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Iturriaga Neumann y sus camaradas de civil


Moro viejo no puede ser buen cristiano dice el viejo refrán español, cargado de connotaciones, claro está. Pero si lo desprejuiciamos nos viene como anillo al dedo para valorar la actitud del delincuente Jorge Iturriaga Neumann, quien se ha dado a la fuga en busca de evitar el cumplimiento de una condena por el gravísimo delito de secuestro calificado.



Muchos civiles y militares hicieron del delito un estilo de vida en los nefastos días de la dictadura militar. Esperar que un sujeto que está condenado por un grave crimen e imputado por una serie de otros, entre ellos, el asesinato del comandante en jefe del Ejército en que él mismo sirvió, se entregaría mansamente al cumplimiento de un fallo, es de una ingenuidad mayor. Esta conducta, que ha sido respaldada por otros militares encausados judicialmente, debe ser considerada por nuestros tribunales, tan propensos a conceder prontas y generosas libertadas provisionales a este tipo de procesados. Fueron y son claramente un peligro para la seguridad de la sociedad.



Luego de la caída del nazismo alemán, sus jefes fueron a dar al tribunal de Nuremberg con los resultados que se conocen y esa ideología fue prohibida en Alemania, no existen allí partidos con esa concepción, organizaciones de ex SS, ni agrupaciones de ex miembros de la Gestapo, círculos de procesados por crímenes contra la humanidad, ni fundaciones Mein Fuhler, ni nada que se le parezca. Eso en la democrática Alemania.



Luego del desafiante paso a la condición de prófugo de la justicia, Iturriaga Neumann ha recibido apoyos que para cualquier sociedad democrática serían inaceptables.



El senador Jovino Novoa y su correligionario el diputado Jorge Ulloa han formulado una serie de expresiones que significan, comprensión y respaldo político/comunicacional con el delincuente prófugo y que, de paso, contienen una inaceptable e injustificada descalificación para nuestro Poder Judicial; muestra, en todo caso, el señor Novoa consistente coherencia con su pasado de funcionario de la dictadura militar.



Si el señor Iturriaga Neumann no ha tenido un debido proceso, como alega, pues que concurra a la Comisión Interamericana de Derechos humanos de la OEA.



En el programa Estado Nacional, que nuestro canal estatal emite los domingos por la mañana, su conductora insistió reiteradamente en la necesidad de una solución política para los violadores a los derechos humanos. ¿Cómo podemos compatibilizar que en nuestras escuelas se enseñen y promuevan los derechos humanos y que una funcionaria de un canal estatal propicie su no vigencia por la vía de la impunidad de sus violadores?.



En el programa Tolerancia Cero, el panelista Sergio Melnick, que según se comenta fue impuesto allí por el dueño del canal Sebastián Piñera, nos permitió presenciar el triste espectáculo de un judío promoviendo la impunidad en materia de derechos humanos. Coherente también con su pasado de ex ministro de la dictadura militar.



Durante años nuestra sociedad fue judicialmente permisiva con los criminales de la dictadura militar, entre ellos, su propia figura principal. Un largo camino judicial viene poniendo las cosas en su lugar. Ha llegado la hora que también se actúe con determinación en el ámbito de la comunicaciones y la vida política. La promoción de la impunidad es tan grave como la propia comisión de los delitos que se busca dejar sin sanción. La pasividad jurídica de nuestro gobierno ante estos hechos debe cesar.



La expresión «camaradas» señala a un grupo de personas que tienen las mismas creencias y objetivos. Entonces, El prófugo Jorge Iturriaga Neumann bien podría decir que tiene camaradas de civil.



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Roberto Ávila Toledo. Abogado

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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