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Cabildo juvenil y participación electoral


El Injuv (Instituto Nacional de la Juventud) organizó en el Palacio Ariztía el Primer Cabildo Juvenil con la presencia de la ministra de Planificación Clarisa Hardy, el presidente de la Cámara, Antonio Leal, las palabras del director de esa institución, Juan Eduardo Faúndez, y numerosos líderes juveniles y parlamentarios que intercambiamos puntos de vista.



Los jóvenes insistieron en cambios igualitarios en educación, en mayores recursos para políticas pro-jóvenes, en mayor protagonismo en las agendas y en acelerar la poca legislación que les concierne, entre ellas, la inscripción automática.



Interpelado, intervine para interpelarles. Los jóvenes no son objetos prioritarios porque sólo son el 5% de los que votan, el 80% de los menores de 30 no se inscribe, no hay movilización pro inscripción y las juventudes políticas no han buscado un acuerdo que sirva para destrabar los miedos parlamentarios, que al menos son tres: a) la derecha que de pro se volvió contra la inscripción juvenil, cuando las encuestas mostraron el desencanto juvenil con Lavín, b) los diputados que temen al voto juvenil y prefieren seguir con su «clientela» envejecida pero «conocida», y c) la legítima resistencia de muchos DC a eliminar el voto obligatorio, ya que ello podría hacer bajar la ya débil participación (los que emiten preferencia son sólo el 50% del potencial electoral, ya que 25% no está inscrito y otro 25% se abstiene, a través del voto nulo o blanco).



Ha sido trabajoso argumentar que la inscripción automática con voto voluntario probablemente se acerque al mismo 50%, pero sin sesgos etarios, y con mayor modernidad para permitir votar a los que se cambian de ciudad en la mayor movilidad laboral del Chile actual. Pero, esto no es de «convencer» (vencer al otro), sino de abrirse a fórmulas que destraben este debate.



Un camino se desprende del propio estudio que con la Fundación Ebert pedimos hace dos años a la Flacso, en boca de Claudio Fuentes, quien explicaba que hay sistemas de voto obligatorio «duro» y «blando». De hecho, en la práctica, en Chile es «blando», ya que las multas no se cobran y se hacen perdonazos a los que no concurrieron a votar (otra más de nuestras «hipocresías»). Nuestra propuesta es dejar como señal social la «obligatoriedad»- en la lógica de responsabilidad para preservar un bien público que es la participación en democracia-, con inscripción automática, y con tres «alternativas» para no votar, eliminando la multa: la existente por lejanía o enfermedad, agregar la objeción de conciencia por carta fundada al Servicio Electoral, y la posibilidad de hacer medio día de trabajo voluntario certificado por un Municipio como excusa legal para no votar.



Es la «fórmula de compromiso» que propusimos a los líderes juveniles, que esperamos poder trabajar en una mesa animaba por el INJUV, y que para su éxito, debe tener la participación mandatada de las diversas bancadas parlamentarias de Gobierno y Oposición. Inscripción automática, sistema electoral proporcional y elección de gobiernos regionales, es la triada democratizadora a destrabar para un sistema inclusivo en Chile.



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Esteban Valenzuela. Diputado PPD por Rancagua.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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