Las patas del Willy

El presidente de la Asociación de AFP ha salido en defensa de la nueva alza de 46% en las utilidades de esa industria, afirmando que «es mejor noticia para los afiliados que para los accionistas.» Argumenta que se explica en su mayor parte por la elevada rentabilidad de los fondos de pensiones, que ha beneficiado mayormente a los afiliados y de la cuales las AFP también profitan por el encaje que allí mantienen. Al revés de lo que afirma, vienen a recordar a los afiliados cuan onerosa que ha sido la gestión de los fondos que se ven forzados a depositar en las AFP. Por otra parte, hoy están expuestos a un nivel de riesgo irresponsable. Aparte de ello, el sistema no otorga jubilaciones a la abrumadora mayoría de sus afiliados, y al resto le ofrece pensiones muy inferiores al sistema antiguo. Los grandes beneficiados han sido las propias AFP, sus cías. de seguros y corredores relacionados, y los grandes conglomerados que son los depositarios del grueso de los fondos. La arrogancia de sus mandamases les impide apreciar esta verdad que conoce todo Chile. Sus presiones pretenden impedir que la reforma en curso aborde este tema debidamente, y al revés, exigen menos regulaciones y quieren seguir apropiándose del total de lo cotizado. Ello conducirá, más temprano que tarde, a un descalabro de proporciones, con serios perjuicios para todo el país y en este caso, especialmente, para los afiliados. Es posible que en lugar de construir ahora un sistema bien equilibrado en base a todo lo que cuenta hoy el país, se termine más temprano que tarde en una situación como la de Argentina, donde la abrumadora mayoría recién ha aprobado la alternativa de regresar sin más al antiguo sistema público de reparto.



Una mirada al historial completo de las AFP, que se presenta más abajo, permite apreciar debidamente esta situación. La ganancias logradas por los fondos durante 2006 fueron del todo inusuales -equivalen a una tercera parte del total ganado por el fondo en toda su historia -, y se debe a la burbuja que vivieron las bolsas de comercio mundiales, varias de las cuales subieron al doble o más. Tales períodos de auge desenfrenado, como se sabe, siempre anteceden a una crisis, la que se desató precisamente hace pocos días en Shanghai. De hecho, en los primeros trece días de marzo del 2007, los fondos de pensiones han perdido casi mil millones de dólares. Ello ya ocurrió entre 1995 y 1998, años en que la revalorización neta del fondo fue negativa e hizo desaparecer las ganancias del 93 y 94, que fueron significativas. Lo mismo ocurrió entre el 2000 y el 2003, años en que la revalorización del fondo fue muy moderada, y compensaron la importante alza de 1999. Por cierto, las AFP ganan igual, pierda o gane el fondo de pensiones. En 1995, por ejemplo, la revalorización del fondo de pensiones fue negativa, y se perdieron 782.472 millones de pesos (todas estas cifras en pesos de diciembre del 2005). Sin embargo, las utilidades de las AFP subieron de 34.029 millones el 94, a 42.572 millones el 95. Los años siguientes mostraron todos resultados negativos en el fondo de pensiones, en cambio las utilidades se mantuvieron e incluso aumentaron a 46.952 millones en 1998, año en que el fondo se redujo casi en un billón de pesos. Habría que preguntarle al presidente de las AFP si aquellas alzas de utilidades también fueron «mejor noticia para los afiliados que para los accionistas». La rentabilidad de estas empresas es francamente escandalosa, y como mostró un reciente estudio de la UC, superó un promedio de 50% sobre activos a lo largo de varios años, incluso antes de esta alza reciente.



Desde 1982 al 2006, las AFP y cías. de seguro relacionadas le han significado a sus afiliados un costo de $ 5,897,373 millones (pesos del 2005), es decir, casi seis billones de pesos. Esta inmensa cifra equivale nada menos que a un 13% del total acumulado por el fondo de pensiones, que en diciembre del 2006 alcanzó un total de 46,677,047 millones de pesos. Las comisiones cobradas por las AFP equivalen a la quinta parte del total de cotizaciones efectuadas, las que en el mismo período suman 29,213,460 millones de pesos, es decir poco menos de 30 billones, que equivalen a cerca de la mitad del PIB del 2005. Es decir, uno de cada cinco pesos cotizados para la previsión se lo han embolsado las AFP y cías. de seguros. Las comisiones pagadas a las AFP equivalen a la tercera parte del total de intereses, dividendos y otras ganancias logradas por el fondo de pensiones, los que suman $ 18,554,242 millones en el mismo período. Hay que considerar que hasta el 2005, las comisiones cobradas por las AFP alcanzaban casi a la mitad del total de ganancias del fondo de pensiones, proporción que es más realista, puesto que lo más probable es que la extraordinaria ganancia del 2006 no solo no se repita, sino se esfume en buena medida.



El año 2006, las AFP y cías. de seguro relacionadas se embolsaron $ 408,326 millones de pesos en comisiones. Para hacerse una idea de lo que significa esta cifra, ella es el doble de lo que el Estado gasta anualmente en pensiones asistenciales. Equivale aproximadamente a ocho veces el costo de operación del INP. Esta institución, como se sabe, tiene oficinas en todo Chile, recauda el doble de cotizaciones que la AFP más grande, puesto que cobra todas las cotizaciones del FONASA, paga pensiones a las tres cuartas partes de los adultos mayores, y por si fuera poco, administra un fondo de pensiones de 40 mil millones de pesos. Adicionalmente brinda una serie de otros servicios a los adultos mayores, como vacaciones y otros, que las AFP jamás han siquiera imaginado brindar.



Como ha declarado el presidente de la CUT el asunto en estos momentos es muy claro. No se está tocando a las AFP. O los chilenos van a continuar forzados a depender de estas empresas, o se reforma en serio el sistema de pensiones contributivas. Es necesario y factible -como lo demuestra un estudio de CENDA presentado al Consejo Asesor – restablecer un pilar de reparto con cargo a contribuciones patronales, que permita recalcular las pensiones a todos los que jubilan por AFP y garantizar a todos y especialmente a las mujeres, pensiones al menos equivalentes a las que otorga hoy el sistema antiguo. Debe terminarse con la afiliación obligatoria a las AFP y todos los chilenos deben poder inscribirse en el INP. Éste puede recaudar todas las cotizaciones y pagar todas las pensiones, así como contratar todos los seguros, a un costo operacional reducido, administrar el pilar de reparto y arbitrar un nuevo sistema de gestión del pilar de capitalización. Este último debe pasar de único sostén de las pensiones contributivas a pilar complementario y las AFP – ojalá muchas de ellas, como existen en otros países, y al menos una estatal – deben remitirse a lo que dicen saber hacer, que es invertir los fondos de pensiones. El parlamento tiene la palabra.



Y en cuanto al presidente de las AFP: Ä„las patitas!

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Manuel Riesco. Economista (mriesco@cendachile.cl).