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Tres millones de cobardes IV: la sanción del CNTV a Chilevisión


Los argumentos de algunos abogados pueden ser sorprendentes. Lo confirmé hace algunos días cuando me llegó un correo electrónico desde el Consejo Nacional de Televisión. En él me informaban que tras mi denuncia del 15 de junio, y luego de recibir los descargos del equipo jurídico de Chilevisión, el CNTV había decidido sancionar por mayoría de sus miembros al programa que lleva el nombre «Gente como tú» y que realiza la productora Broadeyes.



Veinte Unidades Tributarias Mensuales (unos 640 mil pesos) y un cargo por afectar la dignidad de una paciente siquiátrica, fue el costo de las palabras emitidas esa mañana del 14 de junio por el conductor Leo Caprile, quien trató de cobarde a una mujer con depresión endógena y con trece intentos de suicidio en su historia clínica. El conductor, considerado como «rostro» y «figura» de Chilevisión (nomenclatura utilizada por la prensa de espectáculos y farándula) jamás ofreció excusas públicas ni se retractó de sus palabras que, indirectamente, afectaban a los tres millones de chilenos y chilenas que padecen algún grado de depresión.



Además de celebrar el reconocimiento de los derechos de Ivonne (la mujer denigrada) por parte de un organismo público, quise detenerme en los descargos de los abogados responsables de la defensa. Y leí una pasmosa argumentación.



Veamos un extracto de los descargos resumidos por el CNTV:



VI.- «Que los conductores mantuvieron un diálogo con la paciente donde, en forma respetuosa y responsable, le preguntan y le dan a conocer su opinión respecto a lo sucedido (nota de la autora: se refiere a sus trece intentos de suicidio). La mayoría de los panelistas empatizaron con ella, en especial la periodista Ivette Vergara que, cuando Caprile hace su intervención sobre la «cobardía», lo interrumpe, habla de la depresión endógena que sufre la paciente y le da el pase a la siquiatra».



Sí. Recuerdo la intervención de la periodista, pero también recuerdo que la psiquiatra tuvo escasos segundos para hablar de la condición de su paciente. Los segundos cuestan dinero en televisión y los conductores no recogieron el guante lanzado por la doctora y le dieron el pase a los auspiciadores del programa. Sí. Lo recuerdo muy bien.

VII.- «Que, en ese contexto, se debe analizar la intervención de Caprile como un partícipe de la conversación que expone el punto de vista del espectador común, que estimula la conversación con vehemencia, buscando siempre ir al fondo del tema. Además él tuvo una preocupación adicional por los efectos de los intentos de suicidio ante menores de edad, especialmente una sobrina de 10 años que la encontró después de su último intento de suicidio y presenció los efectos del mismo».



Me asombra la lógica argumental; me asombra que tengan tan claro que tratar de cobarde a una paciente siquiátrica no es otra cosa que exponer «el punto de vista del espectador común». Me pregunto cómo logra saber el conductor (y los abogados) cuál es el punto de vista del «espectador común». Eso en el caso de que hubiera «un espectador común», claro. Todos sabemos que en televisión hay espectadores, uno y otro, cada uno con distintas motivaciones para encender el aparato de televisión, con opiniones variadas e incluso sin opinión. Algunos ni siquiera ponen atención a lo que se emite por la señal; algunos sólo la encienden para tener un sonido zumbando en sus vidas solitarias.



VIII.- «Que el conductor del programa le señala a la entrevistada textualmente ‘perdóname, yo no te quiero atacar, yo sé que pasas por un momento difícil, antes de dar a conocer su punto de vista, situación que es totalmente válida en televisión ya que se enmarca en la libertad de opinión consagrada constitucionalmente en nuestro país. No porque la persona esté enferma o pase por un momento difícil se va a prohibir dar a conocer opiniones o visiones respecto a un tema, siempre que se haga con respeto».



No sé si fue por descuido o olvido de los responsables de los descargos, pero la cita no está completa. Yo también quiero citar textualmente y sin omisiones. El párrafo entero, lanzado como una bofetada a la mujer, fue dicho así: «…perdóname, yo no te quiero atacar yo sé que pasas por un momento muy difícil, pero yo creo que para matarte hay que ser muy valiente o muy cobarde y yo creo que tú te estás escondiendo y has sido muy cobarde toda tu vida… creo que es un momento en que hay que hablarle claro y fuerte a Ivonne, yo creo que ella ha sido excesivamente cobarde en su vida y ha encontrado justificación en que los hijos no estaban, en que los hijos que aquí o allá y los castiga con este tema de la muerte, porque si alguien se quiere matar 13 veces, lo logra».



Y sobre la libertad de opinión aludida, puedo decir que en esto tienen razón los abogados: la libertad de opinión está garantizada constitucionalmente, pero la Constitución no consagra en ninguno de sus artículos la posibilidad de denigrar ni afectar la dignidad de las personas.



IX. «Que, finalmente, su interpelación tiene por objeto remecer su conciencia, ayudarle a recapacitar y darle un impulso para vivir y que, por lo demás, la tesis sobre la cobardía planteada es pertinente, legítima y se ha dado en todas las épocas…».



Al leer este descargo tengo la impresión de estar leyendo un manual de autoayuda. Según este breviario tengo que entender que un conductor de televisión está capacitado para interpelar públicamente a una paciente siquiátrica y que, además, tiene la facultad de remecer su conciencia, todo esto con una terapia de shock para que la paciente reaccione. También me puedo enterar que la tesis del suicidio asociado a la cobardía no sólo es pertinente sino que es necesario difundirla a través de un medio de comunicación. Interesante.



Después de leer el acta en la que el CNTV sanciona al programa «Gente como tú», no sé que me deja más perpleja. Si las palabras destempladas del conductor dichas aquella mañana del 14 de junio o los descargos redactados para defenderlo. Por lo menos es evidente que el razonamiento jurídico, en este caso, no funcionó.



«Los fallos no se comentan, sólo se acatan», dijo el conductor Leo Caprile al diario Las Últimas Noticias. Y me quedé pensando en su declaración escueta y razonada: qué ligereza, pensé, para opinar sobre la vida de seres humanos vulnerables, y qué economía de palabras para referirse a sus errores públicos.



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Verónica San Juan. Periodista.




  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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