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Un partido y un programa antineoliberal


El gran ausente es un referente de izquierda para darle perspectiva política al proyecto. Esta alternativa -ya es una evidencia- no saldrá de la izquierda concertacionista desprovista de la voluntad para revertir las correlaciones de fuerza favorables a los neoliberales que hegemonizan el conglomerado gobiernista. Y todo cambio de retórica no será más que gatopardismo.



Una nueva estrategia de desarrollo económico solidario, sustentable y ecológico sólo será el resultado de inversiones públicas masivas que deberán aplicarse con los excedentes del precio cobre y con la recaudación fiscal resultado de un aumento sustancial de la tributación a las grandes empresas, rentas, patrimonios e ingresos. Habrá que apostar a la implantación y desarrollo de las industrias del conocimiento, culturales, de energías alternativas y otras donde de manera tripartita (empresarios, sindicatos y el Estado) se planifique un programa de innovación tecnológica y científica a mediano plazo. Tal plan de desarrollo económico implica construir un vasto sistema público gratuito de formación superior técnica y universitaria que prepare a los jóvenes para acceder a los empleos de la sociedad del conocimiento. Esta voluntad está ausente del establishment de los economistas concertacionistas que han sido durante años colonizados ideológicamente por el neoliberalismo. La realización de este programa -los últimos 16 años nos lo prueban- no será posible sin amplias movilizaciones sociales estudiantiles y ciudadanas. Es la única manera de disputarle el uso y control de los excedentes económicos del país a la tecnocracia neoliberal. La expansión de la educación contribuirá a democratizar la sociedad: el poder, el acceso a la información y la economía.



Inspirémonos de Gramsci y de la realidad latinoamericana. Aprendamos a disputarles el poder a las clases dominantes con la fuerza de nuestras ideas, de nuestra cultura, de nuestra práctica organizativa. Basta mirar alrededor nuestro para ver cómo a medida de que el proyecto burgués y neoliberal avanzan, la explotación del trabajo humano, la devastación ecológica junto con el aumento galopante de las desigualdades, las aberraciones del mercado, las guerras imperiales, la corrupción, el fanatismo integrista de la religión, la desinformación debido a la manipulación mediática, la vigilancia electrónica y la violación de las libertades individuales, es decir, los diversos rostros de la barbarie planetaria contemporánea se hacen visibles y dejan su impronta en las consciencias.



Busquémos restituirle su carácter ético a la política de izquierda. A darle un impulso movilizador a la pasión por la igualdad y canalizar la rebelión social latente en un proyecto de transformación social que devuelva la dignidad a los ciudadanos.



Somos muchos quienes vemos con preocupación el juego estratégico de los actores políticos sistémicos y la urgencia de enfrentar los nuevos desafíos con lucidez propositiva. Un salto hacia adelante para defender la Igualdad, la vida digna, el derecho a la felicidad para todos y la democracia social, política y económica nos obliga a hacer el esfuerzo de aunar conciencias y voluntades para aportar soluciones al mundo del capital, de la explotación, del consumo irreflexivo, del oscurantismo religioso y del individualismo egocéntrico, que defienden las corrientes políticas del actual sistema.



Mañana será demasiado tarde. En esto no se nos irá la vida pero sí puede desperdiciarse la posibilidad de construir una fuerza política que luche por un país mejor en la cual todos los que quieran participar tengan un lugar para desplegar sus iniciativas ciudadanas. Necesitamos un partido que retome las luchas y los ideales de los nuestros, que rompa con la lógica del derrotismo del grupúsculo y la impotencia, que integre las nuevas prácticas y que nos permita transmitir a los que vendrán nuestra esperanza en un Chile justo, solidario, democrático y ecológico.



La inteligencia política, la voluntad, la unidad en la acción dependen del poder fundamental propio e inalienable de todo individuo de actuar colectivamente para cambiar el orden de cosas. Este poder, que constituye al hombre -su ‘es sencia’- en su historia social, no se aniquila ni destruye. Al contrario, se despierta, porque de nosotros depende activarlo con el impulso del encuentro con los otros, mis iguales en poder, libertad de acción y de pensamiento. Pero hay que estar dispuestos a que nos ‘nazca la consciencia’, como decía la luchadora guatemalteca Rigoberta Menchú, para poder actuar juntos ahora.



Es lógico, muchos tendremos que ‘reprogramarnos’.



Es mi llamado a la acción política portadora de promesas. Construir el partido que nos falta: una forma de movimiento de reencuentro y de partido de la izquierda chilena moderna a la vez; de cantera de liderazgos jóvenes comprometidos con la pasión por la igualdad social, pero sin concesión ninguna con el mundillo del neoliberalismo y su corte de fieles servidores, del lucro irracional, de la explotación, de la corrupción, de la destrucción ecológica del género humano. Necesitamos ese instrumento político de la inteligencia colectiva al servicio de todos los chilenos y chilenas que con un programa antineoliberal y democrático nos ayude a transformar el presente y poder imaginar el futuro.



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(*) Las medidas anunciadas por la Presidenta en su Mensaje eran absolutamente previsibles. En una columna nuestra publicada en El Mostrador.cl el 9 de Enero de 2007, escribíamos: » Pero el gobierno Bachelet tiene el poder de gastar. Quedarán para mediados de año los fuegos de artificio que serán desplegados en la carrera preelectoral anunciada. Los altos excedentes cupreros concentrados bajo la forma de superávit fiscal en manos de la tecnocracia estatal le permitirán a la Concertación poner plata en medidas sociales puntuales. Sin planificación estratégica, tales programas se inscribirán en una lógica electoralista».



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Leopoldo Lavín Mujica, Profesor, Département de philosophie, Collčge de Limoilou, Québec, Canadá.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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