Publicidad

Origen e inspiración del Día Internacional de la Danza


El mundo entero está preparándose para celebrar el «Día Internacional de la Danza», una conmemoración que repentinamente ha sobrepasado sus expectativas iniciales prolongando su celebración de un día a una semana completa. Pero incluso los que cumplen con la tradición y participan de manera activa en esa festividad a veces se olvidan que la fecha del 29 de abril fue elegida en 1982 por el Comité Internacional de la Danza del Instituto Internacional de Teatro (ITI-Unesco), en honor al nacimiento de Jean Georges Noverre (1727-1810), considerado como coreógrafo revolucionario y padre del Ballet de Acción.



Noverre empezó su carrera dancística en 1742 en el palacio de Fontainebleau, frente a la corte del rey Luis XV, y luego fue invitado a Berlín por el príncipe Enrique de Prusia. Al volver a París, fue contratado por la compañía de la Opera-Comique, fundada a principios del siglo XVIII por Catherine Baron y Gautier de Saint-Edme. Ese teatro, que se dedicaba básicamente a los espectáculos de pantomimas y parodias de óperas, experimentó principios difíciles que lo obligaron a cerrar sus puertas en repetidas oportunidades, lo que obligó a Noverre a irse a Lyon en 1749, donde bailó hasta 1752. Después de dos años en Londres, volvió a la Opera-Comique en 1754 para presentar su primera coreografía, Les FÄ™tes chinoises (Las fiestas chinas).



Su carrera de bailarín se ve interrumpida por una herida, en momentos que ya cuenta con suficiente fama como maestro y coreógrafo. Entre 1758 y 1760 se queda en Lyon, donde produce varios ballets y publica la primera edición de sus Lettres sur la danse. Después de una estadía de siete años en Stuttgart, lo encontramos en Viena, bajo la protección de la futura reina Marie-Antoinette quien lo nombra maestro del Ballet de la Corte. Ahí crea numerosas coreografías, algunas en colaboración con el compositor Christoph Gluck, quien intentaba, igual que Noverre con el ballet, recuperar el propósito original de la ópera, rescatándola de la superficialidad y de la ornamentación inútil que la había afectado por décadas.



En 1775, Marie-Antoinette invita a Noverre a Paris y lo nombra maestro del ballet de la Opera, puesto que ocupa hasta 1785. Después de una segunda estadía en Londres, se retira en Saint-Germain-en-Laye, en los suburbios de Paris, donde muere en 1810 sin alcanzar a terminar su Diccionario de la Danza. Hombre de amplia cultura, contaba entre sus amigos a los compositores Gluck y Mozart (quien compuso al pedido de Noverre su única partitura para ballet, Les Petits Riens, en 1778) el filósofo francés Voltaire y el actor y director de teatro inglés David Garrick.



En todos sus textos, Noverre critica sin piedad a sus contemporáneos y a la Opéra de Paris con su organización jerárquica y monolítica. El ballet debe dejar de ser un arte de «ejecución» para transformarse en arte de «acción» afirmaba enfático. Elimina las máscaras, los vestuarios tradicionales excesivamente pesados, y la técnica ŤgratuitaÅ¥, para buscar una manera racional de representar la naturaleza y la acción dramática. El bailarín, por su parte, no debe limitarse al estudio de su arte, sino adquirir una cultura general en poesía, pintura, música e historia, y también en anatomía y geometría.



Lo recordamos esencialmente por sus Lettres sur la danse (Cartas sobre la Danza), publicadas por primera vez en Lyon en 1760. Una versión ampliada de cuatro volúmenes será publicada en 1803 en San Petersburgo, con el título de Cartas sobre la danza, los ballets y las artes, y otra simultáneamente en París y La Haya en 1807, de menor extensión pero con el pomposo título de Cartas sobre las artes de imitación y la danza en particular, dedicadas a Su Majestad Imperadora de los Franceses y Reina de Italia.



Las Editions du Sandre en París acaban de publicar una nueva versión del texto original de Noverre con presentación de Maurice Béjart.



Además de esas famosas «Cartas sobre la danza», Noverre dejó un volumen de «Observaciones sobre la construcción de una nueva sala para la Opera» (1781), «Dos cartas a Voltaire» (1801), las «Cartas a un artista sobre las fiestas públicas» (1801), y un manuscrito sin fecha titulado «Teoría y práctica de la danza en general, de la composición de los ballets, de la música, del vestuario, y de la escenografía que le corresponde».



_________________________________________________________



Sylvie Moulin. Académica, cronista y coreógrafa.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
Publicidad

Tendencias