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Desempleo y error de diagnóstico del Gobierno


Tal como lo pronosticaban la mayoría de los analistas y lo auguraba la cifra de desempleo del Gran Santiago entregada por la Universidad de Chile de 11,1% para junio, el desempleo nacional aumentó en el trimestre abril- junio en 0,2 puntos porcentuales en 12 meses, alcanzando el 8,9%. De esta manera hay 587,84 mil chilenos desocupados, de los cuales 491,5 mil están cesantes.



Para el Gobierno y algunos analistas estas cifras no serían preocupantes ya que diversos factores exógenos a la marcha de la economía estarían operando en la medición del desempleo. Por un lado esta medición sería la primera que se hace en base a la nueva muestra de la corregida Encuesta Nacional del Empleo del INE lo que produce que las cifras de este año no sean comparables 100% con las del año pasado. El factor de la estacionalidad también afecta de manera especial al empleo en este período del año, es decir hay condiciones en esta parte del año que acentúan el desempleo, como por ejemplo el término de las faenas en el sector agrícola por el fin de temporada. Finalmente, otro factor que afecta la cifra de desempleo y que se viene repitiendo desde ya hace un tiempo tiene relación con el incremento en la fuerza de trabajo, es decir el aumento en las personas que ingresan al mercado laboral. De hecho, en el trimestre abril-junio la fuerza de trabajo aumentó en un 3,8% mientras que los ocupados crecieron en un 3,5%.


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Sin embargo, una lectura más amplia de las cifras económicas nos lleva a conclusiones preocupantes. Si bien se aceptan factores metodológicos y estacionales para explicar en parte el aumento en el desempleo, las tendencias siguen indicando que la economía chilena no es capaz de absorber la mano de obra nacional y se ve un estancamiento en la generación de nuevas plazas de trabajo. De hecho la Encuesta de Empleo de la Universidad de Chile indica un avance de sólo un 2,1% en la creación de empleo en junio, cifra muy por debajo de la registrada en marzo de este año cuando alcanzó al 6,3%.



Lo otro preocupante es la situación del desempleo a nivel regional. Durante el trimestre móvil abril-junio, 6 regiones del país tuvieron tasas de desempleo superiores al promedio nacional. La situación de las regiones VIII, III y IX con tasas de desempleo de 11,1%, 10,5% y 10,2%, refleja que los problemas del empleo en Chile están ligados a temas estructurales más que cíclicos, ya que estas mismas regiones lideran los índices de desempleo desde hace un buen tiempo.



Las señales de desaceleración de la economía chilena son variadas y preocupantes. Según cifras del INE, la producción industrial durante junio fue de sólo 2,3% en variación de 12 meses, muy por debajo de las expectativas del mercado y de la tendencia anualizada, de 4,3%. Este dato implicaría una expansión del IMACEC de junio entre 4% y 5,1%, derivando en un crecimiento para el primer semestre inferior al 5%, lo que hace peligrar seriamente el objetivo del Gobierno de alcanzar la proyección de 5,7% de crecimiento para fines de año. Las bajas cifras de crecimiento esperadas para el primer semestre se confirman con la desaceleración en las ventas del comercio durante la primera mitad del año, ya que según datos de la Cámara Nacional de Comercio, las ventas sólo se expandieron en un 3,4%, dos puntos por debajo de lo experimentado en el mismo período del año pasado, cuando las ventas aumentaron en un 5,4%.



Frente a esta realidad económica el Gobierno sigue cometiendo graves errores de diagnóstico, mezclado con algunas cuotas ideológicas, que lo llevan a aplicar políticas demasiado inocuas para remendar el rumbo del desarrollo. Sólo a partir de aquí se podría entender la obsesión del ministro de hacienda por mantener bajo control el gasto público, haciendo prácticamente inoperante la herramienta de la política fiscal para promover el crecimiento de la economía. El anuncio de limitar la expansión del gasto público durante el 2007 en menos del 10% no calló nada de bien, incluso entre algunos parlamentarios de la Concertación. El propio economista DC Ricardo Ffrench-Davis es partidario de aumentar el crecimiento potencial de la economía, y por lo tanto también el efectivo, a través de un aumento del gasto público entre 10% y 12%, dirigido a ocupar principalmente la capacidad instalada de la Pyme y a fortalecer la capacitación laboral. En sus propias palabras «es clave que la inversión pública arrastre hacia arriba la inversión privada» (Estrategia, 25-07-06).



El error de diagnóstico del Gobierno se puede corroborar en entrevista al Ministro de Hacienda, Andrés Velasco, publicado en Diario Financiero el día lunes 24 de julio, donde defiende el plan «Chile Compite». Recordemos que este plan fue anunciado por el ministro hace una semana atrás, consistiendo en 10 proyectos de ley y 5 medidas administrativas, entre las que destacan la modificación al impuesto de timbres y estampillas y la reanudación del trámite legislativo del proyecto de Mercado de Capitales II. El plan se divide en 4 grandes áreas: emprendimiento, tecnología y competitividad, mercado de capitales e institucionalidad del crecimiento.



En esta entrevista, Velasco explica que el diagnóstico del gobierno está puesto en la importancia de la inversión para que las economías crezcan poniendo un exagerado énfasis en la competitividad y la innovación. Pese a que no entrega cifras acerca del real impacto del plan en el crecimiento de la economía, confirma su fe en su diagnóstico y valora la orientación entregada por el plan del Gobierno. Sin embargo, el error de diagnóstico del ministro llega a ser grosero. Dando un vistazo a las cifras de resultados de empresas del primer semestre, nuevamente y como una constante histórica, sólo 10 empresas explican más del 50% de las utilidades de las sociedades anónimas y sólo un par de empresas el avance global de utilidades (Estrategia, 24-07-06).



El contraste es tan grande en el aparato productivo chileno, que mientras las 10 empresas top han elevado en un 84% sus ganancias durante el primer trimestre del año, las 580 empresas restantes las redujeron en un 6% (Estrategia, 24-07-06). Por otro lado la concentración en algunos sectores es altísima. Ejemplo claro al respecto es lo que ocurre con los supermercados, donde dos empresas, Cencosud y D&S, concentran más del 67% de todas las ventas del sector (Dpto. Estudios BanChile y Estrategia), iniciándose además una dura pugna entre ambas empresas por adquirir nuevas empresas del sector, obligando a la intervención de la Fiscalía Nacional Económica ante la posibilidad de que las nuevas compras aumenten la concentración de ambas empresas a un 73% del mercado.



Estas cifras revelan el verdadero problema de nuestra economía y que no aparecen en el diagnóstico del ministro Velasco, la alta concentración y la tremenda asimetría en nuestra estructura productiva. Esto ya que en Chile se pueden distinguir claramente dos sectores productivos: uno moderno, tecnologizado, con acceso a créditos internacionales, inmerso en la lógica de la globalización y que agrupa a las grandes empresas; y otro endeudado, sin acceso a las tecnologías y a los mercados internacionales y que agrupa al universo de las pequeñas y medianas empresas.



Incorporando este elemento al diagnóstico uno visualiza que claramente el plan Chile Compite, y al revés de lo que piensa el ministro Velasco en el sentido que favorecerá a todos los sectores por igual, finalmente favorecerá en gran medida sólo al sector de las grandes empresas potenciando nuestra desigual estructura productiva y la pésima distribución de los ingresos. Nos referimos a subsidios directos a favor de determinados sectores económicos modernos y de gran tamaño, como el reconocimiento como gasto para fines del impuesto a la renta a los aportes efectuados por empresas para financiar infraestructura vial de beneficio público, el incentivo a la adopción de nuevas tecnologías a través de uniformar en un 15% el impuesto a la importación de software, patentes y asesorías tecnológicas, además del subsidio en 35% a la inversión en Investigación y Desarrollo por empresas.



Si bien el paquete contempla medidas importantes como evitar el pago del impuesto de timbres y estampillas a las reprogramaciones de créditos y su reducción gradual hasta una tasa de 1,2% a las nuevas operaciones, hubiera sido preferible eliminar este impuesto a todas las transacciones de una vez o de manera gradual como lo propone el economista de la Universidad Católica Luis Felipe Lagos (Estrategia 24-07-06), teniendo presente el buen momento fiscal producto del alto precio del cobre.



Las críticas al plan del Gobierno son tan profundas que muchas de ellas provienen del mismo oficialismo, tal como se desprende de las palabras del senador socialista y presidente de la Comisión de Hacienda del Senado, Carlos Ominami, quien dijo que «las medidas de Velasco no están a la altura de una política de desarrollo» (Estrategia, 24-07-06). El senador critica la falta de una mirada integral para visualizar la realidad de los distintos sectores económicos del país, poniendo como ejemplo al sector pesquero, aquejado por problemas relacionados a la escasez de capital natural y la precariedad institucional para proteger al sector artesanal, aspectos que no cuadran en el diagnóstico del ministro Velasco centrado exclusivamente en la inversión, la innovación y la competitividad.



En conclusión, las medidas del gobierno responden a una presión política para mejorar su imagen ante el gran empresariado, pero quedan dudas de que sean una real ayuda a la generación de empleos en el país, ya que no van al fondo de nuestros principales problemas económicos: nuestra estrategia de desarrollo, nuestra dependencia a la exportación recursos naturales y la asimetría en nuestro aparato productivo.





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Cristián Gutiérrez. Economista, Coordinador Círculo de Economistas para el Desarrollo de Chile.


  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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