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La UDI y la política internacional de Chile


La UDI y algunos ex militares pinochetistas han arremetido contra los partidarios de solucionar el problema de la mediterraneidad de Bolivia, acusándolos poco menos que de traidores a la patria por supuestamente «ceder graciosamente territorio soberano chileno», cayendo en el juego que estaría haciendo el gobierno de Evo Morales. Los dirigentes de la Concertación serían «amigos» del Presidente boliviano, y por lo tanto cómplices de esta
verdadera «traición a Chile».



Esto no es una bufonada, sino una inmoralidad, por dos motivos: todos los que quieren ceder territorio chileno que dé acceso al mar a Bolivia, nunca han planteado «cesión a secas», sino «cesión versus cesión», cesión de soberanía territorial chilena compensada por cesión de soberanía territorial boliviana.



Que quede claro: se ha planteado que la franja territorial que se le concede a Bolivia para poner término a su mediterraneidad, sólo sería posible si el país recibe en compensación territorio soberano boliviano, de equivalencia geopolítica, económica, demográfica y social, a la franja que se ubicaría en el límite con Perú, sin romper la continuidad territorial de Chile. En segundo lugar es una inmoralidad, como nos recuerda la historia del régimen militar, pues el gremialismo estuvo comprometido totalmente con una posición similar. El gobierno de Pinochet, que ellos reivindican y del cual formaron parte, impulsó una política de «cesión con intercambio», que ha quedado escrita en letras imborrables en documentos oficiales.



En el portal web de la Corporación de Defensa de la Soberanía (www.soberanía.cl) – a la que nadie podría acusar de izquierdista, concertacionista o proboliviana- se da un acertado
resumen de la propuesta chilena después del abrazo de Charaña Pinochet-Bánzer, jefes de Estado de Chile y Bolivia. Dice:



1. «La negociación se haría en base a la situación actual, sin entrar a reacomodar o revisar antecedentes históricos.



2. El acuerdo se haría con mutua conveniencia y sin innovar sobre lo establecido por el Tratado de 1904.



3. Se discutirá fundamentalmente la cesión de un territorio soberano para Bolivia que la conecte con el mar.



4. La cesión se realizaría al norte de Arica, y dentro del siguiente cuadrante: «Límite Norte: el actual límite de Chile y Perú. Límite Sur: la quebrada de Gallinazos y el borde norte superior de la quebrada del río Lluta (…) hasta un punto en al sur de la Estación de Puquios y luego una línea aproximada recta que pase por la cota 5.370 del Cerro Nasahuento y se prolongue hasta el actual límite internacional de Chile con Bolivia».



5. No habrá cesiones al sur de esta área ni de ninguna especie que altere la continuidad territorial chilena.



6. Habría un canje simultáneo de territorios para materializar la cesión al norte de Arica. Bolivia debería compensar con territorios la entrega del «corredor» al mar.



7. Las instalaciones y recintos chilenos que existen dentro del territorio cedido deberían ser adquiridos a precios de reposición por Bolivia (Aeropuerto de Chacalluta, Ferrocarril Arica-Visviri, etc).



8. Se respetarán «…los derechos privados legalmente adquiridos».



9. Chile gozará de derechos de uso pleno de las aguas del río Lluta.



10. La zona cedida a Bolivia debe ser un territorio desmilitarizado, por lo que La Paz deberá solicitar directamente a la OEA garantías de respeto e inviolabilidad a su soberanía
en la zona.



11. Ambos países se comprometerán a no ceder parte de los territorios canjeados a un tercero.



12. Bolivia deberá dejar testimonio solemne de que, con la cesión, se acabará para siempre el reclamo de costas propias y se dará por solucionado el problema de su
mediterraneidad.



13. Bolivia «deberá comprometerse a respetar las servidumbres en favor del Perú» que se habían garantizado en el Tratado de 1929.



14. Por cumplimiento de este mismo Tratado de 1929, la cesión estará condicionada a un acuerdo previo con el Perú.»



O sea, lo que propone el gobierno militar y la derecha gremialista que lo apoya y constituye la parte principal del equipo negociador, no es cesión, a secas, sino cesión con
compensación territorial cesión versus cesión, resguardando la seguridad y los requerimientos de la Defensa Nacional.



La mayoría de los chilenos quieren avanzar hacia una integración con los países vecinos y con el resto de América Latina. No hay destino alguno en el mundo globalizado para el Cono Sur, que no sean los acuerdos que unan las fuerzas económicas, sociales y políticas para concursar en el planeta. Para que ello ocurra se requiere una negociación con Bolivia como política de Estado, apoyada por la ciudadanía.



Sin solucionar el problema de la mediterraneidad de Bolivia no hay política internacional exitosa para Chile. Hay consenso en los gobiernos latinoamericanos que el conflicto chileno- boliviano impide los avances integradores de Chile con Bolivia y Perú, hace inviable una integración plena con Argentina, Uruguay, Paraguay, Ecuador y Brasil. Sin el ABC, otrora política errónea de nuestra Cancillería (el «eje» Argentina- Brasil- Chile) no hay suma del resto de los países del subcontinente y los del Caribe.



Si la UDI no reconoce sus posiciones históricas, cabe al gobierno de la Presidenta Bachelet, a la Concertación y a la derecha democrática, lúcida y consecuente, aislarla y dejarla como
lo que es. Un representante de los intereses de los grupos económicos nacionales y transnacionales dominantes, incapaz por sus mezquinos intereses de poder de defender con altura de miras los intereses de Chile.



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Antonio Cavalla. Médico y militante socialista. Ex presidente de la FECH.


  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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