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Conflicto por directorio de TVN


Uno de los cargos de director de TVN (1) tendría que ser asumido por un periodista que posea una reconocida trayectoria nacional e internacional y que dé garantías a los chilenos de que se abocará a trabajar por consolidar el modelo público de información en el canal nacional.



Tal periodista que dará prestigio a TVN, contribuyendo con su larga experiencia en la labor informativa, considerada como un servicio público, no puede ser otro que alguien de la envergadura de Juan Pablo Cárdenas.



¿No es acaso la manera democrática de romper con la lógica de la equiparidad entre los operadores políticos concertacionistas y los inquisidores ideológicos de la Alianza en la cual las elites políticas binominales quieren entrampar la misión de TVN?



Es muy probable que la polémica política entre la Alianza y la Concertación, en torno a la designación por el Ejecutivo de dos directores de TVN, oculte una pugna latente entre los actores que intervienen en el campo mediático.



Mientras ella no se exprese claramente el debate será obtuso y lejano de las preocupaciones de las mayorías ciudadanas. Lo que está en juego es la orientación y los contenidos del poderoso medio televisivo cuya misión fundamental debe ser satisfacer de manera prioritaria y plena el derecho a una información equilibrada, objetiva y veraz. Ya que no se trata sólo de construir permanentemente la identidad nacional o de dejar libre curso a la expresión de algo tan vago como «todas las formas de vida».



Como tela de fondo del debate hay una larga historia. Justo después que Montesquieu estableciera su famosa división tripartita de los poderes públicos, Edmund Burke (2), en 1787, sostuvo la existencia de un Cuarto Poder cuya misión periodística era vigilar y controlar el funcionamiento —en aras de una mayor transparencia— de los tres primeros. Suministrando de manera independiente una información de calidad a la ciudadanía.



Desde aquella época las relaciones de fuerza entre periodismo por un lado y poderes políticos (además de los otros poderes del Estado como el Poder Judicial) por otro, han sufrido profundas modificaciones determinadas por el contexto histórico, económico, social y tecnológico en el cual evolucionan las sociedades modernas.



La naturaleza de las tensiones políticos/periodismo



Estas interacciones entre el mundo político y la profesión periodística son el objeto de estudio de una nueva disciplina conocida como Comunicación Política (*). Aquí se analiza con detención, entre otras cuestiones, el rol e impacto de las encuestas de opinión y económicas (la CASEN por ej.) en la ciudadanía y la actividad de los operadores políticos o expertos en comunicación/publicidad que en los diez últimos se ha acentuado años en el proceso de producción de la información (y su manipulación) de carácter político.



Es precisamente lo que podría estar ocurriendo en el Chile postdictadura: una relación tensa y velada, no exenta de fuerza y poder, entre la elite política y la profesión periodística. Ésta, como bien se sabe es la actividad de profesionales competentes cuya labor es producir una información pertinente, contextualizada y veraz que alimente la reflexión del ciudadano para participar en los grandes debates de manera informada (valga la redundancia).



Existe consenso en torno al valor del trabajo periodístico en una democracia. Su tarea es vigilar a los poderes para que éstos justifiquen y argumenten públicamente cada una de sus acciones.



En este sentido, las actitudes de políticos como Ricardo Lagos que reaccionan iracundos ante preguntas de periodistas acerca de sus realizaciones, no hacen más que ilustrar un fenómeno de fondo en la clase política chilena: la reticencia del político a someterse al ejercicio de la investigación periodística. Sin embargo, tal comportamiento revela también la contraparte: la obsecuencia que un tipo de periodismo dependiente de las empresas mediáticas ha tenido durante años ante el poder político y económico.



Una dictadura deja su impronta en las prácticas y la conciencia de una profesión expuesta más que ninguna otra a la persecución física y mental.



Demás está decir que, con mayor razón, el mismo celo que los periodistas muestran con el ex presidente, tendrían que manifestarlo con Sebastián Piñera, candidato derechista, propietario de medios, bajo sospecha de haber traficado información económica privilegiada para enriquecerse en situación de abuso de poder, o con los propietarios de una poderosa empresa depredadora de los ecosistemas como Celco.



Sin olvidar tampoco que en un contexto neoliberal la tendencia globalizadora se orienta hacia la concentración acelerada de las empresas mediáticas y hacia la constitución de grandes conglomerados multimedia que confunden libertad de mercado con libertad de expresión (4).



Otro desliz peligroso es el borrar las diferencias entre géneros televisivos; al espectacularizar el género informativo (el infotainment en jerga inglesa) deformando por consiguiente la información periodística.



En otros términos, en un marco de aguda competencia entre empresas mediáticas capitalistas, reguladas por el afán de lucro que les procura la publicidad, la información se ha transformado en una mercancía cuyo valor está determinada por su capital de curiosidad. La farandularización informativa quedó evidente en el tratamiento del caso Bolocco y en el de Paris Hilton; sucesos sin trascendencia social.



La vía prioritaria de TVN



TVN tiene por misión rescatar de los mecanismos de la regulación mercantil ese bien público que es la información y restituirle su carácter democrático en la construcción de la agenda informativa. Más aún, cuando se trata de un poderoso medio como la televisión por el cual se informan al menos el 80% de los chilenos.



Llama la atención entonces la facilidad con que la derecha, que nunca se opuso a la represión informativa y periodística durante el régimen pinochetista, se reconvierta hoy de improviso a los ideales democráticos al señalar que «el modelo de TVN debe ser objetivo y debe ser público». En todo caso es una buena noticia.



Lo que llama más aún la atención es la liviandad en el análisis de quienes quieren rebajarle el perfil a TVN al de una ventana abierta sobre «los distintos sectores de la sociedad». Tal tipo de relativismo cultural diluyente corresponde al National Geographic, pero no le va bien a un canal televisivo público de un país donde sus gobiernos postdictadura no han hecho gran cosa para estimular el pluralismo informativo y donde sus parlamentarios sólo ven la paja en el ojo ajeno.



La vía prioritaria del canal del Estado es cumplir con la tarea esencial de informar bien y de promover debates públicos acerca de los desafíos políticos, sociales, económicos y ecológicos de una sociedad en mutación. Para asumir tan importante misión, aparte de disponer de los recursos públicos necesarios, un canal como TVN, que pertenece a todos los chilenos, debe tener como miembros de su directorio a ciudadanos idóneos y competentes en el ejercicio de la profesión informativa, además de poseer una sólida formación ética en comunicación pública.



Por ello, es necesario la presencia en el directorio de TVN de periodistas con el peso de la experiencia y el reconocimiento internacional de Juan Pablo Cárdenas.





(1) De los cuatro de deben ser designados de aquí a marzo 2008
(2) Filósofo político de origen irlandés que elaboró una crítica conservadora a la Revolución Francesa (1729-1797).
(3) La Comunicación Política estudia la naturaleza de las relaciones entre periodistas y políticos, los efectos de los mensajes políticos en una audiencia, el peso de las campañas electorales en los comportamientos de voto, las emisiones de TV donde participan políticos fuera de contextos electorales, los libros escritos por los políticos, etc. Ciertas escuelas como la británica Glasgow Media Group o la norteamericana de W. Gamson ponen el acento en la dimensión formal del mensaje político. Las referencias teóricas por el momento vienen de la sociología y de la semiología. (Ver Penser la société des médias, Revue Le débat, Gallimard, n. 138 janvier-février 2006).
(4) «El desarrollo de Internet y la explosión de su uso en blogs, chats, foros políticos y culturales está generando una nueva tendencia que si se afirma nos hará entrar en una nueva era de la comunicación favoreciendo la circulación de la información pero borrando el rol de los mediadores que, sin embargo, son indispensables para la geometría del espacio democrático», afirma Christian Delporte en artículo, De la propagande Å• la communication, en Penser la société des médias, Revue Le débat, Gallimard, n. 138 janvier-février 2006, páginas 30 a 45.




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Leopoldo Lavín Mujica, Profesor, Département de philosophie, Collčge de Limoilou, Québec, Canadá.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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