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Editorial: El cambio de gabinete


Confirmando un estilo duro, sorpresivo y distante de afectos y compromisos con su coalición política, la Presidenta resolvió un cambio mayor de gabinete, encabezado por el ministro del Interior, jefe político del mismo. Pese a la dimensión del ajuste, queda la sensación de que podría haber cambiado a la totalidad de sus ministros y el efecto de opinión habría sido muy similar.



Ello porque no se percibe el sentido de orden político gubernamental de La Moneda, ni se evidencia el liderazgo que debe conducir articuladamente al gabinete. El Gobierno se ve ambiguo y descoordinado en su agenda política cotidiana, sin respuestas sectoriales claras en muchos ámbitos. Y recargado de propuestas de cambio estructural hechas por comisiones especiales, que tarde o temprano deberán entrar al debate republicano, como proyectos de ley o políticas gubernamentales. El orden político técnico de esa agenda correspondería lo pusieran la Secretaría General de la Presidencia y el Ministerio del Interior, pero éstos han estado prácticamente ausentes.



El cambio de gabinete no varía sustancialmente esta situación. El ingreso de Belisario Velasco introducirá un mayor profesionalismo en las tareas del orden público y de seguridad ciudadana, pero es presumible que el orden nuclear de la agenda política de gobierno, la necesaria coordinación entre ministerios, la creación de un sistema de vinculación con la Concertación y con la oposición y la capacidad política para construir los consensos legislativos que se requieren, seguirán pendientes.



Lo anterior debiera ser interpretado como una voluntad nítida de la Presidenta de actuar como jefa política directa de su gabinete y, por lo tanto, mantenerse en la primera línea de la gestión política.



Si eso es efectivo, muchos más problemas llegarán directamente, sin intermediarios efectivos, a su despacho presidencial, entre ellos, el tema energético, que con todas sus derivadas, se ha transformado en el principal interés nacional y en un evidente riesgo de seguridad. En las próximas semanas presentará una arista de movilización social dura con el gremio del transporte de carga terrestre.



Este estilo directo y hermético que, por lo que se ha visto en estos ciento veinte días de gobierno, le gusta a la Presidenta, tiene un alto riesgo mediático y político, pues expone directamente su figura en todos los temas, sin apenas mediación de sus ministros o de las autoridades intermedias, las que muchas veces quedan descolocadas o se ven desautorizadas. Llevado a terreno, como le gusta a la mandataria, las emociones sociales extremas derivadas de sucesos tan inesperados como la muerte de los voluntarios de Bomberos en Chiguayante, donde uno de los familiares le pidió que se fuera, pueden erosionar rápidamente su autoridad.

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