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Espejismo energético


Instalar ante la opinión pública el proyecto hidroeléctrico de Endesa y Colbún en Aysén como salvavidas energético de Chile es crear un espejismo. Aunque sea maquillado comunicacionalmente reduciendo el área de inundación, éste igual implicaría la industrialización de la Patagonia chilena y la destrucción de su potencial productivo sustentable. Además, es bastante surrealista que se venda esta supuesta ‘reducción’ del proyecto cuando su modificación involucra la construcción de una central adicional en el río Pascua. De hecho, la cuenca de este río conserva altos niveles de pristinidad y tiene gran importancia en términos de biodiversidad, y, en particular, para la protección de nuestro emblemático Huemul.



La línea de transmisión que el proyecto necesita, con 2.300 kilómetros, sería la más larga del mundo e impactaría toda la zona centro sur del país, fragmentando ocho regiones entre Aysén y Santiago. Peor aún, una vez instalada esta vía unilateral entre la Patagonia y la Región Metropolitana, sin duda que la voracidad energética industrial alrededor de Santiago y de la minería al norte de la capital le succionaría implacablemente la vida a todos los magníficos ríos australes. Este esquema involucra una inaceptable inequidad interregional, una imposición más del centralismo que hoy ya no se puede justificar.



Basta con revisar los proyectos de generación de energía que se encuentran en carpeta, en distintas etapas de tramitación, para darse cuenta que existen otras iniciativas realmente sustentables y con mayor rentabilidad ambiental, social y económica para la Patagonia, el país y su gente. Estas alternativas renovables son soluciones inteligentes que podrían desarrollarse en base a la amplia gama de recursos que ofrece nuestro territorio, el agua de ríos, las dinámicas del mar, el viento, el sol y los volcanes, que sumados al uso eficiente de la energía, podrían dar respuesta a la demanda nacional. Uno de los severos impactos ocultos de estos mega-proyectos hidroeléctricos es que impiden el desarrollo de las alternativas social y ecológicamente sustentables. Si se le diera la pasada al proyecto de Endesa y Colbún éste coparía el mercado por seis años o más y retrasaría la implementación de numerosos proyectos mucho más beneficiosos para el país y que contribuirían a la diversificación, tanto de la matriz energética, como de las fuentes, que tan urgentemente necesitamos. Dejar que siga creciendo la tendencia monopólica en el sector y la dependencia en mega hidroelectricidad es ‘más de lo mismo’ que nos ha llevado a la negativa situación de desarrollo energético en Chile.



La discusión sobre este trascendental tema no puede darse solo entre el gobierno, la clase política y las empresas, sino involucrar en forma transparente a la ciudadanía en un proceso democrático sobre el desarrollo del país que queremos. Estamos en una encrucijada: ¿Un Chile co-optado por el sector privado que va contra las tendencias mundiales, incrementando monopolios, empobreciendo su matriz energética con un costo ambiental y social elevadísimo, o un Chile democrático e inteligente que se abre a diversificar los actores y las fuentes en el sector energético, y que sabiamente protege los últimos refugios de patrimonio natural de nuestro territorio?



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Juan Pablo Orrego, coordinador de la Campaña Patagonia Ríos Vivos de Ecosistemas

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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