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Más innovaciones socialistas


En varias ocasiones he usado los términos «post renovación» y «ultra renovación» para referirme a algunos procesos ocurridos en el Partido Socialista luego de la llamada «renovación» de las décadas de los setenta y ochenta. Hay quienes me han dicho que se trata de una exageración, de un recurso lingüístico para descalificar la evolución socialista de los últimos quince anos. Me agregan que, de esa manera, disminuyo los logros de la transición a la democracia y sus gobiernos y, en particular, los aportes que los socialistas hemos hecho al proceso post dictatorial. Otros amigos me dicen que esas denominaciones revelan un intento de mi parte de apropiarme de la renovación original y representan bien la que sería mi falta de humildad para enfrentar algunas de mis derrotas políticas.



Sin embargo, al seguir por la prensa, desde fuera de Chile, los debates y opiniones socialistas surgidas este verano (invierno para mí), vuelvo a la idea que las bases de la renovación original tienen poco que ver con la evolución de los últimos tiempos.



A propósito de los nombres de posibles candidatos a la Alcaldía de Santiago, el Secretario General del PS lanza a la palestra el de José Viera Gallo. Sigo siendo un socialista disciplinado y, por lo tanto, cualquier candidatura de Viera Gallo en representación del PS contaría con mi voto. Pero no sólo eso: sin duda se trata de un compañero talentoso, creativo, de gran capacidad política. Más aún, lo considero un amigo, más allá de eventuales discrepancias, después de todos estos años de militancia compartida.



Me sorprende, sin embargo, que la razón para levantar su nombre sea su capacidad de lograr «votos de derecha», según expresa el Secretario General en La Nación. Entiendo que en las actuales campañas electorales un candidato debe conquistar todos los votos que pueda. Ganar sufragios que no son parte de la votación tradicional de una línea o tendencia es una tarea ineludible. La cuestión es hacerlo mediante un esfuerzo para generar apoyo a las ideas propias y no a la inversa. Dicho de otro modo, hay que convencer a los indecisos, hay que atraer a los que se ubican en el centro, pero con ideas que sean una proyección de los objetivos programáticos del socialismo chileno.



La mayor operación hacia el centro realizada por el PS ha sido la creación del PPD que nació, como partido instrumental destinado exclusivamente a cumplir su función representativa y vigilante en el plebiscito de 1988, acogiendo hasta sectores de la derecha democrática. Recuerdo con agrado la convivencia, tras objetivos democratizadores, con personajes como Armando Jaramillo o Julio Subercaseaux, liberales de vieja estirpe. Lamenté cuando, años más tarde, devenido ya el PPD en partido institucionalizado y con plenas aspiraciones, los antiguos liberales no pudieron seguir conviviendo con los nuevos liberales surgidos en el seno del PPD y abandonaron ese partido.



Esa operación, en principio exitosa, puede y debe ser objeto, con la distancia que el tiempo otorga, del análisis correspondiente. No es mi intención contribuir a ese objetivo ahora. Lo que deseo destacar es que en los días que corren pareciera que el PS se arriesga hasta a emprender operaciones hacia la derecha, seleccionando candidatos sobre una base novedosa en el socialismo: su atractivo para los sectores conservadores. Uno se pregunta si acaso no sería más natural, más apropiado, buscar formas de acercamiento, también electoral, con la izquierda. Quizá estaría más en consonancia con la historia y naturaleza del PS.



Curiosamente, días después trascendió a la prensa un debate de los socialistas suscitado porque uno de sus Vicepresidentes es presidente del directorio de una de las empresas del Transantiago. Es otra innovación, sin duda, el ejercicio simultáneo de ambas funciones, tratándose de una empresa de servicio público que licita ante el Estado. Pero, el Secretario General del Partido, sin duda legítima y honestamente inquieto por el asunto, señala que hay que hacer un debate más riguroso ya que le parece más serio que haya militantes del PS que sean miembros del directorio de una AFP. Al leer la noticia no pude evitar la resonancia: Viera Gallo es, entiendo, uno de esos directores.



Ser director de AFP no tendría nada de particular si los directores fueran designados por los afiliados como, a mi juicio, debería ser. Del mismo modo como los accionistas de una sociedad anónima eligen a sus representantes, creo deseable que aquellos obligados por ley a entregar a una administradora privada sus cotizaciones previsionales, todos los meses, elijan a lo menos parte del directorio de la entidad encargada de rentabilizar sus ahorros. Pero en las AFP los que ponen el dinero no tienen palabra que valga, son los que lo administran (y obtienen altas rentabilidades para su empresa gestionadora, mucho más altas que las que logran para el fondo constituido por los afiliados) los que designan los directores.



Cuando el gobierno de Michelle Bachelet ha puesto en primer lugar de la agenda el sistema de seguridad social y su reforma, las AFP habrán de ser muy cautelosas en la nominación de sus directores. En el caso de Viera Gallo, pienso sinceramente que si él asumiera alguna función política de gobierno central o municipal, o parlamentaria, o de alta dirección partidaria, obviamente dejaría ese cargo. El punto es que observo algo contradictorio entre la propuesta de Viera Gallo para la Alcaldía de Santiago, por su capacidad de seducir a la derecha, y la crítica a Viera Gallo -sin nombrarlo- por ser director de una AFP.



En fin, pienso que el Partido Socialista tiene que tratar de convencer sobre la bondad de sus ideas a todos los chilenos, sin ninguna discriminación. Creo también que debe ampliar sus espacios propios y los de entendimiento hacia la izquierda y el centro. Admito que la libertad de trabajo vale también para los socialistas, pero estimo que, en ciertos casos, la opción laboral debe inhibir ciertas funciones políticas.



En cuanto al abordaje sobre el electorado de derecha me parece demasiado osado elegir candidatos socialistas sobre la base de los gustos del sector que ha sido y es nuestro adversario histórico. Me parece muy «post renovado», casi «ultra renovado», diría yo. No vaya a ser que nos salga el tiro por la culata.

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(*) Jorge Arrate fue Presidente del Partido Socialista.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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