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Zapatos nuevos


Antes de plantear cualquier crítica a la implementación del Transantiago, es preciso aclarar algunas cosas.



En primer lugar, debemos convenir que una urbe con casi cinco millones de habitantes necesita una profunda renovación de su sistema de transportes, este criterio trasciende a los gobiernos y autoridades de turno, y su utilización política resultaría pueril. En segundo lugar, es indispensable que todos entiendan que la antigua modalidad de transporte era un desastre. No podemos volver a las «mafias» y caudillismos gremiales que tanto daño le han hecho a la capital. Tercero, la red Metro ha mostrado, por la vía del ejemplo, lo que es un servicio limpio y eficiente de transporte, poniendo en evidencia el retraso tecnológico y cultural que significaría seguir con los llamados «buses amarillos». Por último, dado el desarrollo singular de Santiago, y considerando las distancias, la densidad demográfica, el crecimiento del parque automotriz y la polución de la ciudad, la mejor opción es un sistema integrado de redes de microbuses con la red Metro.



Todo lo anterior nos lleva a concluir que el cambio ensayado por estos días en el trasnporte público está en el camino correcto. Transantiago es indispensable e irreversible.



La pregunta que corresponde formular, entonces, es sobre la manera de agilizar y facilitar la transición al nuevo sistema de transporte. Transantiago, en rigor, entraña una nueva tecnología y, en tanto tal, va a generar resistencias culturales. Lo que acontece en Santiago hoy, ya ocurrió en las grandes capitales del mundo hace décadas, de suerte que todo el provinciano escándalo mediático y el malestar de algunos usuarios, debiera ser transitorio. En la medida que la ciudadanía sea «educada» en la nueva tecnología, su adopción será más fácil.



Desde el punto de vista del ciudadano común, da la impresión de que no se ha educado adecuadamente a la población. Salvo algunos avisos publicitarios algo vagos no resulta evidente cuáles son las ventajas mediatas e inmediatas del nuevo sistema para los diversos sectores de usuarios. La lentitud y dificultad para obtener la tarjeta «bip» es un pésimo síntoma sobre la eficiencia en la implementación de este megaproyecto. Ya que sabemos que Transantiago es indispensable e irreversible, hagámoslo con toda la transparencia y eficiencia de parte de los responsables, hagámoslo con voluntad y disciplina de parte de los santiaguinos. Eso y mucha paciencia con estos zapatos nuevos.



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  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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