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Tres millones de cobardes III: Los cargos del Consejo Nacional de TV


«…perdóname, yo no te quiero atacar yo sé que pasas por un momento muy difícil, pero yo creo que para matarte hay que ser muy valiente o muy cobarde y yo creo que tú te estás escondiendo y has sido muy cobarde toda tu vida… creo que es un momento en que hay que hablarle claro y fuerte a Ivonne, yo creo que ella ha sido excesivamente cobarde en su vida y ha encontrado justificación en que los hijos no estaban, en que los hijos que aquí o allá y los castiga con este tema de la muerte, porque si alguien se quiere matar 13 veces, lo logra».



Leo estas palabras en el acta de la sesión del 24 de julio del Consejo Nacional del Televisión. Leo el extracto y revivo esa mañana del 14 de junio. Acababa de terminar el noticiario que transmite Chilevisión y dejé el televisor encendido, a media voz. A media voz hasta que oí lo que está escrito en el primer párrafo de esta columna. Recuerdo que esa mañana subí el volumen del televisor, y me estremecí: un hombre encaramado en su tribuna de animador de televisión, lanzaba ese insulto a una paciente siquiátrica. Seguí atenta a lo que vino. La mujer, con diagnóstico de depresión y trastorno de la personalidad, intentaba autodefenderse del arrebato del animador; la doctora tratante explicaba por qué su paciente había intentado suicidarse trece veces. Pronto, fueron a comerciales.



Soy una consumidora de televisión y creo que ésta es una de las escenas en vivo más violenta que tengo grabadas en mi registro visual. Por eso a los pocos minutos busqué que alguien me explicara qué había pasado. Primero en el canal de propiedad de Sebastián Piñera, luego en la productora Broadeyes de propiedad de Rodrigo Danús, responsable del programa. Puedo verme en la Plaza de Armas de Machali respondiendo una llamada telefónica del editor del espacio Gente como tú. No, no fue así. Ahora recuerdo que la llamada la respondí frente al Monumento al Estudiante, emplazado en la Avenida San Juan.



Caminé hasta la plaza mientras intentaba dialogar con el editor. Recibí algunas lecciones acerca de cómo se hace televisión en vivo (no todo se puede controlar) y otras tantas acerca de mi condición de periodista que me convertía en una persona privilegiada, según mi interlocutor. Recuerdo que esa frase me quedó rebotando en la cabeza. En ese momento no estaba escribiendo para ningún medio (ni siquiera hay un diario vecinal en Machalí donde pueda tener «acceso» a un medio). Lo que el editor llamaba «acceso a los medios» no era más que un llamado telefónico que hice a un diario para describir la situación que había visto por la mañana. Aún conservo cierto criterio periodístico (es como andar en bicicleta: no se olvida) y estimé que el tema era de interés público.



Pero estaba equivocada: a pesar de que el periodismo de espectáculos basa su pauta diaria en el control remoto matinal y nocturno, ningún reportero (ni siquiera al que le planteé el tema) lo consideró en sus titulares del día siguiente. Privilegiada no, ciudadana con opinión, sí, creo haberle dicho.



Haz lo que quieras; si quieres llama al Consejo Nacional de Televisión, me dijo poco antes de que yo pusiera fin a la conversación.



Sin querer, el editor me había pauteado.



Fui obediente. Hice lo que me dijo. Por la noche escribí un correo electrónico al CNTV. Cuarenta y nueve días después me notificaban que tras analizar mi denuncia, habían formulado cargos por la exhibición del programa Gente como tú… «donde se atenta contra al dignidad de las personas».



Toda la fundamentación está en el acta de la sesión del 24 de julio, y cualquier ciudadano la puede leer (www.cntv.cl). Pero anoto un adelanto:



Quinto: Que los conductores no sólo insisten en que la mujer detalle cómo intentó suicidarse, haciéndola recordar una y otra vez su drama, sino que también uno de ellos formula una opinión muy severa frente a una persona en extremo vulnerable que les está pidiendo ayuda. La señora está en tratamiento psiquiátrico y puede estar muy sensible a cualquier estímulo negativo externo;



Sexto: Que abordar problemas psicosociales de esta envergadura requiere ponderación y prudencia de los conductores, y además exige prescindencia de los conductores para no enjuiciar».




Hoy encendí el televisor. Imaginé una escena. Imaginé a los conductores ofreciendo, al fin, excusas a Ivonne, la mujer agredida públicamente en el programa Gente como tú. No hubo excusas para Ivonne, que, a esta fecha, sólo debe ser el difuso nombre de un enlace en vivo transmitido hace casi dos meses.



Los abogados de Chilevisión sí saben quién es Ivonne. Ahora deben estar redactando los descargos ate el CNTV. Me cuesta imaginar el contenido del texto de apelación; sólo visualizo una página en blanco. Una página muda como señal de excusas para Ivonne.


Verónica San Juan. Periodista.


  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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