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Subcontratación, negociación y equidad


Pese a que un puñado de las empresas más grandes del país ya han negociado este año con sus trabajadores subcontratados mejores condiciones salariales y laborales, sin afectar la productividad, el empleo y el crecimiento, los grandes gremios empresariales aún insisten en oponerse a tales negociaciones, argumentando que los trabajadores subcontratados no son dependientes de la empresa principal y que por ende se trata de negociaciones supra empresa, no previstas en la ley -dicen algunos- o prohibidas por ella -dicen otros-.



En realidad la negociación supra empresa sí está prevista en la ley y es totalmente válida. El Plan Laboral de José Piñera no la eliminó: la mantuvo bajo el eufemismo de negociación inter empresa: puede ser protagonizada por sindicatos de empresa, sindicatos inter empresa, Federaciones o Confederaciones y las empresas pueden legalmente negarse a tal negociación. Pero también la pueden aceptar.



El gremio empresarial afirma que las movilizaciones de los subcontratados son un asunto de orden público: los trabajadores presentan propuestas a la empresa mandante, ésta las rechaza y la fuerza pública debe reprimir las movilizaciones posteriores. Pero en realidad no es un asunto policial; es un tema de relaciones laborales que grandes empresas han enfrentado exitosamente. Algunas de ellas han esperado que sus subcontratados inicien movilizaciones para aceptar negociar o para proponer bases reales de acuerdo (Bosques Arauco y Codelco); otras han preferido negociar directamente, haciendo propuestas y debatiéndolas con sus subcontratados sin esperar a que estalle el conflicto (Aserraderos Arauco y Mininco). En ninguno de estos casos se ha violado la ley laboral.



La crítica más fuerte a las movilizaciones de subcontratados destaca la conflictividad y violencia de algunas de ellas, pero en realidad ha sido la resistencia empresarial a negociar la que ha subido la intensidad del conflicto: algunos subcontratados han debido movilizarse vigorosamente para lograr que sus empresas mandantes aceptaran negociar con ellos. La combinación de trabajadores que, sin movilizarse, no son tomados en cuenta, con grandes empresas que se niegan a negociar si no son presionadas, ha logrado incrementar el conflicto. Una negociación supra empresa no necesariamente es conflictiva.



Otro argumento reciente que critica las movilizaciones de los subcontratados lo expuso Eduardo Engel en La Tercera del Domingo 05 de agosto («Carta a los copropietarios de Codelco») y se refiere a las negociaciones de subcontratados con empresas públicas. Estas negociaciones -dice Engel- han mostrado que los trabajadores directos están sobre remunerados, arropados por dispositivos legales y sindicales que, como «aristocracia», les permite obtener salarios por sobre su productividad. Se trata de la aplicación de la tradicional visión ortodoxa del mercado de trabajo (Lindbeck y Snower) que distingue entre trabajadores protegidos por la tutela legal y sindical (insiders), que conforman grupos corporativos que impiden a los trabajadores desempleados o ajenos a ese núcleo protegido (outsiders) acceder a mejores condiciones de empleo. Para esta visión el sindicalismo y la ley laboral son inicuos e ineficientes: el mercado estaría mejor sin ellos.



En realidad, lo que Engel admite, tal vez sin quererlo, es que la subcontratación laboral en Chile opera en grandes empresas como Codelco como un instrumento para obtener la misma productividad y rendimiento laborales, pero con la mitad o un tercio del salario. ¿Porqué a los subcontratados se les paga menos si pueden ser tan productivos y eficientes como los directamente contratados? ¿Hay que subir o bajar los sueldos?



Engel dice que las empresas públicas pueden ahorrar en salario usando subcontratados para aumentar el patrimonio de su dueño, el Estado, y financiar así subsidios directos para apoyar, por ejemplo, a familias de trabajadores empobrecidos. Pero lo mismo pueden hacer las empresas privadas: obtener con la subcontratación más ganancia -al pagar salarios bajos a los subcontratados- pero sin ninguna transferencia social por ese ahorro ¿Qué gana el país permitiendo que grandes empresas subcontraten a bajo costo faenas de su giro principal?



Las consecuencias de la opinión de Engel son profundas. Para las empresas públicas usar subcontratados con bajos salarios sería una buena estrategia para financiar subsidios: la mejora de condiciones de vida de los trabajadores más postergados dependerá de la solidaridad de los trabajadores mejor pagados y del gasto público; los trabajadores empobrecidos deben estirar la mano al Estado y no pedir más sueldo a sus empleadores. Curioso. Para las empresas privadas, usar subcontratados con bajos sueldos será acumulación neta de ganancias, sin la carga de financiar transferencia social alguna. Peligroso.



Aún más, de la opinión de Engel se deriva que si la subcontratación puede garantizar productividad en cualquier puesto de trabajo con mucho menos salario, entonces deberían eliminarse las «aristocracias» de todos los trabajadores directos bajo la consigna de rebajar salarios: subcontratar las funciones de gobierno y las de gerentes y profesionales de las grandes empresas. También en las Universidades: emplear profesores por horas y a honorarios sale mucho más barato que contratar profesores «aristócratas» dueños de sus cátedras, contratados a jornada completa y con altos salarios. Si solo se trata de ahorrar salarios, para los liberales de derecha ,centro o izquierda, la subcontratación no tiene límites.







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Diego López. Abogado, Profesor de Derecho Universidad Alberto Hurtado.


  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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