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Trabajadores contratistas: El problema de fondo


Lo que va del año ha servido para mostrar, una vez más, que en nuestro país los temas laborales son campo donde abundan el ardor y la convicción pero escasean los datos objetivos, el análisis serio y la opinión profesional. Hay quienes enfrentan los asuntos laborales con la misma inalterable receta: no más sindicatos, aumentos salariales ni negociación colectiva, porque perjudican el crecimiento económico, el empleo y las ganancias. Lo más probable es que esta cerrazón contraria a reconocer derechos laborales esté contribuyendo poderosamente a la actual efervescencia social y laboral.



En efecto, una observación objetiva muestra que respecto a la subcontratación laboral que utilizan las grandes empresas en nuestro país existen graves problemas: Las cadenas productivas que explotan son tan extendidas que diluyen la responsabilidad de las empresas mandantes en el pago efectivo de salarios a los trabajadores subcontratados. El trabajo subcontratado se realiza en general bajo peores condiciones de seguridad. De hecho, la incidencia de accidentes graves y fatales parece ser mayor en las faenas subcontratadas. Por otro lado, existe un alto grado de abuso de la subcontratación que muchas veces esconde una subordinación directa de los subcontratados respecto de la empresa mandante. En actividades importantes conviven trabajadores directos e indirectos realizando las mismas faenas, bajo las mismas órdenes y en una misma jornada laboral, pero recibiendo los subcontratados sueldos notoriamente más bajos. Esta situación se ha agravado con el aumento de las empresas que utilizan trabajadores subcontratados en sus faenas principales.



La polémica y discutida ley de subcontratación sólo apuntó a resolver los dos primeros problemas; nada decía sobre los demás. Cuando se aprobó la ley a nadie parecieron preocuparle sus falencias; a los trabajadores subcontratistas sí. Una explicación plausible de los recientes movimientos sindicales en pro de mejoras salariales y laborales, es que el nuevo marco legal de la subcontratación laboral fue insuficiente y no dio cuenta de los serios problemas que arrastra la externalización en Chile.



Así las cosas, antes de enfrentar las movilizaciones sindicales de este año entonando una vez más la consabida letanía de los supuestos peligros que existirían para la legalidad, la estabilidad de los negocios y el éxito empresarial, sería prudente recordar que:



1) La negociación supraempresa ni es ilegal ni está prohibida en Chile. Lo que existe es el derecho legal de las empresas a negarse a negociar a nivel supraempresa. Hasta ahora había bastando con negarse, pero esa norma está estimulando la coordinación y unidad sindical para obtener una negociación colectiva efectiva que enfrente los puntos no resueltos por la ley de subcontratación.



2) El abuso que han hecho grandes empresas de la subcontratación revela que la utilizan como medio de rebaja salarial y no como instrumento de especialización productiva: no existe otra razón para externalizar las faenas del giro principal en las propias dependencias de la empresa mandante que el ahorro laboral. Enfrentados a tal situación, los trabajadores subcontratados no tienen ninguna norma legal vigente que los ampare. Sólo les queda organizarse e interpelar a la empresa mandante, que es la más solvente y que dirige toda la cadena productiva.



3) En lo que va corrido del año ya se han verificado al menos cuatro importantes negociaciones supraempresa en cadenas productivas encabezadas por algunas de las empresas más grandes del país y en actividades de gran importancia (forestal y gran minería del cobre). Estas experiencias han demostrado que varias empresas, de muy distinto tamaño que explotan en común una misma cadena productiva, sí pueden llegar a acuerdos sin dañar el empleo ni la productividad, promoviendo mejores salarios y obteniendo una aliviadora estabilidad laboral y social en sus negocios. Si las aprensiones de los gremios empresariales fueran ciertas, no se explica cómo estas grandes empresas han logrado llegar a acuerdo con sus contratistas y trabajadores subcontratados, ni porqué destacados gerentes han manifestado su conformidad con lo acordado y su compromiso por cumplir los acuerdos obtenidos.



4) Las recientes movilizaciones han demostrado que mientras las empresas mandantes más rechazan la negociación con trabajadores subcontratistas, más fuerza, legitimidad y apoyo transversal obtienen los trabajadores e incluso amplían sus demandas. Negarse a negociar con ellos fue una pésima táctica empresarial que no sirvió de nada.



En suma, a falta de soluciones legales, los trabajadores han encontrado en la unidad y fuerza sindical una herramienta más expedita y eficaz para resolver sus problemas. Mantener la negativa a crear dispositivos legales que canalicen estos y futuros conflictos laborales no los hará desparecer: los seguirá incrementando. Empecinarse con negativas no impedirá que los trabajadores subcontratistas se sigan movilizando y presionando. Para bien de todo el país, ha llegado la hora de negociar.





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Diego López. Abogado. Profesor de Derecho U. Alberto Hurtado.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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