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Queremos ser informadas, pero no violentadas


Actualmente, la realidad se presenta cada vez más diversa, compleja y cruzada de información e interpretaciones sobre la realidad. La globalización, la aceleración de la circulación de la información, así como la diferenciación de estilos de vida y grupos sociales que desarrollan nuevas concepciones y demandas, han ido conformado una sociedad rica en debates y nuevos encuentros que, al mismo tiempo, nos ha dado la posibilidad de ser conscientes y partícipes de lo que acontece minuto a minuto. Estamos frente a una sociedad que cambia constantemente de movimiento, pero los horizontes de cambio no son evidentes.



Los medios de comunicación, que tienen la misión de informar, educar y entretener, son un medio de elaboración e interpretación del sentido de los cambios. En muchas ocasiones juegan un papel fundamental al hacer visibles reclamos, quejas y problemas de ciudadanos/as distanciados de las instituciones y de círculos de decisión. Muchos de ellos dejan traslucir en sus páginas y ponen al aire en sus transmisiones, temas relevantes en la definición de un horizonte nuevo de sociedad. Sin embargo, los medios de comunicación hegemónicos y comprometidos con fuerzas políticas de derecha, usan sus páginas para ampliar las agendas, las posiciones y las estrategias políticas de fuerzas conservadoras y de grupos económicos. Para hacerlo, ponen permanentemente en cuestión las motivaciones, decisiones y logros de otras fuerzas sociales y políticas, y el funcionamiento de instituciones que no controlan. Por otro lado, en búsqueda permanente del rating, renuncian a su potencial capacidad de formar, de motivar e inducir una mayor reflexión personal y colectiva.



De esta forma, debemos estar alertas a las estrategias de manipulación unidireccionales que tratan de moldear qué debemos pensar y cómo debemos hacerlo. Aprovechándose de una posición monocorde han ido, día a día, empobreciendo la realidad, visibilizando algunos problemas sobre otros y creando, a la vez, una cultura de lo desechable, donde todo tiene que ser rápido, no hay tiempo para pensar ni tampoco para analizar procesos.



En esta nociva jugarreta, los medios de comunicación han ido apostando por crear una agenda informativa donde las tragedias y el sensacionalismo parecen ser lo único digno de informar. Así, experimentan con la farándula, el miedo y con diversos tipos de violencia, temas y formas negativas que, en vez de ayudarnos a encontrar sentido y desarrollar vínculos humanos y sociales, se erigen como promotores de caos e inseguridad. La información deja de lado a las otras regiones, profundizando la falsa idea de que Santiago es la única ciudad donde suceden cosas importantes.



De esta forma, es necesario hacer un seguimiento crítico del rol que cumplen los medios de comunicación y de su influencia en el clima político y social, en la confianza y desconfianza hacia los otros, en la creación de vínculos personales y sociales. Los medios deberían ser capaces de expresar la pluralidad de debates y voces, y no ser un mero reproductor de los discursos tradicionales de los centros de poder hegemónicos. En la situación actual, resulta conveniente ampliar nuestra mirada hacia aquellos medios de comunicación social alternativos, más abiertos a las transformaciones y a tratar los temas emergentes puestos con sus distintos actores. Como integrantes activas del Observatorio de Género y Equidad, sabemos que muchos ciudadanos y ciudadanas sienten hoy las mismas inquietudes nuestras y quisieran contribuir a este ejercicio de control ciudadano sobre el sentido de los medios, de modo de dar lugar a la sociedad chilena plural que hoy no se siente representada y que requiere de medios que representen su diversidad, así como la densidad y complejidad de las transformaciones que le están sucediendo.



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Virginia Guzmán, Carol Rivera. Observatorio de Género y Equidad

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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