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De campañas y salmones


En relación a la columna del señor Rodrigo Infante, gerente general de SalmonChile, «Omisiones en Campaña contra Salmonicultura», publicada por El Mostrador el día viernes 20 de Octubre, es importante precisar que Oceana, si bien forma parte de la campaña del Pure Salmon, entendiendo a ésta como un ámbito diverso donde participan una veintena de ONGs internacionales que luchan en TODOS los países donde se asienta la industria intensiva del salmón, para lograr que ésta funcione con los mayores estándares ambientales y laborales, de tal forma de lograr la REAL sustentabilidad de la actividad salmonídea, no comparte las tácticas y estrategias de otros miembros de la Pure Salmon Campaign, sobretodo aquellas basadas en campañas comunicacionales de mercado, por considerarlas estrategias agotadas y de dudosos resultados, considerando que la industria salmonera asentada en Chile es tremendamente poderosa.



Por lo anterior hoy resultan insuficientes y de poca eficacia las estrategias que buscan regular a través del mercado a una industria de la cual se han comprobado sus impactos negativos sobre el medio ambiente, la salud humana y el abuso que hace de sus trabajadores. Además hay que tener presente que las campañas de mercado para ser realmente eficaces debe contar con una sociedad plena y eficazmente democrática, cosa que no es el caso de Chile. Estas campañas funcionan cuando hay libertad de expresión y los derechos ciudadanos son debidamente resguardados, lo que permite que se puedan difundir ampliamente las falencias de industrias como la del cultivo de salmones y los derechos de los consumidores se pueden proteger a través de los tribunales. Nada de eso ocurre en Chile por lo que cualquier campaña de mercado es inoficiosa por lo que antes de implementar éstas habría que trabajar en pos de una sociedad más democrática.



Por el contrario estimamos hoy más que nunca, dado el rol desempeñado últimamente por la Comisión de Pesca y Acuicultura de la Cámara Baja, que la única forma de mejorar los estándares ambientales y laborales de la industria salmonera en Chile es a través de una legislación moderna, con un Estado activo en su rol fiscalizador y con servicios públicos que cuenten con los recursos humanos y financieros suficientes para hacer posible esta fiscalización.



Ahora bien, frente a los dichos del señor Infante -los que reitera majaderamente a través de distintos medios de comunicación- en cuanto a los hipotéticos beneficios de la industria salmonera para Chile, habría que señalar que éstos no tienen ninguna vinculación con la realidad y no son más que un mero slogan para posicionar su anaranjada marca. El máximo ejemplo está en el escaso aporte a la Décima Región, principal zona salmonera del país, donde la presencia de esta actividad económica ha transformado a esta región en una de las más desiguales del país.



Según la Dirección General de Relaciones Económicas Internacionales, Direcon, las exportaciones de salmones representan más del 80% de los envíos totales de la Región de Los Lagos. Este antecedente complementa lo señalado en el estudio del CEDER de la Universidad de los Lagos «Caracterización Social, Económica y laboral de la Región de Los Lagos», donde vemos que sólo el 16,3% de la población concentra el 50% del total del ingreso regional, el 37,9% acumula el 36,2%, mientras que el 45,8% de los habitantes de la región acumulan sólo el 13%.



A esto hay que agregar que la Región de los Lagos, junto a la Región de la Araucanía, es una de las zonas que presenta los menores niveles de escolaridad promedio y niveles de pobreza muy superiores al promedio nacional, 21,6% versus 18,8%, según la encuesta Casen 2003.



Como lo mencionamos anteriormente, una de las mayores consecuencias acarreadas por el desarrollo de la industria salmonera en la Décima Región, y la forma en como se distribuyen los ingresos al interior de ésta, es la alta regresión presentada en la distribución de los ingresos.



Según la información proporcionada por la tabla anterior, los ingresos monetarios del 20% más rico (quinto quintil) son 12 veces más grandes que los ingresos monetarios del 20% más pobre (primer quintil) de la población de la Décima Región.



Si consideramos ahora los ingresos autónomos (ingresos del trabajo, jubilaciones, pensiones y rentas de la propiedad y capital), encontramos que el 20% más rico de la población de la región recibe casi 15 veces más que los ingresos autónomos del 20% más pobre.

En términos per cápita la desigualdad se acrecienta mucho más. Así tenemos que el ingreso autónomo per cápita del hogar del quintil más rico es 22 veces más alto que el ingreso autónomo per cápita del hogar del quintil más pobre.



La cosa se agrava aún más cuando consideramos las reales posibilidades de satisfacción de las necesidades más básicas de las personas. La verdad es que las actuales condiciones económicas de la región no garantizan ni siquiera la subsistencia de muchas familias. Si se considera una cifra más realista para medir la pobreza, en base a las necesidades básicas, de 131 mil pesos por persona al mes (Claude, 2002), el porcentaje de personas que no logra cubrir adecuadamente sus necesidades en la sociedad moderna y compleja de hoy, ascendería al 80% de la población para la Décima Región.



Estos datos tienen directa relación con la precariedad de ingresos que se vive en los hogares que habitan en las comunas salmoneras de la región. Según información de MIDEPLAN (ver cuadros) tanto el promedio de ingresos autónomos, como totales, están muy por debajo de los promedios de ingresos a niveles nacionales, lo que ratifica la idea de que éstas comunas son unas de las más pobres del país, pese a que sostienen a una de las industrias más dinámicas de la economía de Chile.



En base a la evidencia presentada anteriormente, nos damos cuenta como la industria salmonera o el nuevo agente naranja del desarrollo chileno está matemáticamente imposibilitado de proveer desarrollo y progreso para el país y, menos aún, para las regiones donde se inserta.



Esperamos no tener que volver a reiterarle al señor Infante estas cifras que soslaya y desdeña obsesivamente, ya que no nos gusta ser majaderos con nuestros temas que debemos permanentemente reiterar en la prensa cuando nuestros interlocutores se hacen los sordos. Nuestro tiempo también es escaso.



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Cristián Gutiérrez, Campaña Salmonicultura Fundación Oceana, Oficina para América del Sur y Antártica.




  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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