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El imperativo del uso eficiente de la energía


Si la inexactitud sobre el nuevo costo de la electricidad fue error de cálculo o «error comunicacional», según prefirió el gobierno, el asunto ya está definido y tarde o temprano todos los chilenos tendremos que pagar más, incluso los estratos más pobres de la población, beneficiados por 6 meses con un subsidio que sólo posterga el desembolso. Este mayor costo suma otro argumento y sobre todo mayor urgencia al imperativo del uso eficiente e inteligente de la energía.



En sucesivas ocasiones hemos criticado el acoplamiento entre crecimiento económico y demanda eléctrica, y a la fecha esta tendencia incluso se ha vuelto más nociva. Sólo al mes de septiembre la demanda energética subió a 6,3% en el Sistema Interconectado Central (SIC), y sigue en ascenso, aun cuando el crecimiento de la economía nacional no remonta el 5%.



Vivimos en el país latinoamericano donde esta tendencia es más marcada, y si consideramos el hecho de ser los más débiles de la región en materia energética, la tendencia tiende además a minar los esfuerzos por contrarrestar la crisis de suministro que nos afecta. Por eso la necesidad de revertir este círculo vicioso que está lejos de ser «natural» al crecimiento. El parámetro está dado por países desarrollados que han conseguido importantes logros, y por estudios recientes que calculan que nuestro país puede liberar casi 500 MW. Es decir, el equivalente a la generación de la represa Ralco.



En detalle, el potencial por sector es de 25% en alumbrado; entre 9 y 20% en vapor industrial; 10% en refrigeración; 7,5% en electricidad en congelados de pescado; 18% de ahorro de diésel en calentadores de productoras de alimento; entre 25% y 40% en electricidad y climatización en hospitales, etcétera.



Pero ¿qué significa usar de manera eficiente la energía?. Es obvia la diferencia con ahorrar, porque se trata de maximizar el aprovechamiento de este recurso, sin comprometer el nivel de crecimiento económico ni el bienestar y la comodidad de las personas. En el ámbito doméstico, es la diferencia, por ejemplo, entre preferir una ampolleta eficiente y no una convencional, que ilumina menos y a la larga implica pagar más por el consumo eléctrico. Hay muchas recomendaciones al alcance, y van desde considerar el uso de materiales aislantes en la construcción de una casa hasta mejorar las prácticas de manejo de un auto, pasando por una sinfinidad de ejemplos insignificantes en apariencia, pero muy importantes al objetivo que planteamos. Por eso apelamos al lector para que se informe sobre los detalles del Programa País de Eficiencia Energética, sea en la Feria de Eficiencia Energética instalada en la Plaza de la Constitución, o a través ínternet(*).



Ä„Necesitamos un cambio cultural!. El objetivo de obtener entre 10% y 15% de la energía nacional a través de medidas de eficiencia en los próximos 10 años (1% a 1,5% anual) es, sin embargo, conservador y ha sido ampliamente superado por los programas a nivel internacional, que logran eficiencias de 5% a 10% en sus inicios y luego de 3% anual. Aun así, un programa conservador permitiría a Chile generar energía a través de nuevas tecnologías, gestión inteligente y manejo de la demanda, desarrollando así , una cultura energética que hoy no tenemos.



En paralelo, esta eficiencia permitiría mejorar la competitividad económica del país, y disciplinarlo para un escenario global donde la energía será cada vez más cara.



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Sara Larraín. Directora del Programa Chile Sustentable (www.chilesustentable.net).

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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