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Los BRICs y el capitalismo reloaded


Hace un par de años, en 2003, a los economistas Wilson y Puroshothaman del Morgan Stanley se les ocurrió proyectar las tasas de crecimiento económico de Brasil, Rusia, China y la India, para ver cómo se iría modificando la posición relativa de estos países en la economía mundial. Se concluía que dentro de cuatro decenios el Producto Interno Bruto (PIB) de esos países (a los que a veces se agrega Sudáfrica y, menos, México) será mayor al que entonces alcance el actual G6 de países más desarrollados. Ahora, ese cálculo matemático se ha transformado en ideología. A los BRICs se asigna una capacidad casi infinita de crecimiento, empujando a otras economías «emergentes» por la misma ruta. Podrán las viejas potencias industriales sufrir diversos problemas; a los BRICs supuestamente no los detendrá nadie. Los BRICs se han constituido en EL Dorado del capitalismo reloaded.



El crecimiento económico de los BRIC ha sido, de hecho, bastante espectacular. Hace diez años nadie se habría atrevido a predecirlo. China y la India se mantenían como economías muy cerradas, Rusia pasaba por varias crisis financieras, internas como externas, que la llevaban al borde de la quiebra, y Brasil parecía hundirse en sus deudas externas. En el nuevo milenio, sin embargo, estos cuatro países han pasado a constituirse en pilares fundamentales del crecimiento económico mundial. En el año 2007, el crecimiento económico de China fue mayor, en términos absolutos, que el crecimiento de los EE.UU.. El crecimiento esperado de la India en 2007 es de un 9 por ciento, y junto con China, hará el mayor aporte al crecimiento económico mundial. Rusia proyecta, para este año, un crecimiento de alrededor del 7 por ciento, y Brasil podría alcanzar más del 4 por ciento.



La conclusión lógica de proyectar estas tasas de crecimiento hacia el futuro, como lo hace el Fondo Monetario Internacional y muchos otros organismos oficiales, es que durante los próximos decenios tanto la economía mundial en su conjunto, como el grupo BRIC, seguirán creciendo a niveles históricamente desconocidos. La inserción de la «periferia» en el centro del capitalismo mundial, o su «re-orientalización», como escribiera André G. Frank hace años, habría significado su tremenda revitalización. El capitalismo reloaded estaría abriendo así una nueva etapa en la historia de la humanidad.



Fuera de los aspectos ecológicos, que hacen dudar del realismo de un tal escenario, o de cuestiones de orden político ( y militar, por cierto), existen, sin embargo, una serie de consideraciones puramente económicas que lo invalidan. Las preguntas esenciales pueden reducirse a las siguientes: ¿Pueden las economías del G6 de países más ricos y avanzados de la actualidad sobrevivir la pérdida relativa de importancia económica mundial o su propia desindustrialización, como actualmente sucede con los EE.UU.? Y si la respuesta es negativa, ¿no serían de esperar graves consecuencias negativas también para los BRICs? ¿A partir de qué etapa de crecimiento podrá la enorme acumulación de capacidad productiva y de exportación de los BRICs transformarse en una sobreproducción global? ¿De qué manera serán afectadas las relaciones no sólo entre BRICs y países industrializados, sino entre los BRICs y otras economías «emergentes» por la crisis financiera y crediticia global cuyos primeros síntomas se perciben en la actualidad?



Las matemáticas no dan para responder estas preguntas, y mucho menos los modelos económicos, en los cuales el FMI basa sus pronósticos del crecimiento mundial, presentados ahora trimestralmente, como si fuera posible medir variaciones económicas globales en tan cortos períodos. La experiencia histórica muestra, sin embargo, que un cambio tan profundo de traspaso de hegemonía y preponderancia económica como el que parece perfilarse actualmente, siempre ha ido acompañado de graves trastornos económicos mundiales. Estos obviamente no sólo han afectado a las potencias en declive, sino también, a las ascendentes, y aquellas que van en su arrastre. Es poco probable que esta vez el desarrollo sea muy diferente, por mucho que estemos viviendo en una época que económicamente parece excepcional.



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Alexander Schubert es economista y politólogo

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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