Publicidad

Elecciones en EEUU: La necesaria inflexión demócrata


Todos sabemos que las grandes definiciones de los objetivos e intereses estratégicos de Estados Unidos no tienen diferencias abismantes entre las opciones que ofrecen las administraciones republicanas o demócratas. Pero también sabemos que entre ambas percepciones políticas, en muchas oportunidades hay diferencias importantes, que en algunos casos y coyunturas pueden llegar ser muy profundas y determinantes.



Creo que en esta oportunidad, los resultados de la última contienda electoral en la Cámara de Representantes, Senadores y Gobernadores, han estado marcadas por diferencias sustantivas en varios aspectos cruciales con el gobierno republicano del Presidente Bush. Al parecer esa fue la misma percepción de la mayoría de los electores, que les dieron un triunfo fundamental a los demócratas en los tres campos en pugna, cambiando una correlación parlamentaria que puede llegar a ser clave en los años que le restan de gobierno a la actual Administración.



Desde mi punto de vista, hay por lo menos cuatro grandes ejes que constituyen la plataforma dura de cuestionamiento al actual gobierno, y que serán parte de las polémicas futuras entre el Presidente del Gobierno y las mayorías opositoras en el Parlamento, y que en cierto sentido fueron la escena en la cual los votantes jugaron su rol de actores, haciendo un fuerte llamado de atención al Ejecutivo y las lecturas más conservadoras del actual quehacer político.



Estos ejes son:



1) La política en Irak. Después de tres años de intervención política y militar de Estados Unidos, las soluciones para este país aparecen muy nebulosas y por lo menos a mediano plazo. La estabilización no se ha logrado y muy por el contrario, como lo indican fuentes británicas y las propias iraquíes la violencia política ha cobrado víctimas en números alarmantes (según los ingleses más de 665.000 han sido las bajas civiles, mientras que fuentes iraquíes la estiman en 150.000) y se han fortalecido grupos insurgentes, violencia étnica e inseguridad urbana cotidiana, siendo además un baluarte de la lucha islamista radical contra los íconos de la dominación occidental.



A esto debemos sumarle las constantes bajas estadounidenses que no reflejaban números iguales en ningún conflicto post Vietnam, y que sabemos suelen tener un fuerte impacto a nivel de la sociedad estadounidense. Además de que no se corresponde con los avances reales en el cumplimiento de los objetivos, más allá de los aspectos formales como serían la elección parlamentaria y la constitución política.



Junto a esto, asistimos a las propias resistencias que los pueblos de otros países aliados de Estados Unidos en la Guerra contra Irak han tenido hacia sus gobiernos, que los han llevado paulatinamente a abandonar o disminuir drásticamente sus fuerzas en presencia. Allí tenemos los ejemplos de España e Inglaterra.



El desafío para la mayoría parlamentaria demócrata no es sencillo, pues el atolladero es demasiado grande. No basta con la remoción del Secretario de Defensa y algún otro asesor menor, aunque es un primer paso. Sus opciones reales tienen que ver con: una salida creciente de sus fuerzas militares; una cooperación más estrecha con otros países para políticas de desarrollo; un rol más preeminente de Naciones Unidas; un cambio fundamental de la política estadounidense hacia la región, cambiando la tendencia agresiva y unilateral por una de cooperación y alianza de civilizaciones.



2) La generación de un mundo más estable. Las políticas llevadas a cabo en distintas regiones a propósito de una política exterior muy ideologizada en parámetros neoconservadores han sido un factor importante en constituir zonas que se han enfrentado abiertamente a Estados Unidos y en algunos casos han sido detonantes de ambientes más inseguros. Las tensiones provocadas ha sensibilizado la península de Corea, el Medio Oriente, a Irán, el Caribe, ciertas regiones de África y al conjunto de la Organización de Naciones Unidas.



Esto se ha reflejado en que el «sentimiento antinorteamericano» ha ido creciendo en distintas partes del mundo, objetivando en su política exterior las condiciones de aumento de la inseguridad global. Es sintomático el resultado de una encuesta mundial en que se considera tan peligroso a George Bush como al líder Coreano o el Iraní.



Los demócratas tendrán una oportunidad para reposicionar el multilateralismo y el rol clave de Naciones Unidas, así como un mejor entendimiento y consideración con los agrupamientos subregionales y los liderazgos respectivos.



3) La política inmigratoria. Es un hecho significativo que, según una encuesta de la CNN, alrededor del 75 % de los latinos votaron por los demócratas en estas elecciones y que el 66 % no están de acuerdo con el rumbo que lleva el país. Han sido los efectos de la derrota en la reforma para la regularización de millones de indocumentados, así como el indignante muro de 1.200 kilómetros en la frontera con México, el que además ha concitado repudio mundial, entre éstos el de la reciente Cumbre Iberoamericana de Montevideo.



La inmigración en Estados Unidos es una cruda realidad, particularmente la latina, la que debiera ser considerada con mucha mayor importancia, entre otras cosas porque en muchos casos consiste en una fuente económica prioritaria para sectores sociales precarizados de naciones latinoamericanas, por la envergadura que revisten las actuales remesas y el rol en la propia economía interna.



Es esperable que estas demandas de un sector que será clave en las próximas elecciones presidenciales de 2008 se traduzcan en la urgente y necesaria reforma, mayores espacios de integración, un nuevo acuerdo con México que se inicie con la detención de la construcción del muro de la xenofobia. En estas materias sería muy positivo que los demócratas analizaran las experiencias exitosas de los europeos, que también están recibiendo presiones migratorias de envergadura. Esto debe ir acompañado de una revisión de la política hemisférica, buscando un mayor diálogo y consideración por los proyectos socio-políticos más equitativos que están demandando nuestros pueblos.



4) La política ambiental. El documental presentado por Al Gore es de un dramatismo que exige acciones concretas y urgentes. Las demandas que emanan del Protocolo de Kyoto son más contingentes que nunca, y Estados Unidos tiene que revisar su obstinada oposición, ante una comunidad mundial que va adquiriendo a este respecto un consenso como herramienta fundamental. También la experiencia europea en este sentido es muy importante. Hoy son muchos los esfuerzos que están siendo coordinados y cada vez más exigentes los estándares en la producción y sustentabilidad de las grandes urbes, en la generación energética y cuidado de los bienes no renovables, así como una campaña sostenida por el cuidado del agua y los efectos nocivos del cambio climático. Particularmente en este último tema han entendido que los impactos negativos sobre vastas regiones se constituirán en una nueva fuente de presiones migratorias, cada vez más descontroladas, y que pondrán en peligro la capacidad de soporte de estas zonas.



Es urgente que Estados Unidos, como principal emisor de contaminantes hacia la atmósfera, firme el Protocolo de Kyoto y se comprometa en la gran campaña por la sustentabilidad global.



Como vemos los desafíos son fundamentales y urgentes. El pueblo estadounidense tiene su propia oportunidad de enmendar el rumbo. Dentro de toda esta atmósfera también es necesario presionar desde nuestros países para que esta mayoría demócrata signifique una inflexión en esta década nefasta de conducción republicana de la principal potencia global.



________________________________________________________



Carlos Gutiérrez P. Director Centro de Estudios Estratégicos de la Universidad Arcis.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
Publicidad

Tendencias