Publicidad

El viaje de Bachelet a Alemania:entre la competitividad y la solidaridad


Con la perspectiva de haber sido parte de la comitiva oficial que acompañó a la Presidenta Bachelet al fecundo viaje a Alemania, junto a tres parlamentarios, tres ministros y cinco empresarios, comentamos lo que nos parecieron las claves de lo que observamos en 50 horas en Berlín, Leipzig y Sttutgart. Los discursos estuvieron marcados por las referencias a la evidente convergencia política; dos países con lazos profundos de la emigración al sur propiciada hace 150 años, los vínculos académicos, gobernados por mujeres, dos naciones que se reencuentran desde 1990 con la democratización en Chile y la reunificación alemana tras la caída del Muro, dos potencias de Europa y América Latina que buscan mantener una el Estado de Bienestar dándole mayor competitividad y financiamiento a la salud, y nosotros buscando desde la economía de mercado dotarlo de mayor solidaridad y protección social. Además, ambos países son liderados por coaliciones socialdemócrata-democracia cristiana y creen en el multilateralismo y el respeto de la legalidad internacional, como se apreció en el común rechazo a la invasión en Irak y en la apuesta para liderazgos internacionales inclusivos.



La Canciller (Primer Ministro) Merkel se interesó en la reforma de salud chilena y el financiamiento de la prestaciones universales, ya que ellos padecen una seria crisis financiera para continuar respaldando un sistema de protección en una nación en que las mujeres viven en promedio 85 años y los hombres 81 (Chile se acerca a estas cifras, con sus guarismos de 80 y 76 años). La Presidenta Bachelet lo remarcó al recibir el título de Doctor Honoris Causa en la Universidad de Humboldt, donde estudió medicina, parasafreando a un médico alemán que a mediados del Siglo XIX ya advertía que la medicina era «la política de los pobres».



La apuesta por tres valores -crecimiento, estabilidad democrática y cohesión social- fueron los tópicos recurrentes, en relación al consenso de Chile, como lo explicó adecuadamente la Presidenta tanto en la concurrida disertación en la sede central de la Fundación Friedrich Ebert vinculada a la socialdemocracia alemana, al igual como ante los empresarios y 300 líderes influyentes que se reúnen una vez al año en el «Día de Latinoamérica», y esta vez en Sttutgart alabaron y luego escucharon los caminos de nuestros país. La Presidenta defendió el crecimiento sin populismo y con balance estructural para guardar los recursos de los «años de vacas gordas», pero con una renovada apuesta en el emprendimiento y en tecnología, combinados con activas políticas sociales para proteger a todos y avanzar en mayor igualdad. Centro-izquierda «seria», como nos comentaban amigos de la Ebert y otros latinoamericanos que escuchaban a Michelle Bachelet con serena «devoción».



La agenda fue activa en buscar inversiones de calidad desde Alemania, país con el cual desde la firma del Tratado de la Comunidad Europea, hay un activo intercambio comercial que se acerca a los 1.600 millones de dólares, pero que ha sido menos fuerte en inversión teutona en nuestro país. Potente fue la imagen de la inauguración de la planta chilena de Molymet, en Sajonia, el más activo Estado Regional (land) de la ex RDA, donde capitales redimensionan una planta industrial de molibdeno elaborado, el mismo que provee Chuquicamata y El Teniente en un mundo global que cada vez usa más ese subproducto para aleaciones de calidad de aceros no corrosivos en turbinas, barcos y autos. Orgullo por nuestros empresarios que dan valor a productos chilenos para aumentar su demanda elaborándolos al pedido de los innumerables consumidores de Alemania y su economía industrial (Chile provee el 70% del molibdeno mundial).



Pero Chile fue en busca de inversión, formación y tecnología de calidad, animando a los alemanes que mostraron disposición concreta. Nuestro Conycyt firmó un acuerdo con Alemania para cofinanciar a 200 estudiantes de doctorado cada año en la Federación de renanos, bávaros y sajones. Los ministros de Economía, Minería, el Director de CORFO y la directora de ciencias, convocaron a dos docenas de empresas interesadas en el desafío nacional de autonomía energética y mayor inversión en aquellas ambientalmente amables y renovables, como energía eólica, biodiesel, bio masa y energía solar. Preguntaron por incentivos a las mismas y hubo respuestas, así como compromisos de buscar nuevas formas de atraerlas, y así revertir la relativa escasez de inversión alemana al sur del mundo. Los parlamentarios, a su vez, invitamos al Presidente de la Comisión de Turismo de Alemania, a conocer la oferta que es Chile.



Dos países que dejaron atrás las «huellas totalitarias», como afirmó sin tapujos la presidenta Bachelet en Leipzig, donde agradeciendo la solidaridad con su familia en tiempos duro, hubo crítica al autoritarismo. Pero los países son sociedades con lazos, como lo entendieron los ciudadanos comunes que se agolparon a mirarla mientras almorzaba con las autoridades regionales en la misma posada subterránea donde Goethe se inspiró para recrear las historias de luces y sombras de Fausto y su provocador Mefistófeles, quienes son una metáfora perfecta para la Alemania y el Chile de hoy; al gigante europeo no le sirve la ingenuidad de Fausto para mantener su «sistema de protección social», pero tampoco los Mefistófeles neo-liberales que creen en la receta de la baja de impuestos y las desregulaciones como el único camino para la competitividad. En esto los alemanes insisten en que es posible aligerar cargas y cofinanciar prestaciones en un sistema que sigue apostando a empleos de calidad y bien pagados con pacto social con los sindicatos. Y nuestro Chile, que debe arrancar de las tentaciones mefistofeleanas tanto del populismo como de la complacencia, y llevar a la redención al país de un Fausto que quiere alcanzar el desarrollo, pero que ya sabe que debe mejorar su educación, tener previsión decente para su gente, superar la mera producción de materias primas y complejizarse a punta de mayor competitividad tecnológica, solidaridad activa y reformas políticas dinamizadoras, como las que bien reseñó la Presidenta ante la audiencia de la Fundación Ebert: mayores derechos a las mujeres, sistema electoral inclusivo, elección de gobiernos regionales. Y si no hay acuerdo de las élites- agregó ante la pregunta de una joven chilena en Alemania- «está la alternativa de convocar a la gente a que se pronuncie en un plebiscito, que aunque no sea vinculante, será una señal de la ciudadanía».



El Presidente Kolher, la Primer Ministro Merkel, el presidente del Parlamento, los rectores, el Alcalde de Berlín, los líderes de la cumbre germano-latinoamericana, estaban con un inusual «orgullo» con la visita de la Presidente Bachelet. No es para menos, por un país que camina y por la «jovencita» que se refugió con su madre bajo esos cielos húmedos en tiempos de persecución y ahora hizo enmudecer a sus audiencias. Dos países forjados en dolores y pujanzas, y que recomprometieron sus agendas de futuro emprendedoras y solidarias.



_____________________________________________



Esteban Valenzuela Van Treek. Diputado por Rancagua.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
Publicidad

Tendencias