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Rumbo a Itaca


El Mercurio publica este domingo todo un reportaje tendiente a demostrar las simpatías entre un sector de la Democracia Cristiana y la Derecha. Continúa así una política sistemática que he venido mencionando las dos últimas semanas a través de El Mostrador.cl. Se trataría de una crisis de la Concertación, verdadera teleserie por capítulos. Cantos de sirenas que no deben confundir a nuestro Ulises.



Sabido es que Circe propone un remedio para no dejarse encantar con los cantos de sirenas. «Tú cruza sin pararte y obtura con masa de cera melosa el oído a los tuyos: no escuche ninguno aquel canto; sólo tú lo podrás escuchar si así quieres, mas antes han de atarte de manos y pies en la nave ligera. Que te fijen erguido con cuerdas al palo: en tal guisa gozarás cuando dejen oír su canción las Sirenas. I si imploras por caso a los tuyos o mandas te suelten, te atarán cada vez con más lazos».



Creo que este remedio no sirve para la enfermedad que aqueja a la Concertación, y que por el contrario, lejos de amarrarnos a un mástil y taparnos los oídos, debemos liberarnos de ataduras que nos impuso el tipo de transición democrática y modernización socioeconómica que hemos hecho, escuchando a la gente que votó por el «No» y nos reclama hoy por nuestros errores, omisiones y faltas.



El punto es hacia dónde va la Concertación. No es raro que junto con la muerte de Augusto Pinochet se desate un áspero debate al interior de sus partidos y se experimente un fuerte desgaste ante la opinión pública. Es cierto que este descrédito político está relacionado directamente con la corrupción, con la difícil relación entre parlamentarios y administración pública, el clientelismo electoral y el financiamiento de la política. Pero no cabe duda que aquí hay una crisis de proyecto de la Concertación.



Crisis producida por sus éxitos y sus insuficiencias. Sus éxitos: crecimiento económico, estabilidad política, paz social, integración de millones de pobres e indigentes, inserción política y comercial en el mundo, en fin. Pero anotemos también sus insuficiencias: crisis de civismo, malestar cultural con el individualismo, pérdida de crecimiento económico y desigualdad imperturbable.



¿Cómo lograr seguir adelante? Me inspira Eugenio Tironi y su libro «Crónica de viaje. Chile y la ruta de la felicidad» ¿Qué nos plantea? Que demos un nuevo paso en los cambios que ha hecho la Concertación. De una sociedad autoritaria liberal y excluyente, hemos pasado a una democrática liberal incluyente. Sin embargo, Tironi nos llama a reflexionar sino estamos demasiado atados a una modernización liberal «a la norteamericana». ¿No fuimos antes los ingleses de América? ¿No pretenderemos hoy día convertir a nuestro país en una suerte de Miami? Tironi nos dice que se trata de «sacarse las anteojeras y ampliar la mirada, en el afán de capturar todo aquello que nos permita construir un modelo propio, un modelo chileno. Y para ello hay que mirar necesariamente y sin prejuicios el viejo sistema europeo, del cual hemos venido alejándonos sistemáticamente por treinta años. Ahí hay algo de nuestra raíces, pero también de nuestros sueños».



El modelo europeo de desarrollo opta por la distribución de los ingresos, garantizar movilidad social a los pobres y disminuir la pobreza y la indigencia a mínimos decentes. El Estado no sólo debe garantizar el orden público, la propiedad privada y la seguridad nacional, sino que los derechos sociales. Los trabajadores europeos viven en casas más pequeñas, tienen menos autos, pero trabajan menos horas y producen igual o más que los norteamericanos. La cesantía es más alta, pero los empleos son más estables y existe un subsidio de cesantía justo, a ratos excesivo. Los patios privados existen menos, pero los espacios públicos son enaltecidos. La empresa se abre a los sindicatos, a la participación de los trabajadores y a la responsabilidad social.



¿Por qué no hemos contado con este esfuerzo intelectual de renovación? Por que no nos hemos dado el tiempo ni los espacios para realizarlo. Sobre todo nos hemos dedicado a copar la Administración Pública, seguir girando a costa de las ideas de los ochenta y copiando modelos que nos vienen básicamente del mundo académico y político norteamericanos.



Requerimos nuestra propia vía de desarrollo, que rompa los estrechos márgenes que vienen desde el exterior. La Concertación, como Ulises, para no escuchar los cantos de sirenas, debe atreverse a ser grande, magnánima, de genio, poseer una política de alta mar, de poderosa envergadura y larga travesía. Ulises debe atreverse a enfilar a Itaca.



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Sergio Micco Aguayo, abogado y cientista político

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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