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Ataques a Lagos: Una disputa por el futuro


El ex presidente Ricardo Lagos ha sido objeto de múltiples ataques el último tiempo. No se trata de críticas, aclaro, sino de ataques que revelan la preocupación de distintos actores políticos por dañar su imagen. Hay diversas explicaciones a estas actitudes.



Hay gente que no tolera ver a un gobernante de izquierda exitoso. Algunos, desde la derecha, porque piensan que las ideas progresistas son incompatibles con el buen gobierno. Para ellos, la izquierda es criticable no por sus ideas, sino por una presunta incompetencia intrínseca y falta de prolijidad. Si un gobierno desmiente en los hechos esos juicios, se les viene el mundo abajo. Otros, desde la izquierda, piensan que lo único consecuente es estar detrás de un lienzo gritando consignas y presumen que la complejidad de gobernar y de construir mayorías supone hacer concesiones que son incompatibles con una verdadera lealtad con los valores progresistas. Hay un tercer grupo, que incluye personas de todos los sectores, que atacan a Lagos porque viven atormentados con la idea que quiera ser candidato y les arruine sus cálculos electorales.



En todo caso, hay un hecho paradojal en estos ataques a la figura de Ricardo Lagos: hoy son más virulentos que en la época en que era Presidente ¿qué curioso, no? Lo que se disputa realmente no es el juicio histórico sobre su gobierno, sino el futuro político de los próximos años. Los que atacan saben que dañar a Lagos es limitar sus posibilidades electorales o las de otros candidatos de su sector, es reflotar la idea de una izquierda incapaz de gobernar y es reivindicar otras matrices más nostálgicas o más chavistas.



Como sea, que nadie se llame a engaño: la obsesión por Lagos no tiene que ver con el pasado, sino con el futuro.



Esta visión tan sombría acerca de las motivaciones de los detractores de Lagos no lleva a la conclusión de que él no sea criticable. Por cierto que lo es, al igual que toda persona pública. Pero lo que hemos visto en el último tiempo no tiene nada que ver con lo que se conoce como crítica política democrática.



Si hay que criticar a Lagos hagámoslo con propiedad. No cabe duda que en su gobierno se tomaron decisiones equivocadas respecto al diseño del Transantiago. También es un hecho que el medio ambiente no fue el sello de su gobierno.



Por otro lado, Lagos tuvo el mérito de atreverse con el transporte público y apostó a un sistema de primer estándar, que después no hubo la capacidad de llevar a la práctica. Sobre los proyectos que ha habido que postergar o corregir, como la responsabilidad penal adolescente, los tribunales de familia y del trabajo, eran acertados y se pecó en adelantarlos demasiado. Hay que apurar el tranco, decía Lagos. No toleraba que las cosas se empantanaran en la burocracia y empatizaba con el sentimiento ciudadano de que debíamos ir más rápido. Se le pasó la mano quizás, pero eso es preferible a la desidia y parsimonia a la que algunos están acostumbrados.



En el gobierno de Lagos se creó el seguro de desempleo, se duplicó la cobertura de educación parvularia y se eliminó la censura cinematográfica. El acoso sexual y la violencia intrafamiliar pasaron a ser delitos. Se estableció un royalty a la minería. Se duplicó la red del Metro. Se creó el Servicio Nacional del Adulto Mayor. Se firmaron acuerdos de Libre Comercio con: la Comunidad Europea, Corea, China, Nueva Zelanda y EE.UU. Se reformó la salud garantizando iguales derechos a todos los chilenos en las patologías del Auge. Se estableció una reparación austera, pero digna para las víctimas de las violaciones a los DD.HH. de la dictadura. Se terminó con los sobresueldos. Los recursos para la cultura se duplicaron. Se acabaron los senadores designados y los vitalicios. Se creó un sistema de Alta Dirección Pública que asegura meritocracia en el acceso a cientos de cargos públicos. Nos atrevimos a decir NO a la Guerra de Irak. Chile lideró el apoyo internacional ante la crisis de Haití. Se logró al fin tener una Ley de Divorcio. Se estableció el Consejo de la Cultura, la Ley del Cine y la de la Música Chilena. Se amplió a doce años la escolaridad obligatoria. Se estableció financiamiento público para las campañas políticas. Las Fuerzas Armadas se subordinaron al poder civil. Tuvimos a la primera mujer: Generala, Presidenta de la Cámara de Diputados, Fiscal de la Corte Suprema, Canciller, Ministra de la Salud y de Defensa y después de eso, Chile eligió a la primera Mujer Presidenta, Michelle Bachelet.



Por primera vez en la historia de Chile, en el gobierno de Lagos se enfrentó una crisis económica sin producir un aumento de la pobreza y sin dejar de elevar, cada año, el gasto social. Gracias a ello, más de 140,000 familias dejaron de ser pobres durante su mandato. Reformamos la Constitución en puntos fundamentales y avanzamos en la normalización de las relaciones cívico militares. Al terminar su mandato, Lagos dejó a Chile posicionado como un país respetado y prestigioso, más democrático, desarrollado y humanizado.



Cuando un actor político se entristece al saber que disminuyó la pobreza, se alegra al ver los dramas del Transantiago y siente envidia en vez de orgullo al saber que un ex presidente es distinguido a nivel internacional, es porque sólo mira al país con el lente de sus intereses. Eso es lo que hay detrás de la mayoría de los ataques a Lagos. No es el caso de la señora que va apretada en la micro o espera turno en el tribunal de familia. Ella tiene sus razones para criticar, pero también para no perderse ni dejarse manipular.





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Carolina Tohá, diputada

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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