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Valparaíso reloaded: La Fundación contraataca


Valparaíso esta viviendo una situación inédita en su historia. La única ciudad de Chile sin data de fundación padecerá ante el rito colonizador. El Bicentenario se pronunciará como la paloma de Juan bautizándonos como Valpo 2.0reloaded.



Los preparativos para el sacramento fundacional, han logrado atraer más afluentes que en la época precedente al canal de Panamá. Si hasta un inmenso «Welcome» formado por la masa de curiosos se despliega en la rivera, para admirar los rostros de plácidos y lejanos turistas, que en sus «años dorados» recorren lugares en vías de extinción en fenomenales barcazas.



El noticiero local del canal público dedica sus escasos minutos para asegurar que «los porteños disfrutan de cruceros», embarcaciones albas y gigantes con nombres bastante ilegibles para los conciudadanos: Queen Mary 2, Crystal Serenity, Deutschland y Minerva II. Las pantallas, con el descaro de la cifra gruesa, cuentan del servicio a bordo de súper lujo y de una tripulación superior a la del Arca de Noé. Me toma por sorpresa el anuncio festivo que hace el lector de noticias, pues esa misma tarde fui a Valparaíso Terminal de Pasajeros, y no recuerdo haber disfrutado de ningún lujo de los cruceros. Apretujada, entumida y mareada, recorrí las costas pacíficas a un módico precio de «luquita pal regalón». Una ganga que me mostró Valparaíso desde el mar, pudiendo llegar a encajar el Bicentenario impulsado por Ricardo Lagos, con estos visitantes, los arqueólogos futuristas.



Los altos barcos carga- VeryImportantPersons, quieren prolongarse en edificios, que si bien no rascan, arañan el cielo, deformando la estructura geológica con artificiales mañas arquitectónicas. Sí, porque los «abuelitos del norte» no se quedan en estos parajes tan desolados. Encallan en un lugar que no ofrece los altos estándares de calidad y tienen que huir despavoridos de las escaleras nauseabundas, a Portillos, Valle de la Luna o Torres de Paine. Se exige pues, que Valparaíso esté a la «altura» para acoger al tan preciado ser humano aventurero. Es imperativo entonces refundar Valparaíso, o más bien Fundarlo por primera vez.



Conmovidos con esta necesidad, Empresa Portuaria de Valparaíso, Plaza Vespucio y Corporación Municipal se asociaron para hacer rentable el nombramiento de Valparaíso Patrimonio que gatilló la desprendida acción del BID, el cual dio un crédito de 25 millones de dólares. El Banco Interamericano del Desarrollo- institución financiera nacida bajo el alero de la OEA- nos «prestaba ropa» y esta vez de luxe, para cumplir la mítica promesa de recuperación y desarrollo urbano. Inyecciones de pintura por aquí y allá, fiestas de la «cultura» y un cuanto hay de apoteósicos disparos de artificio, performance y simulacros, son parte de la recuperación o marketing que se debe hacer.



Pero la real inversión está sobre ruedas o mejor dicho sobre andamios. El Proyecto Borde Costero que encuentra su veta en el «cambio de uso de suelo» tan parecido en nombres y apellidos al «cambio en el plano regulador», estalla, con la promesa de 2.500 empleos, cinco centros comerciales, un gran proyecto inmobiliario en altura de re-densificación y turistas alojados en el puerto. Como decía Joaquín Godoy, el regalón junior mientras, se apoyaba en rumba de computadores para «donar» durante su campaña electoral en el Sindicato de travestis Afrodita, «aquí se pierde el potencial cliente porque no hay instalaciones atractiva yéndose fajos de billetes a la ciudad jardín».



¿Pero se beneficia la ciudad con esta supuesta puesta en marcha a las ventajas de la modernidad? Y no es que sea amante de la decadencia, pero difiero de la visión institucional que propone un supuesto disfrute de oriundo a la llegada de advenedizo, que exige la construcción rauda y feroz del Borde Costero. Vetustos adinerados, que viven los beneficios de buenas leyes y oportunidades en sus países modelo, piden a la medida el Valpo. reloaded 2.0, mientras el casco antiguo amenaza con mantener su actual decadencia.



El imperio contraataca. Esta vez de la mejor forma que ofrece el sistema. Invasión de turistas. Ciertamente tenemos que pegarnos con una piedra en el pecho si la comparamos con los soldados que invaden con violencia inusitada. Empero el enemigo interno, ese que tiene cara de hereje, es el de temer. Los PGE desviados hacia campañas políticas, el agujero de 21 mil millones de la administración Pinto, la necesidad de los depredadores, empresas y turistas, me inspiran a pararme en la orilla o ahí mismo en el barco que me paseó junto a tan colosales cruceros, para exhibir un «cara pálida», viejo gesto que los bárbaros de todos los colores hacen a los forasteros conquistadores, aunque me condene a imbuirme en las profundidades abisales de los cerros y callejones de éste, el viejo Puerto herido; tantas veces azotado por especuladores y piratas.



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Karen Hermosilla Tobar. Periodista.


  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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