Publicidad

Al Gore: una verdad incómoda


«Una verdad incómoda» es una interesante -y, hoy en día, casi imprescindible de ver- iniciativa mediática que versa sobre el cambio climático que espera al mundo y a las generaciones futuras. «Una verdad incómoda» es un documental protagonizado -en todo sentido- por Al Gore, el «ex futuro presidente de Estados Unidos», tal como él mismo proclama en su introducción. La simpatía que ese gesto le granjea a Gore ante el público de la aldea global es innegable, sobre todo teniendo en cuenta que la película se estrenó antes de las últimas elecciones legislativas en Estados Unidos y de la consiguiente debacle republicana. Bush se ha transformado en pato cojo, y sus iniciativas medioambientales han caído en saco roto. Ya no tiene la mayoría necesaria para avalar sus proyectos de prospecciones petrolíferas en diversos santuarios de la naturaleza situados en su propio territorio, y el desastre del Katrina ha dejado cicatrices en todo el país y huellas perdurables en el orgullo de los individuos y de la colectividad. Bush tampoco tiene autoridad moral para que su país siga exportando su modelo de usar y tirar -vidas, recursos, y objetos de consumo- al resto del mundo con la impunidad de una potencia hegemónica. Sus aventuras guerreras han vuelto a traer a los salones de media humanidad, como sucedió con Vietnam, aunque esta vez también con la mediación de Internet, la horripilante violencia a la que Estados Unidos somete al pueblo de Irak por obra y gracia de su política geoestratégica y energética, de incierto futuro.



A lo largo de los ochenta minutos del documental, Al Gore conducirá a su audiencia, en un entorno propio de una conferencia universitaria, por los meandros de la incómoda verdad que se propone desvelar. El guión se adecua a este entorno y lo sigue en la rápida enunciación de estadísticas, de ilustración de principios científicos y de verdades incontestables. Conclusión: el mundo probablemente se hundirá en una sucesión de catástrofes climáticas y medioambientales que no tienen vuelta atrás. Es decir, no tienen vuelta atrás bajo el actual estado de cosas. Y el responsable del actual estado de cosas es………. (rellene la línea de puntos). Según la información que está al alcance de cualquiera, Estados Unidos es actualmente el productor del 30 por ciento de las emisiones totales de gas invernadero.



Quizá debido a esa portentosa verdad de las estadísticas, el acierto de Gore consista sobre todo en llevar el problema de la contaminación y de los estragos medioambientales al terreno de la moral, cuando dice que se trata de «a moral issue» (un problema moral). Un problema moral, desde luego, para los estadounidenses, que tienen un promedio de veintidós electrodomésticos y tres coches por hogar y cuya población, siendo aproximadamente el 5% de la humanidad, consume un 25 por ciento de los recursos. Pero también un problema moral para el resto de la humanidad, porque los estragos de las hambrunas, la sequía, el agotamiento de los recursos hídricos y la multiplicación de los flujos migratorios que precipitará todo lo anterior incidirán en la marcha de los asuntos internacionales y darán al traste con cualquier idea de nuevo orden mundial. La intención de Gore no es culpabilizar únicamente a esa sociedad de la abundancia que es Estados Unidos. Convertido en portador de la herencia racionalista que vio nacer a una nación de grandes líderes, con dedo acusador, Gore nos señala a todos los que queremos parecernos a los estadounidenses, al menos en los vectores maestros de su modelo de consumo. Y ésos somos fundamentalmente los europeos, los asiáticos, los americanos y los africanos, es decir, ni más ni menos que la humanidad entera.



Más allá del documental estudiado en todos sus detalles y perfectamente realizado, más allá de su gran capacidad de síntesis y de medios técnicos y de investigación al servicio de la protección del medio ambiente -una actividad que el «ex futuro presidente» conoce bien-, hay quienes dicen que «Una verdad incómoda» podría ser un instrumento que allane el camino a un tercer asalto de Gore a la Casa Blanca. En efecto, las conclusiones de los últimos estudios sobre la aceleración del cambio climático dan la razón a quienes sostienen los argumentos más catastróficos. Sólo seis meses después de su estreno, los peores escenarios que el equipo de Gore grafica en este documental, ya se han visto superados por las perspectivas más pesimistas que arroja el último Informe del Programa de Naciones Unidas para el Cambio Climático. En un marco de incipiente investigación sobre los efectos del «feedback» climático y sus consiguientes «paradojas», el discurso de Al Gore podría ser el motor de un gran cambio que orientara a la opinión pública estadounidense hacia la solución de los problemas verdaderamente globales y, por eso mismo, sacara a Estados Unidos del atasco en que se ha metido en Irak y en Oriente Medio.



________





Alberto Magnet, escritor y traductor. Reside en Barcelona.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
Publicidad

Tendencias