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Basura en Chile: una catástrofe silenciosa


Un problema latente, que puede llegar a niveles de impacto medioambiental de proporciones, es la basura que genera actualmente nuestra sociedad. En esto, todos somos responsables: las autoridades municipales, que se deben hacer cargo de la recolección, transporte y disposición final de los residuos; el gobierno, que ha delegado en particulares muchas de las actividades de ejecución y que hoy, dada las circunstancias, debe tomar un rol regulador y fiscalizador importante en este contexto; el sector comercio y los particulares, con una correcta deposición de sus residuos; y la industria, que debe dar un trato riguroso a este tema.



Como podemos apreciar, en mayor o menor grado todos los ciudadanos de este país tenemos algo que decir. Sin embargo, preocupa ver que, aunque el problema existe, los actores tienen un cierto grado de miopía para enfrentar este tema, que es tremendamente relevante si queremos entregar con orgullo a las futuras generaciones un país con vista al mar, con buena calidad de vida, con especies de flora y fauna silvestres autóctonas, orgullos de nuestra nación, es decir, un gran proyecto de vida sustentable para las futuras generaciones.

¿Y cómo cooperar, más allá de los aspectos técnicos? Siento que se debe emprender una campaña para volver a cada uno de los ciudadanos activos preservadores de nuestro patrimonio nacional.



Con tristeza hemos sido testigos, a través de los medios de comunicación, que ciertas industrias no han llevado un control riguroso de sus residuos y han producido daños ecológicos de proporciones en la naturaleza; también sabemos que nuestras ciudades no se caracterizan por la limpieza de sus calles, parques, jardines y obras de infraestructura en general. Recordemos que existen naciones asiáticas en donde incluso se penaliza al que bota un papel en la calle o en lugares públicos.



Con el auge experimentado por la construcción, a diario circulan grandes camiones por las autopistas, transportando suelo vegetal extraído de lugares donde se esta construyendo, y, aunque van con carpa, se aprecia visiblemente que algunos botan material fino al pavimento; luego, con la circulación de los vehículos a gran velocidad por las autopistas, se incrementa el material particulado en suspensión, deteriorando aun más los niveles de contaminación medioambiental.



A eso se suma que hoy grupos de vecinos se ven obligados a movilizarse, para defender sitios eriazos que otros inescrupulosos utilizan como vertederos de basura y escombros, generándose un sector desamparado, que atrae moscas, insectos y roedores.



Sólo las municipalidades más pudientes tienen este problema medianamente acotado; sin embargo, falta claramente un ente planificador y controlador a nivel nacional; a lo que se añade la falta de especialistas que se dediquen seriamente al problema en cuestión.



El gobierno debe realizar un programa, a todo nivel, para instalar una cultura del reciclaje de la basura, lo que traería enormes retornos a nuestra economía. En ese contexto, hay que destacar iniciativas como la del punto limpio, impulsada por algunas municipalidad, para que los vecinos llevan sus desechos, los que posteriormente son reciclados; o la de los supermercados, que colocan puntos de recolección de vidrios, papeles y cartones, plásticos, etc. Lo mismo hace Universidad de Las Américas, a través de su Programa de Reciclaje, inserto en la Política Ambiental de la Institución. Las empresas y colegios, a lo largo del país, debieran adoptar estos criterios de reciclaje de basura, en apoyo de organizaciones de beneficencia.



Nuestro país se merece, en el marco de este problema, de una atención más esmerada, avalada por especialistas y con mirada de largo plazo, sólo así tendremos un ambiente limpio y sano para vivir.



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Eliseo Herrera Núñez. Director Escuela de Construcción. Universidad de Las Américas

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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