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48 años de la revolución cubana


En 1933 un alzamiento popular puso fin a la dictadura de Gerardo Machado en Cuba que era respaldada por los norteamericanos. Tres líderes jugaron un papel trascendental en aquel épico desenlace, Rubén Martínez Villena, poeta extraordinario, muy reconocido por Gabriela Mistral, el que ante la corrupción y los abusos escribió el poema «Hace falta una carga al machete para matar bribones», el joven abogado Antonio Guiteras y el dirigente estudiantil Julio Antonio Mella. Al poco tiempo, el primero murió de tuberculosis y los otros bajo las balas de la oligarquía.



Sin líderes populares auténticos, los politiqueros profesionales amancebados en los privilegios estatales transformaron a la patria de Martí en un gigantesco negociado. El poder y la riqueza pasaban de manos de unos a otros sin que el pueblo recibiera nada. Surgió un líder popular contra la corrupción Eduardo Chibás, el que lamentablemente murió tempranamente en 1951. A pocos meses de las elecciones presidenciales del 52, el general Fulgencio Batista dio un golpe de Estado.



La mafia americana se instaló en La Habana; Meyer Lansky regentó casinos, prostíbulos e hipódromos por encargo de Santos Traficante y Lucky Luciano. Llegaron, incluso, a realizar una suerte de congreso mafioso internacional en el hermoso hotel Nacional de La Habana, en que el show artístico fue abierto por Frank Sinatra.



Todas las licitaciones de obras públicas pagaban comisiones ilegales a la clase política corrupta. Los norteamericanos eran dueños de los hoteles de turismo y las centrales azucareras.



El 26 de julio del ’54 un grupo de jóvenes, encabezados por Fidel Castro, intentó tomar el cuartel militar Moncada, pero la mayoría de ellos fueron asesinados una vez capturados. En el juicio posterior, Fidel, abogado de profesión, se defendió a sí mismo con el célebre alegato «La historia me absolverá», en que denunció la terrible realidad social y política cubana. Vendrían años de prisión y la expulsión de los sobrevivientes a México.



En el exilio formaron una expedición, a la que se unió el médico argentino Ernesto «Che» Guevara. Ésta desembarcó el 2 de diciembre de 1957 y fue diezmada por la acción de tierra y aire del Ejército batistiano, construido a imagen y semejanza del americano. El resto de la tropa insurgente se fue a la Sierra Maestra, donde dieron lugar a una formidable guerrilla que el 1 de enero de 1959 desplomó a la dictadura de Batista.



Los revolucionarios dieron inicio a la reforma agraria, nacionalizaron las centrales azucareras, efectuaron una gigantesca campaña de alfabetización, la educación y la salud se hicieron gratuitas. Estas conquistas se han mantenido incluso en los peores momentos económicos y se han incorporado a la cotidianeidad de los cubanos. A mis compañeros de curso en la Universidad de La Habana les resultaba increíble que en Chile tuviera que pagar por estudiar, y que un estudiante pudiera ser sacado de un aula por moroso.



Los intereses americanos, ora mafiosos ora comerciales y abusivos, fueron afectados por la revolución cubana. Los norteamericanos desataron agresiones militares, como el desembarco en playa Girón, donde fueron derrotados. Cientos de atentados terroristas le han costado la vida a casi tres mil cubanos, pestes biológicas se han dejado caer sobre su ganadería y plantaciones. Un bloqueo económico que impide a los cubanos comprar o vender en EEUU, o en empresas que tengan más de 20% de capital americano, y el que los buques que recalan en Cuba no puedan hacerlo luego en EEUU, ha causado 60 mil millones de dólares en pérdidas.



La Asamblea General de Naciones Unidas ha declarado por 15 años consecutivos ilegal este bloqueo, y ha instado a los norteamericanos a ponerle fin, pero éstos han desconocido sistemáticamente a este organismo internacional.



A pesar de las agresiones, los cubanos dejan espacio para la solidaridad internacional y tienen una escuela de medicina gratuita para estudiantes extranjeros, en la que hay miles de estudiantes, incluidos compatriotas nuestros.



Cuando el gobierno del presidente Salvador Allende era estrangulado económicamente por la oligarquía interna y los norteamericanos, Cuba le prestó seis millones de dólares en efectivo, lo que fue desconocido por los gobiernos democráticos chilenos. No menos de 17 mil chilenos recibieron asilo en Cuba durante la dictadura de Pinochet. Nuestros gobiernos democráticos acusan ahora a Cuba de no respetar los derechos humanos… es el pago de Chile.



Cuba tiene la mejor salud y educación pública de América Latina, las ciudades con menos delincuencia y un portentoso desarrollo deportivo.



Se critica mucho a Cuba por supuestas violaciones los derechos humanos. En los años que viví allí como funcionario de la Embajada chilena (1996-2001) nunca vi o supe de policías apaleando estudiantes o dirigentes sociales. Nunca supe, y conversé con dirigentes de la disidencia, de torturas o asesinatos políticos o detención y desaparición forzada de personas. Las ciudades cubanas son absolutamente seguras se puede andar por ellas a cualquier hora. La droga no existe en la sociedad cubana.



Un día conducía un automóvil y éste quedó en panne. Un policía se acercó, se arremangó las mangas y me ayudó a salir del apuro. No es ésa la relación de los ciudadanos con sus policías en el resto de América Latina.



Los dirigentes del Partido Comunista Cubano son en extremo austeros. No se observa provecho personal en el ejercicio de sus funciones. Los parlamentarios no reciben estas dietas escandalosas que se autofijan sus pares chilenos, conservan su remuneración habitual. Vi a altos oficiales de las Fuerzas Armadas haciendo cola para la micro. Fidel Castro era parte de una de las familias terratenientes más ricas de Cuba, pero no vaciló en poner sus propias tierras en el proceso de reforma agraria, lo cual le valió hasta problemas familiares.



Se señala que los disidentes no tienen derecho a publicar su propia prensa. Pero en estricto rigor, estos no son disidentes. Yo les escuché a ellos mismos señalar como su fuente de financiamiento permanente la oficina de intereses norteamericana ubicada en La Habana. Creo que ningún país permitiría a empleados de un país extranjero que le está agrediendo instalar medios de prensa para amplificar y potenciar sus cometidos. Son personas que tienen un alto nivel de desprestigio en la sociedad, pues se les percibe haciendo de la disidencia un negocio lucrativo.



La construcción de una democracia plena, para lo cual Cuba tiene sólidos fundamentos político culturales, es una tarea pendiente. Pero la causa basal de las limitaciones son las gigantescas agresiones norteamericanas. No promuevo la actual institucionalidad política cubana para Chile, pero creo firmemente que todo país tiene derecho a defenderse y a partir de ello, creo que su institucionalidad política es perfectamente legítima y tiene todos los contenidos democráticos que las agresiones les permiten.



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Roberto Ávila Toledo es integrante del Comité Central del Partido Socialista de Chile

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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