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En Navidad: Paz al mundo leyendo el Corán


Tanta imagen estereotipada del mundo islámico, me animó hace algún tiempo a ir a la fuente primera. No fue fácil encontrar en las librerías de Santiago el «Libro Sagrado del Islam». Lo encontramos en uno de esos kioskos de Plaza Almagro, cerca de la Iglesia de los Sacramentinos.



La edición del texto escrito por Mahoma, con las revelaciones de Dios (Alá), es española. Recordemos que junto al cristianismo y al judaísmo, comparten una misma raíz en Medio Oriente, hacen mención al origen (Génesis), a los descendientes de Abraham, a la liberación de Egipto de la mano de Moisés, al diluvio universal. El Corán es bastante posterior a las enseñanzas de Jesús- al cual nombra muchas veces-, y se sitúan los escritos entre el 612 y el 630, en La Meca y Medina (hoy Arabia Saudita). Mucha gente confunde «islámicos» con «árabes».



Debemos recordar que hay árabes cristianos y que los musulmanes son la religión más importante de muchos países africanos y de Asia, como Indonesia, y hay importantes minorías musulmanas en EEUU y Europa, así como en América Latina. Incluso una familia en Rancagua, aunque la mayoría de los árabes chilenos son de origen cristiano libanés, sirio ortodoxo o palestino católico.



Son fascinantes las 114 azoras o capítulos en que se divide, por su síntesis, poética y cripticidad como todo texto sagrado universalista. Al leer, comprendemos que allí no hay odio, sino que al igual que en toda gran religión, pueden haber grupos o sectas que se fanatizan, o grupos con intereses políticos que las utilizan. De hecho, los musulmanes trajeron también modernidad a Europa- parte de las primeras traducciones de los clásicos griegos fueron realizadas por intelectuales árabes-, higiene, arte y cultura, con su esplendor en el sur de España.

La pulsión entre persuadir para la fe o imponerla agresivamente ha sido una tensión en toda religión. Por algo, Juan Pablo II pidió perdón por los crímenes y abusos de los cristianos contra judíos y musulmanes en épocas de cruzadas y otras. Así como se viven el cisma católico-protestante (con guerras incluidas), en el mundo musulmán ha habido tensión sectaria entre shíes y sunitas, las dos principales ramas del propio Islam.



Pero el texto sagrado es en sí mismo, y les comparto unas cuántas afirmaciones que nos sorprenden desde nuestra ignorancia al otro, en los prejuicios facilistas. Hay muchos puentes entre las grandes religiones que buscan ligarnos con lo trascendente:



Todos somos hijos de Dios (contra la imagen totalizante que se hace del Islam):



Sura II, 59: Ciertamente, los que creen, y los que siguen la religión judía, y los cristianos, y los sabios, en una palabra, todo el que cree en Dios y en el día final y que haya obrado el bien: todos estos recibirán una recompensa de su Señor, el temor no les alcanzará y no estarán afligidos.



Cuidado por la mujer que te divorcias (bastante apertura contra la imagen de feminicidio. Hay que entender el contexto cultural del siglo VII).



Sura IV, 23. Oh, creyentes. No os está permitido constituiros en herederos de vuestras mujeres contra su gusto, ni impedirles que se casen (una vez que las habéis repudiado), a fin de arrebatarles una porción de lo que les habéis dado, a menos que no sean culpables de una manifiesta acción infame. Sed buenos en vuestro proceder respecto de ellas. Si entre vuestras mujeres hay algunas hacia la cual sintáis desafecto, os podría ocurrir que sintieses desafecto por una cosa en la que Dios haya depositado un bien inmenso.



Solidaridad, sencillez (presente en muchas suras):



Sura XLIII (31-33) No seáis distribuidores de favores divinos. Nosotros somos los que distribuimos su subsistencia en este mundo… La misericordia de Dios vale más que nos bienes que se a amontonanÂ…y ornamentos de oro. Todo esto no es más que un goce pasajero de esta vida, pues la vida futura la reserva tu Señor a los piadosos.



Evitar la violencia y lo incorrecto: (la Guerra Santa, o Yidah se lee como lucha por seguir los preceptos de Dios, no como una fe de la guerra):



Sura VII, 31: Diles: Dios ha prohibido toda acción fea pública o secreta: ha prohibido la iniquidad y toda violencia injusta.
Es probable que citemos estas fuentes en nuestro afán de tender diálogos, como cuando leíamos en el Premio Nobel Egipcio, el musulmán Mahfuz, un afán por mostrar el rostro poético, compasivo y cohesivo de su religión, de la cultura de las «Mil y una noche». Al menos, desde el fin del mundo, nos atrevimos a abrir y leer El Corán.



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Esteban Valenzuela. Diputado PPD por Rancagua.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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