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Plebiscitos comunales: hacer real una ley muerta


Hemos presentado un proyecto de ley que facilita los plebiscitos municipales, que nunca se han llevado a la práctica desde su incorporación legal el 92. Hoy se pide completar las firmas del 10% de los inscritos en una Comuna y hacerlo ante notario. Simplemente, un imposible, una utopía de participación que se vuelve trivial.



Las grandes democracias no temen a la opinión fundada de los ciudadanos, y a su vez, la movilización de estos, aliados con autoridades reformistas, pueden provocar «innovaciones disruptivas» en temas ambientales, educacionales, de transporte. La democracia se funda en lo local y ya es hora que la participación se exprese no sólo en rabias episódicas, sino que en definiciones esenciales, del tipo: está dispuesto a pagar una tasa por descontaminar, desea eliminar transporte privado en ciertas zonas, propone banda ancha para todos, está de acuerdo con más edificios, prefiere una red de parques urbanos, etc. Estas son preguntas que movilizan en el mundo y en Chile, cansados de rutinización, urge crear voluntad de innovaciones para mejorar los mundos cotidianos de lo local.



La Ley Orgánica Constitucional de Municipalidades considera la institución de los plebiscitos municipales, los que son conceptualizados por el legislador como un instrumento de participación ciudadana, en el proceso de toma de decisiones por parte de las administraciones locales. Sin embargo, estos no se han aplicado, ya que la norma exige un altísimo número de peticionarios del mismo (10% de los inscritos en los registros electorales de la comuna), y que estos formalicen su petición ante un notario público o un oficial del Registro Civil, por lo cual el proyecto rebaja a 5% de los inscritos y elimina la figura del notario, dejando al Ejecutivo la potestad de un reglamento que permita un sistema sin gasto para el ciudadano.





Es ponernos al día de la tradición democrática de los asuntos locales en otros países- desde Suiza, los países anglosajones, España y muchos latinoamericanos-, permite a los ciudadanos proponer iniciativas de ley; oponerse a las resoluciones de sus autoridades, o movilizarse a favor de políticas públicas en sus territorios en apoyo o contestación a sus autoridades políticas.



Por el contrario, en nuestro país, este por sí modesto instrumento de participación ciudadana, se ha convertido con el correr de los años en letra muerta, pues sólo se hacen consultas puntuales y fragmentarias, sin que haya sido posible articular un movimiento que permita a los ciudadanos expresarse en temas relevantes.



De la «retórica participativa» hay que dar pasos a medidas que se alejan tanto de la mera «consulta» como del «asambleísmo estridente». Los plesbiscitos comunales son una manera de alentar a una comunidad a tomarse el espacio político (aquello que es de todos) como una red de posibilidades de nuevos mundos posibles.










  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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