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Pobreza rural y recursos naturales: La paradoja del sur de Chile


La pobreza rural y la falta de oportunidades económicas concentradas en zonas indígenas y campesinas del sur de Chile, sigue siendo uno de los principales problemas sociales del país. De hecho, la comuna San Juan de la Costa, ubicada en la Provincia de Osorno, ha recibido la triste noticia de tener el peor índice de desarrollo humano (IDH) a nivel nacional, para cuya estimación se incluyeron las dimensiones de salud, educación e ingresos. Desde 1994, San Juan de la Costa descendió tres lugares en este índice, de acuerdo al más reciente informe del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) y Mideplan sobre el desarrollo humano en las comunas de Chile.



Curiosamente la misma comuna posee una riqueza natural enorme, pues un 70% de su territorio está cubierto por bosques templados lluviosos únicos en el mundo, además de poseer una costa privilegiada en cuanto a recursos marinos. Tanto es así que parte importante de su superficie ha sido considerada de primera prioridad para la conservación, por organizaciones nacionales como Conama e internacionales como WWF.



Esta paradoja en la que vive la población de San Juan de la Costa, eminentemente rural y con un alto porcentaje de población mapuche-huilliche, es compartida por los habitantes de muchas otras comunas ubicadas en la Cordillera de la Costa de la Región de los Lagos, Cordillera de Nahuelbuta, Chiloé y Cordillera de los Andes de las Regiones de la Araucanía y de los Lagos. Todas ellas comparten variables como un bajo IDH, alta cobertura de bosques y alta ruralidad.



¿Por qué comunas que tienen un bien único e internacionalmente valorado, como es en este caso el bosque templado lluvioso costero, permanecen sumidas en la pobreza, a la vez que este bien -el bosque- se deteriora cada día más?



Por un lado, los bosques no han sido considerados como activos relevantes en las políticas orientadas a la superación de la pobreza en zonas deprimidas económica y socialmente. De hecho, el fomento productivo en áreas rurales sigue estando casi exclusivamente orientado hacia las actividades agropecuarias y más recientemente se han ido incorporando las plantaciones forestales de pino y eucalipto como recursos productivos. El bosque nativo aparentemente no es visualizado como una oportunidad para el desarrollo local, aún en zonas de alta cobertura boscosa y con escaso potencial para el desarrollo de la agricultura y la ganadería.



Cabe destacar que en aquellas comunas donde el bosque nativo ha sido reemplazado por plantaciones forestales, el Índice de Desarrollo Humano (IDH) determinado por el estudio antes mencionado, es igual de bajo que en comunas como San Juan de la Costa, hecho que revela la escasez o ausencia de avances socioeconómicos derivados de las actuales plantaciones forestales.



Por otro lado, se debe tener conciencia de que la conservación, el manejo sustentable de los recursos naturales y su rentabilidad económica, sólo se logra en conjunto con la comunidad, con los dueños de los bosques y con la gente que depende directamente de ellos.



Sólo entre Malleco y Chiloé estimamos que el total de bosque nativo en tenencia de pequeños propietarios y comunidades indígenas, es de alrededor de 776.000 hectáreas (476.000 y 300.000 respectivamente), valor comparable con los 1 MM de hectáreas estimadas anteriormente por CONAF. Dentro de esta superficie hay bosques de alto valor para la conservación, como los bosques de araucaria de los cuales las comunidades indígenas poseen casi 30.000 hectáreas. De ahí que estas comunidades emerjan como actores claves para conservar y manejar sustentablemente el bosque nativo, tareas que, lejos de obstaculizar el crecimiento, tienen el potencial de incrementar el desarrollo socio económico de las comunidades rurales.



Proyectos específicos de innovaciones productivas y de conservación, como el desarrollo de Productos Forestales no Madereros, Silvicultura Sustentable, y Ecoturismo son iniciativas en las cuales los bosques son activos para la superación de la pobreza, pues la acumulación de iniciativas locales permite la creación de pequeñas empresas vinculadas al uso del bosque.



Ello, eso sí, requiere que las nuevas políticas y herramientas públicas a aplicar en comunas como San Juan de la Costa, necesariamente tomen en cuenta las múltiples iniciativas locales existentes en estos territorios, y sean capaces de reconocer y adaptarse a las distintas visiones de desarrollo local presentes en cada comunidad. A su vez, esto exige la participación efectiva de las comunidades indígenas o campesinas en el debate sobre políticas para el bosque nativo.



Cabe destacar, por último, que si bien la intervención e inversión en comunas rurales es importante y cumple múltiples objetivos nacionales, debe hacerse con sumo cuidado, respondiendo a las iniciativas concebidas e impulsadas por sus propios habitantes, y a las características ecológicas de cada lugar.





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David Tecklin, Coordinador de WWF (World Wildlife Fund- Fondo Mundial para la Naturaleza) Chile.




  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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