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La insuficiencia de las redes estatales


El sistema acusatorio evidencia una fuerte transformación en el sistema penal al que estamos afectos y que es, en general, positivo. Tal vez una de sus mayores fortalezas es que reconoce a la víctima, figura que anteriormente pareció no importar. Además, acepta que está abordando un problema que no sólo es jurídico e intenta otorgar una solución integral. No sólo actúan abogados, lo hacen también otros profesionales, como psicólogos y trabajadores sociales, por ejemplo. Por esta razón, encontramos las URAVIT (Unidades de Atención a Víctimas), actuando dentro del Ministerio PúblicoÂ… en teoría.



Quien ha sido víctima de un delito ha sufrido la pérdida o el menoscabo en un valor que entendemos trascendental, esto es, la vida, la integridad física o la propiedad. El problema de las víctimas no se agota con una sanción penal, cuando ésta llega a existir.



Recordemos que el sistema penal imperante funciona bajo la premisa que sólo un 5% por ciento de las causas llegará a juicio oral. Si descontamos al total de los delitos que son denunciados (muchos no lo son), los que no se investigaron por el principio de oportunidad y que, en consecuencia, se archivaron, los delitos que tuvieron una salida alternativa, de la cual no queda constancia pública y otras cosillas más que, en general, no se dan a conocer a la población, por el evidente repudio que provocaría. No sería aventurado indicar que uno de cada mil delitos es sancionado penalmente, aún así, esto no significará que el delincuente sufra efectivamente el castigo, porque todavía podría quedar afecto a algún beneficio, que le implicará mantenerse en libertad.



Pero en la actualidad el dilema es mayor. Esto, porque la víctima, a diferencia de lo que ocurrió con el sistema penal anterior, es informada de cómo terminó el proceso. Además, como éstos tienen un tiempo de duración mucho menor, el afectado todavía no olvida lo ocurrido, ni se desgastó en tratar de saber el desenlace.



La solución pasa por las URAVIT. Sin embargo, si revisamos su operatividad pareciera ser que tratándose de delitos violentos, como violaciones, homicidios y robos con violencia, en el mejor de los casos, podrán los psicólogos contener a las víctimas, con mucha suerte podrán realizar una intervención en crisis, pero terapia no existe. Las redes estatales son altamente insuficientes para estos efectos.



Si examinamos el sistema penitenciario, las cárceles concesionadas también han representado un avance, pero esto vale sólo para quienes tengamos fe en la rehabilitación, para quienes pensamos que es posible re-socializar a un delincuente habitual, pues si sólo uno se rehabilita, se habrán salvado muchas personas de ser calificadas como víctimas.



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María Sandra Pinto, directora de la Clínica Jurídica de la Universidad Central

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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