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El lado oscuro del Ejército


La dictadura de Augusto Pinochet envenenó al ex Presidente de la República, el democratacristiano Eduardo Frei Montalva. Una verdad que, poco a poco, se va trasluciendo de los textos que acumulan los 13 volúmenes del expediente que lleva el juez Alejandro Madrid. Observar las evidencias (los hechos) induce a volver la mirada hacia el Ejército, entonces manipulado por su comandante en jefe, el dictador.



En esta ocasión, la dictadura no usa su policía secreta (la CNI), sino pone en acción la Inteligencia del Ejército (la DINE), una estructura institucional. La condición de la víctima. postrada en una clínica, no requería de un operativo estridente, intimidatorio, violento, sino de una acción encubierta desplegada con habilidad, fineza, inteligencia. El arma empleada no necesitaba simbolizar fuerza, poderío, orgullo, sino debía ser discreta, silenciosa, confusa.



La denuncia judicial por homicidio, presentada por la familia Frei, apunta a la inteligencia militar y a civiles. La mira está puesta hacia el personal de la DINE y personal médico, que transitaron día y noche alrededor del entonces principal líder de la disidencia democrática. En la presentación relucen las palabras «homicidio» y «gas mostaza», el arma empleada.



Un arma química de exterminio masivo como la que usaron los soldados estadounidenses contra los vietnamitas a fines de los 60 y comienzo de los 70 o la empleada por los soldados del Ejército de Sadam Hussein en la campaña contra la población kurda entre febrero y septiembre de 1988, cuando el ex dictador gozaba del apoyo político y militar del gobierno republicano de Estados Unidos durante la guerra contra Irán.



La misma arma química es usada contra Frei Montalva. El honor del Ejército chileno está comprometido. La defensa de la familia Frei acusa a la institución de no prestar colaboración con el juez. En su momento, el Comandante en jefe, Juan Emilio Cheyre lo desmintió, en términos semejantes a los que esgrimieron, ante otras demandas, sus antecesores Izurieta y Pinochet.



El «nunca más» que pronunciara Cheyre en su ejercicio, queda en una retórica vana si no se la acompaña con una actitud valiente para encarar delitos pendientes que tocan a la institución, como el caso del homicidio de Frei Montalva.



El Ejército es una institución del Estado, por lo tanto, con discreción y firmeza algún rol debiera jugar el Gobierno, en particular la Presidenta de la República. Hay una «razón de estado» para ello si consideramos que ésta no opera sólo para opacar ciertos hechos que comprometen intereses superiores, sino también para transparentar hechos que comprometen valores superiores.



La verdad incomoda al ver como el hombre está envenenando el planeta Tierra. También lo es reconocer los rostros que desde la primera línea y la trastienda intoxicaron letalmente al ex Presidente de la República.



El hecho sucedió justo a la mitad del régimen dictatorial, cuando la sociedad civil y política, reprimida, apenas se expresaba. La primera denuncia responsable la hizo Carmen Frei desde su asiento en el Senado, en octubre de 2002 y, a pesar de reportajes y entrevistas aparecidas en The Clinic, Televisión Nacional y Canal 13, más las informaciones de la defensa de la família y de su principal miembro, el ex Presidente Eduardo Frei Ruiz Tagle en el 2006, la sociedad civil y política apenas se expresa. La indiferencia parece ser más cómoda.



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Pablo Portales es periodista

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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