos los estamentos del partido, mujeres, profesionales, sindicalistas, las etnias, los jóvenes, se han podido «colgar» del proceso para rearticularse, dando muestras de un dinamismo partidario tan importante como escaso durante los últimos años.



Llama la atención que en este proceso interno, la dinámica al interior de los jóvenes del PPD esté marcada por interrogantes serias, que preocupan de momento que en esas filas está el partido y las ideas del futuro.



Gran parte de la crítica que se ha hecho al PPD, la misma que de alguna manera se replica en nuestros partidos socios de la Concertación, es la política centrado en unos pocos. En los actuales tiempos diríamos que las prácticas políticas de los partidos son poco «inclusivas», alejadas del espíritu de la democracia y el sistema representativo, en donde sólo algunos tienen voz y, entre ellos, unos pocos tienen decisión.



La crítica es válida, pero es un fenómeno compartido por casi todos los partidos chilenos. Posiblemente porque los partidos son aquí el reflejo de una sociedad recelosa de la participación ciudadana y desconfiada frente a las libertades.



Pero si los partidos son reflejo, también son vanguardia. En eso el PPD ha dado muestras de eficiencia, Pepe Auth ha hecho interesantes reflexiones al respecto, de momento que gran parte del discurso reformista en valores y libertades que hoy se encuentra instalado en la sociedad chilena, fue puesta en sus inicios por nuestros líderes. El problema es que la vitalidad del partido en este plano ha ido disminuyendo en el último tiempo.



Uno podría esperar que el principal impulso para revitalizar al PPD en este campo provenga de los jóvenes, sin embargo el panorama no es muy esperanzador.



Los jóvenes del PPD, en el desestructurado escenario interno en que estamos, han hecho esfuerzos por mantener presencia interna y externa. Cuestión que, objetivamente, es no sólo un logro sino que también una misión nacida de la persistencia.



Sin embargo, cabe reflexionar sobre el sentido y la dirección política que requiere este estamento y preguntarse qué tan distante es su organización de la que el PPD en su conjunto posee.



Porque cuando se pone en el centro de nuestras preocupaciones a la prensa, a la obtención de espacios en cargos de Gobierno o al crecimiento selectivo y excluyente, el comportamiento no dista tanto de lo que ocurre en el partido adulto y que tanto se critica.



Bien por la prensa y por las apariciones públicas, eso refleja vitalidad mediática, pero no asegura fortaleza de ideas, ni debate de propuestas de futuro. Tampoco se trata de esconderse de las cámaras, pero la prensa es un medio, no un fin.



Algunos evalúan el éxito político en la consecución de cargos de confianza, parámetro algo incómodo en el PPD de estos días, y valoran que jóvenes del partido participen de esta instancia. La pregunta atingente es ¿implica este hecho influencia política real, o no es más que mérito circunstancial?.



Pero quizás lo más preocupante sea la estrategia de crecimiento selectiva y excluyente. Aquí radica la principal incongruencia entre el discurso y los métodos. Valga como descargo que la mayoría de los estamentos juveniles partidarios sufren de esta tentación.



Para muchos es una verdad que el éxito de una juventud política debe ser medido por la presencia que tenga en las elecciones de las Universidades tradicionales, porque allí está el barómetro de la política chilena. La aseveración tiene validez, hasta mediados del siglo pasado.



Hoy la política está centrada en el sentir ciudadano, ya no en las cuatro paredes de un claustro. El PPD debe emprender el rumbo ya iniciado hacia los ciudadanos, y los jóvenes del partido deben encabezar este proceso.



La renuncia a este deber trae preocupantes resultados. Sino ¿cómo puede explicarse que cada vez haya menos jóvenes de sectores populares en nuestras filas? y los que existen, ¿qué posibilidades de formación y crecimiento tienen? ¿cuántos de aquellos jóvenes pierden el entusiasmo inicial y abandonan el partido? ¿qué compromiso real se tiene con los jóvenes de las comunas más carenciadas?



Estamos en medio de una espantosa realidad en donde un partido que dice preocuparse por los que no tienen oportunidades los excluye. Finalmente nuestra juventud estará, cada vez más, integrada por los que siempre han contado con oportunidades y habremos renunciado a la construcción de un partido tan diverso y real como es la sociedad chilena.



Es cierto que estas observaciones son válidas para todo el PPD, pero es en los jóvenes en donde descansan las mayores oportunidades para revertir este escenario selectivo y excluyente; así es que la mayor responsabilidad está entre los que deben cambiar el Chile injusto en el que vivimos, empecemos por casa, empecemos por el PPD.





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Jorge Parragué López. Cientista Político Universidad Católica. Militante JPPD.


  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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