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Reforma educacional y resultados del Simce


Desde hace más de 10 años se encuentra en marcha la denominada Reforma Educacional cuyos objetivos son aumentar la calidad y la equidad del sistema educativo. Durante su desarrollo se mejoraron en forma sustantiva las remuneraciones de los docentes, se modificó el currículo, se estableció la jornada escolar completa, se impulsaron programas especiales para las escuelas en riesgo o prioritarias, se evaluó el desempeño profesional docente y el gasto en educación prácticamente se duplicó como porcentaje del PIB.



El año 1998 se estableció la línea base de 250 puntos sobre la cual deben interpretarse los resultados del SIMCE. En efecto, puntajes sobre 250 significan avances y bajo 250 puntos retrocesos y, en consecuencia, bajo o nulo impacto de la política pública. En este contexto, los resultados obtenidos por los alumnos de 4ÅŸ Básico y 2ÅŸ Medio en el SIMCE 2006, que fueron informados por la Ministra de Educación el día Miércoles pasado, no difieren de los comunicados en años anteriores y demuestran que no hay cambios significativos ni en calidad ni en equidad.



Salvo excepciones, prácticamente en todas las áreas los resultados se sitúan ligeramente sobre o bajo 250 puntos lo que indica que no se avanza en calidad. Por otro lado, al examinar los resultados por nivel socioeconómico, igual que en años anteriores, la tendencia indica que los estudiantes de estrato bajo obtienen puntajes levemente sobre los 200 puntos, en cambio, los de estrato alto muy próximos a los 300, dejando en evidencia que tampoco se avanza en equidad.



Estos resultados hacen pensar que la Reforma Educacional constituye un fracaso si se la juzga desde la perspectiva del nivel de logro de sus objetivos ya que los cambios no impactaron donde se suponía que debían impactar. Un breve análisis de ellos indica que los aumentos de remuneraciones a los docentes no se traducen en mejores rendimiento de los alumnos, que la extensión de la jornada escolar no cumple su función por cuanto es más de lo mismo, que los programas especiales no dejan instaladas estructuras permanentes y que la evaluación profesional docente se transforma en una formalidad si, como es sabido entre los profesores, se puede comprar una planificación.



Aparentemente los cambios impulsados por la Reforma producen efecto en las condiciones de operación del sistema pero no en los niveles de productividad y menos en las diferencias de rendimiento producto del origen social de los estudiantes. La Reforma funciona bien sólo en teoría, en el esquema, en el papel pero, se encuentra lejos de la realidad. No ha logrado penetrar en la profundidad de la cultura del sistema educativo transformando decididamente las practicas educativas. Como en otros proyectos sociales, la visión tecnocrática fracasa debido a que se olvida que finalmente son las personas con su historia y su cultura las que interpretan y determinan el éxito o fracaso de un proyecto. En el papel el docente es el actor principal pero, en la practica nos olvidamos de él y del entorno social en que debe trabajar. Los resultados informados dejan en evidencia las vergonzosas desigualdades sociales que presenta nuestra sociedad, que las buenas intenciones no bastan y que estamos lejos de avanzar hacia una sociedad más justa y solidadria.



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Luis Gajardo, director de Sociología de la Universidad Central

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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