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Política ficción


El mañana es siempre incierto y cualquier especulación al respecto es, ineluctablemente, una empresa temeraria. No obstante, como lo saben empresarios y gobiernos, no se trata de un esfuerzo ocioso e inútil. Para ello se ha ideado una manera de aproximarse al futuro con un mínimo de herramientas. Así, mientras la ciencia trata de «hechos o fenómenos tenidos por ciertos» a los que trata de explicar por la vía de «leyes posibles» o teorías, la prospección avanza de modo inverso: se acerca a «hechos posibles» provista de «leyes científicas aceptadas» o tenidas por ciertas.



En el Chile de hoy, podemos intentar una suerte de prospección política de mediano plazo, tomando como «hecho posible» un triunfo de la «derecha» en las próximas elecciones presidenciales. Aclaremos que se trata de un ejercicio de «política ficción», pero no por ello menos interesante. Examinemos los antecedentes.



El actual gobierno de la Concertación representa el cuarto periodo de la coalición, de manera que carga con un pasado político de quince años. Es bueno tener en cuenta este dato pues lo que aparece como la «crisis» de un gobierno es más bien la «crisis» de una coalición de gobierno que se remonta a los primeros años de la década pasada.



La señora Presidente hereda pues una coalición desgastada. Los síntomas son inequívocos: falta de unidad en sus propias filas, acumulación de escándalos y desaciertos en una administración errática, carencia de un horizonte histórico y de sentido político, desaceleración económica y descontento generalizado, por no mencionar hechos de corrupción e incapacidad para superar el modelo económico, político y cultural del que se hizo cargo el siglo pasado.



Este diagnóstico por sí mismo no abre la posibilidad de un triunfo de la derecha. Pues, en rigor, la Alianza muestra tensiones y fisuras nada desdeñables. Por de pronto, hay un hiato entre la derecha conservadora apegada a un cierto fundamentalismo cristiano, revestida hoy con rasgos populistas y demasiado próxima al mundo castrense, y una derecha pragmática, liberal y cosmopolita que se erige como potencial alternativa de poder. Pero, insistamos en ello, los defectos y fracasos del adversario político no representan necesariamente una condición de posibilidad para el éxito.



El éxito de un candidato de derechas exige algo más, a saber: ofrecer al país un sentido histórico y político en un mundo en vías de globalización. Esto significa, en términos técnicos, crear un «proyecto mitopoyético» capaz de instalarse en el imaginario de las masas. El sustrato cultural sedimentado por el actual modelo económico crea condiciones favorables para una empresa tal.



Una derecha que alcance su unidad alejada de los discursos autoritarios que rememoren el desprestigiado pasado militar y al mismo tiempo distante de marcos valóricos dogmáticos, pero próxima a la vida cotidiana en una sociedad de consumo resulta muy atractiva para el sentido común. Una derecha que forje una imagen de promesa y renovación, esto es, una derecha joven, flexible, democrática, eficiente, lúdica y espontánea representaría una clara alternativa de poder en el Chile de hoy.



Para la Concertación, incluida a izquierda, el desafío es inmenso. Se trata de reconquistar una plaza que ocupó tras el ocaso de la dictadura. Se levantan dos claros obstáculos: primero, el tiempo histórico es más que escaso y segundo, dadas las actuales «reglas del juego» es casi imposible volver a instalar una promesa que reencante a la ciudadanía. Por lo demás, los personajes que encarnan el proyecto, envejecidos, cansados y desacreditados, no parecen estar a la altura de la única salida posible.



El lugar de la promesa en el imaginario de la sociedad chilena fue ocupado hasta hace poco por la Concertación, sin embargo eso es pasado. Lo menos que se podría afirmar es que tal lugar es hoy un espacio en disputa. En las sociedades burguesas del siglo XXI, la era de la «demonización» del adversario responde a una época ideologizada que va quedando atrás: como nunca antes, la política es hoy mediatizada y preformativa. En este panorama de política ficción, un triunfo de la derecha política en Chile ha dejado de ser impensable para devenir cada día más probable.



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Álvaro Cuadra. Investigador y consultor en comunicaciones / IDEES

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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