Publicidad

A río revuelto, ganancia de salmonero


Decepción y desaliento sienten los trabajadores del sindicato de Centros de Cultivo de Quemchi cuando ha culminado la Negociación Colectiva que legalmente les correspondió realizar el último mes. A la dispersión y debilidad de las organizaciones de los trabajadores, se agregó la cerrada actitud de los empleadores, en orden a minimizar las demandas de incremento de remuneraciones y beneficios utilizando cuanto resquicio legal y administrativo estuvo a su alcance.



Un magro 5% de aumento del sueldo base y una subida de $15.000 a $25.000 de la colación, equivalentes tan solo a $77 millones de pesos, claramente no demuestra generosidad ni aprecio al compromiso y esfuerzo que realizan, bajo condiciones climáticas muy adversas alrededor de 400 trabajadores de Centros de Cultivo de la empresa en Chiloé, de ellos sindicalizados sólo el 50%. Más aún cuando la empresa, filial de Pan Fish, se ubica en el primer lugar de todas las industrias del salmón que operan en el país.



Efectivamente, desde enero hasta agosto de este año, Marine Harvest ha sido la empresa que lidera las exportaciones de salmones con el 16,4%, nacional, lo que le ha reportado ventas cercanas a los US$ 190 millones de dólares, los mismos que alcanzó en todo el 2005, y declaró utilidades en su último balance por $4.800.000. Por decir lo menos, a la empresa le ha ido bien, considerando que este año debiera crecer a lo menos un 20%.



Entonces, ¿son válidos los argumentos de la empresa para desestimar las aspiraciones de mejoría de sus trabajadores? La empresa argumenta que está entre las empresas que pagan los mejores sueldos de la industria, un promedio de $250.000 y, que su relación con los trabajadores es mejor que en la mayoría de las demás empresas.



Si bien es cierto, estos argumentos pueden ser acogidos como correctos, no se puede negar la existencia de una profunda inequidad en su estructura interna. Esta empresa crece cada año, de forma similar a la industria en su conjunto, a un promedio de un 20%, aprovechando una serie de franquicias, como es el subsidio (Decreto 889) que otorga el Estado a la contratación de trabajadores de zonas extremas, el cual por años ha inducido a la distorsión y precarización de los salarios. Sin considerar las condiciones de riesgo que implica trabajar en los fiordos australes, así como el impacto no controlado sobre los recursos naturales y el ecosistema.



Pero más allá de los elementos y reivindicaciones puestas sobre la mesa que considera toda negociación entre trabajadores y empleadores, ¿cuál es el límite del respeto que debe existir entre éstos, sobre todo cuando se predica públicamente que la empresa escucha y busca mantener buenas relaciones con sus trabajadores? Si esto pasa por considerar sus opiniones y sobre todo por valorar la organización de carácter permanente en la figura de un sindicato.



Evidentemente, no es éste el caso de la negociación efectuada en la empresa Marine Harvest, donde una vez más la gerencia apostó por la división de los trabajadores, recurriendo al manido argumento de establecer un convenio colectivo con los trabajadores no sindicalizados. Esta práctica antisindical legalizada en el artículo NÅŸ351 del Código del Trabajo y altamente resistida por los trabajadores de todo el país, permite que la empresa negocie paralelamente (la mayor de las veces, como en este caso, anticipadamente) con grupos de trabajadores que se organizan en forma espontánea (aunque no pocas veces organizados por la propia empresa).



Pero ¿cómo se organizan espontáneamente 200 trabajadores de 10 centros de cultivo para negociar con la empresa, cuando los propios sindicatos tienen enormes dificultades para comunicarse con sus asociados?



El objetivo de las empresas, como lo fue en esta ocasión, es sustraer la mayor cantidad de trabajadores posible que puedan participar de la estrategia de negociación del sindicato, bajando al máximo el piso de la oferta y colocando a los trabajadores inclusive en la incómoda situación de tener que enfrentarse entre sí, al tener que optar por demandas particulares y parciales.



De este modo, Marine Harvest concluyó exitosamente su Negociación Colectiva 2006 a tres años, haciendo pasar a la gerencia, primero al grupo negociador, armado para la circunstancia, y luego a los sindicatos, para que éstos sólo pudiesen ratificar el acuerdo que ya habían suscrito quienes le precedieron.



En un intento por terminar con tan deplorable práctica antisindical, las cinco federaciones de trabajadores participantes de la Mesa Laboral Salmonera de la X Región, solicitaron a Salmonchile y al gobierno la eliminación de los grupos negociadores, la respuesta de éstos últimos fue negativa y anunciaron que la seguirían utilizando en adelante, por cuanto es un recurso legal que posibilita la libre elección de representación de sus demandas, por parte de los trabajadores ante sus empresas.



Frente a este panorama, todos los chilenos podemos esperar que en la salmonicultura siga operando la vergonzosa lógica de «a río revuelto ganancia de salmonero».



_________________________________________





Alejandro Salinas. Director Observatorio Laboral y Ambiental de Chiloé (Olach)








  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
Publicidad

Tendencias