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Libremercadistas con piel de liberales


El pasado 10 de agosto presencié en la Comisión Nacional de la Cultura de Valparaíso la presentación del libro de Patricio Navia y Eduardo Engel «Que gane el más mejor: Mérito y competencia en el Chile de hoy», evento al cual acudieron unas 40 personas. Las presentaciones las hicieron el doctor en filosofía Bernardo Subercaseaux y el académico y abogado Agustín Squella, luego de lo cual los autores hicieron sus descargos en metódicas y razonadas intervenciones.



Squella, definiéndose como liberal de izquierda, dijo que le parecía un buen libro para graficar la realidad del Chile de hoy y que los autores retratan correctamente los valores liberales. Agregó que es un libro necesario para comprender al país y subrayó la importancia de surgir por mérito propio. Citando pasajes del libro, se refirió a cómo la competencia y el mercado han permitido que la meritocracia le esté ganando terreno al pituto, el nepotismo y el amiguismo, abriendo las puertas a un nuevo Chile donde el mérito es el valor fundamental para avanzar en la sociedad. Concordó con los autores en la necesidad de que el sistema político tenga mayores cuotas de competitividad y democracia pero no tocó mucho el tema que cruza el libro: la competencia leal en el mercado. Allí Squella estuvo de acuerdo con Navia y Engel en que para el mercado funcione correctamente y el mérito individual florezca en condiciones de igualdad se requiere un estado regulador fortalecido.



Subercaseaux, sin embargo, resaltó fuertemente que el individuo no es un mero agente de mercado sino que está inscrito dentro de una sociedad, recalcando que las personas son más que entes que compiten entre sí y que para competir -en el mercado y fuera de él- hay otros valores además de el mérito individual. A la propuesta de los autores de que el mercado liberal es el único camino para transitar hacia el desarrollo, Subercaseaux respondió que el mercado no puede primar por sobre las sociedades, agregando que la sociedad civil y sus instituciones son la fuerza y fortaleza de sociedades participativas, incluyentes e informadas y que, más que el individualismo de Navia y Engel, son las políticas económicas razonables lo que llevará a Chile hacia el desarrollo. Agregó además que el libro tiene un subtexto que es el ejemplo y caso de Estados Unidos, resaltando que sin embargo ese país es algo más que el imperio del mercado, del individualismo o de consumidores/votantes que privilegian sólo la competencia individual. Es este concepto el que, según Subercaseaux, subyace en el libro, agregando que fueron precisamente los valores del liberalismo individualista extremo los que permitieron la llegada de George W. Bush a la presidencia de los Estados Unidos.



Navia y Engel a su vez concordaron con Squella -incluso Navia dijo que no hay liberales de izquierda sino que los liberales son de izquierda- pero refutaron a Subercaseaux, sobre todo sobre la forma de su crítica sobre el subtexto, planteándose ambos anti-Bush. Pero no captaron -o no se hicieron cargo- del fondo del análisis del comentarista.



Es curioso que Navia y Engel se autodenominen liberales de izquierda, dado que mirados desde la óptica norteamericana liberal ambos serían más bien libremercadistas con piel de liberales. La verdadera ideología liberal, tal y como se entiende en Estados Unidos, Canadá o Gran Bretaña, tiene un componente ético, social y de participación ciudadana fundamental, donde la sociedad civil y sus instituciones junto a un gobierno fuerte implementan, además de políticas de mercado (las que son bien reguladas), políticas públicas de bienestar social que incluyen, entre otros aspectos esenciales, educación y salud pública gratuitas, jubilación solidaria financiada por ciudadanía, Estado y empleadores, y participación con plenos derechos de la sociedad civil y sus instituciones.



En este contexto, los autores fueron consultados por este periodista si consideraban una educación pública fuerte (bien) financiada por el Estado como el camino para entregar igualdad de condiciones -Bill Gates, Steve Jobs, Michael Dell y Bill Clinton fueron productos de la educación pública norteamericana- y para que en Chile se pueda finalmente ‘nivelar la cancha’ y construir una sociedad con valores cívicos y democráticos compartidos, donde todo el que esté calificado pueda acceder a la educación técnica y superior. La displicente respuesta de Navia fue que él era producto de la educación subvencionada. Engel respondió generalidades sobre jóvenes en situación de riesgo que había que atender. En otras palabras, ninguno respondió la pregunta. El claro subtexto fue que estaban en desacuerdo con las bases de la pregunta y con el papel de la educación pública como instrumento que permita introducir aquello por lo que -irónicamente- abogan, es decir, la igualdad de condiciones para surgir.



Compré el libro. Lo estoy leyendo, pero ya tengo claro el marco de ideas de Navia y Engel: en las economías de libre mercado prima el individualismo por sobre la cooperación, y dado que así están las cosas, en este sálvese quien pueda más vale aprender temprano a dar codazos. En suma, más libremercadistas que verdaderos liberales.



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* Jorge Garretón es un periodista independiente que trabaja para medios de habla inglesa de Estados Unidos, Canadá y Europa.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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