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Editorial: Salario ético y fin de ciclo


La política nacional se ha conmovido por el debate sobre la instauración de un salario ético. Los bajos salarios son un síntoma más de la enorme desigualdad social que se instaló en el país como la contracara o lado oscuro de diecisiete años de crecimiento económico basado en exitosas políticas de mercado. Atacar este problema es urgente.



Lo anterior, marca un fin de ciclo en el desarrollo del país. Para dar un salto adelante, aprovechando lo avanzado, se requiere de decisiones, instrumentos y políticas que en este momento no existen y que sólo un nuevo consenso político podría brindar.



En el momento mismo que Chile recuperó su democracia, eligió un camino de crecimiento y desarrollo que lo transformara en un jugador global en lo económico y en lo político. De pequeño rango, pero reconocido y aceptado como tal en los más prominentes círculos económicos y financieros internacionales.



Para ello usó de manera exhaustiva la legitimidad democrática y la simpatía que despertó la transición chilena en todo el mundo. Pero también de la utilería económica instalada en época de la dictadura. El resultado fue bastante exitoso. Teniendo como base un consenso político sobre una férrea disciplina fiscal, claras reglas del juego económico y paz social alimentada por una tendencia a la equidad, el país se transformó en paradigma de modernización en el ámbito internacional. El momento culminante de la estrategia fue la Cumbre de la APEC, en noviembre del 2005. Chile en el centro del mundo y el país orgulloso de la puesta en escena.



Sin embargo, porque nos hicimos altamente dependientes del espacio internacional, el rol elegido implica jugar todos los días, de manera simultánea, en muchos campos y temas. De partida, para conservar el rol hay que invertir, porque ya pasó la fase de implantación y las simpatías políticas escasean. Ahora se nos exige responsabilidad y consecuencia. Si no lo hacemos, corremos el riesgo de desinvertir o malgastar todo lo avanzado.



Para estar vigentes en la economía mundial, un jugador global pequeño requiere políticas ambientales sanas, una población educada, mercados laborales transparentes y modernos, ciudades seguras e integradas y una innovación total en sus procesos administrativos y productivos. Justamente en estas materias es que nuestro país está haciendo agua desde hace años, lo que ha terminado por "eclosionar" socialmente en la administración Bachelet. No sólo por su impericia política y administrativa, sino también porque el ciclo inicial se agotó, y se requiere algo más que dinero para salir de la encrucijada.



Atrapado en el éxito de su propia estrategia, Chile no tiene otra opción que profundizar su proyecto. Debe emprender una reforma social en serio, cuyo centro no sea exclusivamente poner más dinero en los sectores sociales atrasados, sino innovar decididamente en las políticas.



No puede construir ghettos a razón de 40 metros la unidad habitacional, que luego llama programas de vivienda social, pues está creando una costra urbana que transforma a esos barrios en el núcleo duro de la inseguridad, la discriminación y la marginalidad.



No puede tener un sector formal de trabajadores mineros que ganan treinta mil dólares al año y otro informal, que por hacer lo mismo y en las mismas minas, gana doce mil dólares al año. Eso es dumping social y afecta nuestro principal instrumento de juego global, Codelco.



Menos aún puede el país dilapidar un esfuerzo de ahorro colectivo, con tantas necesidades y oportunidades a la vista. Debe dar un salto al desarrollo y no transformase en un prestamista usurario de su propia población, viviendo como mendigo mientras guarda su dinero bajo el colchón, para épocas de escasez. La tendencia a la equidad puede haber sido suficiente para el ciclo que termina, pero hoy se requiere algo más de fondo para cosechar y administrar los frutos de una estrategia ya madura.



La pregunta que surge clara y cristalina es: ¿será capaz el actual gobierno de aprovechar lo que le queda de mandato para tomar las decisiones, construir los consensos y emprender las reformas que con urgencia se requieren?

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