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Automedicación, causa y solución


Según la Organización Mundial de la Salud la mitad de la gente no recurre a la medicina natural aunque se sienta mal. Esto explica en gran medida el «pastilleo» al que muchos se someten.



Los últimos estudios revelan que en Chile ha crecido la automedicación. Son cada vez más las personas que acuden a las denominadas «pastillas» para solucionar síntomas de depresión, ansiedad, estrés, déficit atencional, obsesiones compulsivas, obesidad, reumatismo, crisis de pánico y/o trastornos alimenticios. La solución del dopaje es rápida, pero nada de duradera y menos aun efectiva.



Los ansioliticos, el Ravotril, Diazepan, Alplazolam y el Ritalin -solo por citar algunos- están causando furor en Chile, no obstante son enormes los estragos que causan en la salud física y mental de las personas. En Estados Unidos, donde el mercado farmacéutico está altamente regulado, se estima que cada persona gasta en promedio 100 dólares ($50.000) por año en los medicamentos llamados de «venta de mesón».



La automedicación es una conducta frecuente y desde la perspectiva de quienes financian salud, pudiera ser también deseable como una forma de traspasar parte de los costos a los usuarios. La automedicación para combatir el dolor es un hecho frecuente, y es aún más frecuente en los estratos socioeconómicos bajos.



Dentro de los factores que fomentan las automedicación, están nuestras condiciones de país en desarrollo, con una proporción importante de la población con dificultades de acceso al sistema público de salud y además niveles de ingreso insuficiente que les hace muy difícil acceder a cuidados médicos en el sistema privado de atención.



En segundo lugar, nuestro sistema de distribución de medicamentos, en el cual las restricciones a la venta están limitadas a solo algunos fármacos (como antibióticos, psicotrópicos o que puedan causar adicción), permite adquirir libremente casi cualquier medicamento.



La asociación entre el uso crónico de medicamentos y el daño gastrointestinal está claramente establecida. Es así como al menos 2% de los consumidores de estas drogas permitidas pueden sufrir efectos adversos graves, lo que en Estados Unidos determina 70.000 hospitalizaciones por año con 10.000 a 20.000 muertes.



El impacto económico de estas complicaciones se ha estimado en 1,5 a 4 billones de dólares anuales en países más avanzados en materia de salud. En Canadá, por ejemplo, se ha estimado que por cada dólar que se gasta en un medicamento de este tipo, se gastan luego 66 centavos de dólar en el manejo de efectos adversos, es decir una persona gasta un 66% más por causa de los efectos colaterales o contraindicaciones.



En nuestro país no existe un registro que permita medir las consecuencias médicas, sociales y económicas del uso de estos medicamentos, pero a su vez tampoco hay razones para pensar que nuestra población sea particularmente resistente y tenga menos problemas de salud por esta causa.



Un estudio realizado en Argentina indicó que ni los remedios de venta libre son inocuos y que el 38,3% de los argentinos los utiliza mal. En este rubro, el 70% de la autoprescripción corresponde a la aspirina. Con un 13% le sigue el ibuprofeno, que muchas mujeres toman durante 10 a 20 días por mes.



El uso de ansioliticos se ha generalizado. De uso pasó a ser abuso, debido a la alta automedicación que constatamos todos los días en los consultorios. La creencia popular de que los ansioliticos y tranquilizantes son inocuos y perfectamente controlables es errónea. Tomar continuamente estos fármacos pertenecientes a la familia de las benzodiazepinas genera dependencia, adicción, tolerancia (disminución de los efectos), y lleva al paciente a un estado peor que aquel en que se encontraba antes de tomarlos.



En mi experiencia como Terapeuta de Medicina Natural Reiki, he constatado que una persona adicta a los fármacos, se siente portador de una discapacidad cuya principal limitación es la perdida del autocontrol y de la facultad para tomar decisiones a voluntad. De ahí la importancia de iniciar un proceso de sanación natural que permita desactivar la adicción y las dolencias que originaron la búsqueda de soluciones medicamentosas.



Para solucionar estos efectos sugiero comenzar un tratamiento de Medicina Natural Reiki, que produce un alivio desde la primera sesión y lo más importante, va al origen de la causa. El impacto que causa el uso de las drogas y la automedicación están afectando a nivel familiar, comunitario y social. Iniciar entonces un adecuado proceso de rehabilitación y desintoxicación paulatina resulta fundamental.



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*Alejandro Hernández es Presidente de la Fundación Nacional de Discapacitados, Terapeuta de Medicina Natural. fundacion@fnd.cl – www.fnd.cl






  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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