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Agricultura del nuevo milenio


Al mirar la agricultura, no puede sino sorprender las distintas direcciones que proyecta en el mundo.



Enfrentamos una agricultura globalizada, no para proveer de productos abundantes o por diferencias estacionales entre norte y sur, sino para responder a un mercado internacional que se ordena según cuán competitivo son los productos.



Estamos en presencia de una agricultura extendida, en la medida que su desarrollo depende del acceso que se logra a una gama de actividades que van más allá de la agricultura, especialmente de servicios.



Como agregado, la agricultura pone énfasis en una agricultura sinergética. Es decir, sus resultados dependen más de las externalidades que se logra en la economía y menos de las reacciones individuales de las unidades productivas.



Otro atributo que se impone es la agricultura de cadenas. Es cada vez más fuerte la concatenación de la actividad agrícola con otras empresas del ámbito industrial, que tienden a compartir tecnología, destrezas, información, insumos, clientes, y proveedores. Son grupos de empresas u organizaciones locales que se van fortaleciendo cada una en su campo y que contribuyen en conjunto a un producto final.



Se refuerza también una agricultura contractual orientada a determinados mercados y a cumplir con determinadas exigencias del distribuidor. Se trata de satisfacer una demanda alimentaria de una calidad tipificada. Satisfacer esa demanda trae consigo la necesidad de establecer contratos que regulen la participación entre las partes.



Los supermercados son los principales articuladores. Logran operar a gran escala, en un proceso de consolidación y multinacionalización, ordenando, transformando y dominando las reglas del juego. Para los agricultores, las posibilidades de realización de la producción quedan subordinadas a las normas dadas por estas empresas. Se fomentan así relaciones que van desde informales a más formales, verbales o por escrito, pero que asumen igualmente un carácter contractual.



Se manifiesta además una agricultura asociativa que fortalece a la producción cuando se reconstituyen formas de organización social. Se establecen mecanismos que buscan facilitar la interacción entre los agentes productivos, avanzando en la generación de mecanismos de acceso a los mercados y a los bienes públicos y en la solución de conflictos. Son alianzas estratégicas establecidas para contrarrestar las imperfecciones de los mercados y la debilidad de las instituciones. Reportan beneficios superiores a la acción aislada de cada una de las partes que intervienen en la producción y distribución.



Cuando se busca el manejo sustentable de los recursos naturales, surge la agricultura sostenible. Los problemas medioambientales seguirán teniendo gravedad. La pérdida de biodiversidad causada por la intensificación de la agricultura continuará en la mayoría de los países del mundo, incluso donde la naturaleza tiene una alta valoración.



Las prácticas tradicionales son ahora complementadas con prácticas de una agricultura de nichos. Es una agricultura que se ha venido imponiendo al ritmo de los dictámenes de los mercados. Pretende satisfacer determinadas condiciones tanto de la oferta como de la demanda, especialmente cuando va dirigida a los países desarrollados.



Hay una tendencia en la inversión a generar una agricultura de cultivos genéticamente modificados, cuyo centro de atención se desplaza desde los cultivos tolerantes a los plaguicidas a una gama de cualidades como la mayor resistencia o tolerancia a la sequía, al anegamiento, a la salinidad y a temperaturas extremas, o mayor resistencia a enfermedades y mejores valores nutricionales.



En cuanto a la agricultura de cultivos orgánicos, ésta se ha visto reforzada por la preocupación del público acerca de la contaminación, la inocuidad y la salud humana y animal, así como por el valor dado a la naturaleza y al campo. Los consumidores de los países desarrollados pagan sobreprecios por ellos, mientras que las subvenciones ayudan a que esta agricultura resulte viable.



Al final de este balance, surge la pregunta: ¿cómo andamos por casa?



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Pedro Tejo. Profesor, Universidad Central.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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