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Día del Trabajo: Hacia un nuevo trato


¿Se puede conmemorar el Día del Trabajo en Chile? La pregunta toma debida cuenta de la situación de desprotección que agobia a los trabajadores chilenos, que son considerados, de manera fría e impersonal, un recurso al que se debe administrar, optimizar y exigir el máximo rendimiento, en aras de la competitividad.



Se extraña en el debate presente, que significa la exploración de formas de incorporación de los trabajadores a nuevos paradigmas de gestión, la baja capacidad de las fuerzas que se denominan progresistas, por replantear la dimensión de los espacios productivos para defender la incorporación creativa, proactiva y comprometida de los trabajadores a los proyectos empresariales.



Apunto a la falta de nuevos paradigmas que puedan sustituir los que se esgrimieron en medio de la sociedad industrial de la primera mitad del siglo veinte. Si se reconoce el cambio de los sistemas productivos, la concentración económica que se vive en la economía global, en donde el rol del sindicalismo debe adaptarse a la realidad de procesos productivos desagregados en redes de industrias articuladas por un comando central, se extrañan las propuestas desde el mundo laboral por lograr en esta nueva realidad mundial, el rescate de las capacidades asociativas, cooperativas de empresarios y trabajadores, para postular una sinergia que se traduzca en industrias basadas en un nuevo trato.



Un nuevo trato



El nuevo trato que quiere ser consistente con las necesidades de competir en un medio altamente agresivo, apunta a una mentalidad empresarial que valore la energía del trabajo como el principal capital de una organización, el único factor de la producción que se incrementa en calidad cuando encuentra ambientes propicios, el ser humano que puede desplegar su creatividad, su entusiasmo, su capacidad emocional y técnica, a un proyecto en el cual cree y al cual se siente perteneciente.



El nuevo trato al interior de las empresas requiere que en la gestión se recupere el humanismo y la cooperación, la cultura del esfuerzo y de la superación, climas organizacionales que procuren el respeto, el reconocimiento y la honestidad.



El nuevo trato debe elevar la calidad de la gestión emprendedora en cuanto a liderazgo integrador, capaz de convocar a los trabajadores como los primeros aliados para el éxito.



Si al trabajador se le maltrata se incuba un saboteador, se alimentan futuras deslealtades, La empresas que viven en el conflicto y la prepotencia, van al fracaso.



El nuevo trato que una sociedad debe buscar se convierte en una nueva utopía que desde la Administración y las Ciencias Políticas busca subordinar los criterios meramente financieros a una visión estratégica de mayor calibre, que sea capaz de repensar las empresas con un sentido de humanidad, tratando de lograr que los trabajadores pasen a ser los principales socios del proyecto.



Este planteamiento se sustenta en lecciones de éxito que han alcanzado los establecimientos que, sin seguir tendencias depredadoras, han sido capaces de potenciar la cooperación, la meritocracia, lo que Fayol llamaba un orden moral al interior de las empresas.



Es real que elevar una utopía no puede significar que no se tengan los pies muy en la tierra, y que caminar hacia un nuevo trato no es cuestión de corto plazo. Sin embargo, si se plantea un trato de colaboración, justo, sin la rapacidad de la especulación, con el trabajador valorado como persona, reconocido como el generador de riqueza por excelencia, la sociedad podrá elevar una nueva conciencia de articulación social y política.



En el día del trabajo habrá en el mundo trabajo esclavo, habrá abusos en el ámbito público y en el ámbito de la empresa privada. Habrá jóvenes frustrados sin encontrar su primer empleo, trabajadores temporeros, Trabajadoras que deben descuidar a sus hijos lactantes porque no tienen acceso a salas cunas. El diagnóstico es innecesario. Es de todos conocido y la pasividad intelectual para crear modelos diferentes, indigna, ya que se siguen repitiendo efemérides y los seudo progresistas, cuando deben dirigir empresas, terminan siendo peores patrones que los menos progresistas.



El día del trabajo debiera ser un día de recogimiento y reflexión. Pero, desafortunadamente, pasará como un «fin de semana largo» o un día para nostalgias sindicalistas muy respetables, pero insuficientes.



Un nuevo trato laboral significa plantear los caminos para un cambio que logre remecer el sistema que se ha basado en estrujar a los trabajadores. Pero, ese nuevo trato también debe apuntar a exigir del trabajador el máximo esfuerzo por superarse, por trabajar lealmente en pro de los proyectos a los cuales se incorpora, en una perspectiva de estabilidad, con reales posibilidades de participar en los resultados del esfuerzo de la organización.



Un nuevo trato en el mundo laboral sería la llave fundamental para poner término a la tendencia perniciosa de concentración de la riqueza en la sociedad. Es lo que debiéramos escuchar de los trabajadores y empresarios que tienen conciencia de su rol y de su responsabilidad. Y quiero dejar extendida esta invitación para debatir y actuar en ese sentido.



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Hernán Narbona Véliz</

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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