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Camino al petróleo verde


A partir de la, a estas alturas, crítica situación de dependencia en materia de combustibles que tiene nuestro país, ha comenzado a desarrollarse un diálogo y un debate, político, económico, técnico y científico respecto de la necesidad de incursionar con mayor decisión y convicción en acceso al uso de energías renovables, particularmente sobre cómo aprovechar la potencialidades de la agricultura en esta materia.



Así nos encontramos con que en julio pasado se realizó por primera vez en Chile un seminario internacional sobre agroenergía y biocombustibles, en el marco de uno de los ejes de la política agroalimentaria y forestal del Ministerio de Agricultura. Ahí también está el trabajo conjunto de ENAP y la Empresas Iansa para el estudio y desarrollo de biocombustibles. Y también da cuenta de este impulso la investigación de la Universidad de La Frontera para convertir el aceite de raps en biocombustible.



Muy cerca, Brasil es una potencia, y un buen ejemplo para conocer y seguir en la materia. Ellos han avanzado desde el etanol, obtenido de la caña de azúcar, la remolacha y cereales como el trigo y el maíz, al biodiesel, derivado de aceites vegetales de cultivos como soya, maravilla, raps, palma y maní, para culminar recientemente con el H-Bio, un nuevo tipo de diesel elaborado a partir de una mezcla de petróleo y aceites vegetales, que emite menos gases contaminantes y tiene un más bajo contenido de azufre.



En todo el mundo se avanza a pasos agigantados para estar preparados ante el inevitable fin del petróleo. En Canadá se está buscando producir combustible a partir del heno, con tal éxito que la propia Shell ya participa de ese proyecto. En Corea del Sur están procesando los envases plásticos de yogurt para lograr producir combustible. En Alemania, líder mundial en uso de energías alternativas, se han calculado unas 270 fuentes posibles de generación de combustible. La Unión Europea ha definido como meta para el 2010 que un 6 por ciento de los combustibles vendidos sean de origen vegetal.



Entre 1980 y el 2004 la producción mundial de etanol pasó de poco más de mil a casi 9 mil millones de galones, en tanto que el biodiesel pasó de una producción cero a comienzos de los ’90, para alcanzar a 450 millones de galones el 2003. Según la FAO ha estimado que dentro de los próximos 20 años los biocombustibles representarán el 25 por ciento de las necesidades de combustible a nivel mundial.



Chile tiene, sin duda, una gran posibilidad de desarrollo al incursionar en la generación de combustibles alternativos, que junto con relativizar en parte nuestra dependencia, permitirán una nueva línea de proyección empresarial y de creación de nuevas fuentes de trabajo en el sector agrícola nacional. Existe capacidad científica y técnica de sobra, sólo falta la decisión de invertir de los privados y la voluntad política del Estado para incentivar y apoyar el necesario camino al petróleo verde que, al parecer, por fin, hemos emprendido.





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Alejandro Navarro Brain. Senador de la República.










  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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