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Benedicto XVI y el condón


El conocido y admirado sacerdote jesuita José Aldunate, escribió en el mes de mayo del presente año lo siguiente: «Veo otro testimonio en la reciente noticia de que al Papa ha encargado al cardenal de México un estudio sobre la licitud del empleo del condón para prevenir el contagio del sida cuando en la pareja matrimonial uno de los cónyuges sufre de la enfermedad. El solo hecho de que el antes prefecto de la Congregación de la Doctrina de la Fe pida este estudio doctrinal es toda una novedad. Joseph Ratzinger, como Papa, asume una perspectiva pastoral y encarga a un prelado súbdito el estudio de un problema muy concreto, de alcances pastorales.



Respecto de este caso, los medios nos informan que el conocido cardenal jesuita, Carlo María Martini, había adelantado su juicio favorable a la utilización del condón. No debe extrañarnos la iniciativa del cardenal, porque hay situaciones en las que urge una respuesta». El estudio del cardenal tuvo un positivo efecto en el Vaticano. El mismo Papa Benedicto XVI declaró, sin equívoco alguno, que el condón protege contra el SIDA. En cuidado lenguaje dijo que se justificaba el uso del preservativo, que era correcto usarlo en una pareja que tenía el VIH/SIDA, como es obvio, para prevenir el contagio del virus.



¿Tiene ahora la Iglesia chilena motivo para oponerse al uso del condón para proteger a los jóvenes del SIDA? Antes decía que ella estaba en contra porque aceptaba la actividad sexual entre parejas casadas -Ä„no en las otras, que son la mayoría!- sólo para procrear. Pero este era un argumento falaz.. Desde el momento en que la Santa Madre no obliga a las mujeres que culminaron su ciclo reproductivo -que ya no tienen ovulaciones porque sobrepasaron la edad fértil-, que se vuelvan abstinentes, está aceptando los coitos sin el interés de concebir un hijos. Algunos obispos promueven la educación de matrimonios o grupos de matrimonios para conocer en detalle los mejores procedimientos «naturales» para no equivocar el día de la ovulación, con grados diversos de sofisticación (el viejo Ogino, Billing, Sintotérmico) a pesar de saber que tienen un bajo rendimiento y que no protegen de las Enfermedades de Transmisión Sexual. El anatema ético sobre los que amándose tienen relaciones coitales para tener goce y crecer como pareja, no pudo sostenerse por mucho tiempo.



Con su oposición al condón, además, la Iglesia chilena omitía completamente la doctrina del mal menor. Los males mayores, tratándose de la juventud chilena son dos: el embarazo adolescente no deseado y el alto porcentaje de ellos que termina en aborto, y el contagio del VIH que conduce a expandir una epidemia mortal, el SIDA, que por añadidura es de altísimo costo en recursos para el país.



Pero después volvió a proponer la abstinencia. De nuevo otro argumento falaz. Las encuestas científicas sobre sexualidad adolescente son coincidentes en señalar que se ha adelantado la edad de inicio de las relaciones sexuales en este grupo etario, tanto, que el promedio oscila entre los 16. años. Más del 20 por ciento de los jóvenes tienen su primer coito antes de los catorce años. Los que trabajamos con jóvenes, sabemos que la nueva cultura juvenil comprende dentro del contrato del «pololeo», generalmente después de un tiempo variable, las relaciones sexuales. Es sexo por amor, pero de manera tan difundida que sobre el 60 % de los adolescentes mayores de 18 años lo practican con regularidad.



Está claro que la Iglesia se opone a las relaciones sexuales prematrimoniales. Pero está enormemente claro que la juventud no le hace caso, en forma creciente. Y como es generalmente usual que una joven o un joven tengan en su vida dos o tres pololeos (es una monogamia seriada por amor, no tres parejas a la vez), existe la posibilidad de que esta práctica juvenil sea un mecanismo de difusión del VIH . Lo que no cabe duda alguna, es que si no usan método anticonceptivo, por estar en plena madurez sexual, tienen una alta probabilidad de tener un embarazo no deseado, extemporáneo. Y lo usual es que se busque un aborto. Será quirúrgico y aséptico en clínicas bien dotadas, si se tiene el dinero para pagar a quienes lo practican; será con métodos artesanales e infectantes si no se tienen los recursos. En ambos casos, Ä„pero muchísimo más en el segundo!, la adolescente llegará a un Servicio de Urgencia con un cuadro grave de septicemia y con riesgo de quedar estéril o morir.



El discurso inmoral del obispo Chomalí y del arzobispo Moreno, llegó a decir que el condón no protege del SIDA. Leen ustedes bien Ä„No protegía del SIDA, a pesar de la opinión de la OMS, de la ONU, de la OPS y de todos los infectólogos del mundo! ¿Qué dirán ahora los prelados ultramontanos? ¿Estarán en contra de la opinión de Su Santidad el Papa, su máximo pastor? ¿Qué hará ahora el canal TVUC con la campaña del SIDA? Ese discurso contra el uso del condón como método de prevención del SIDA es no sólo falaz sino irresponsable. ¿Qué decían algunos obispos frente a los grandes riesgos del embarazo adolescente y el VIH/SIDA? No tengan relaciones prematrimoniales, y en ningún caso usen métodos anticonceptivos.



A nosotros nos gustaría que el discurso siguiera la doctrina cristiana, que es lo que ha usado Benedicto XVI. El mal menor -curar al enfermo el día sábado aunque no se puede según la «ley» (Lucas 13,10 al 17; Lucas 14, 1 al 6). Seguir preconizando la abstinencia en la juventud, pero no oponerse a que el Estado y las Campaña de prevención del SIDA difunda entre los jóvenes el saber científico que protege la vida. ¿Por qué no hablar, mejor, del «condón necesario» para los numerosos pecadores adolescentes que hacen el amor antes del matrimonio así como el Papa lo hizo para las parejas con uno de sus miembros con SIDA? No tengan relaciones sexuales, jóvenes chilenos, pero si las tienen, no dejen de usar condón. ¿Será mucho pedir a la Santa Madre ? Eso es lo importante para una institución moral, no el combate al uso del condón. Porque «la verdad os hará libres» (no ocultar la ciencia) y porque es preferible el sexo protegido que el aborto y el VIH, como lo ha expresado el Papa.



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Antonio Cavalla. Médico y cientista político.


  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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