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Preocupaciones y desafíos de la educación


Los ámbitos en que se discuta, las convicciones y finalmente lo que se logre en materia educativa serán clave para avanzar en la tan anhelada calidad. Sin duda, e independiente a las posiciones sobre la materia, es innegable que Chile tiene hoy una gran oportunidad para instalar en la mesa de debate los temas y preocupaciones existentes.



Los ámbitos de la educación nos obligan a mirar más allá del espacio escuela. Sin duda que una familia comprometida con los procesos de aprendizajes de sus hijos, será clave para la motivación, preocupación y disciplina necesaria para aproximarse al mundo del conocimiento.



Las exigencias de una familia deben asegurar, más que una preocupación por el adiestramiento para la obtención de buenas evaluaciones, por cierto necesaria, que los niños y jóvenes accedan al mundo de la cultura siendo testigos de diversas expresiones que les desarrolle la sensibilidad y que conozcan a hombres, mujeres y procesos que han sido clave en la vida de sociedades como las nuestra. Debemos lograr que en una mesa de conversación los niños y jóvenes discutan de cine, literatura, política, entreguen su opinión sobre cómo esta el mundo, cuestiones y defiendan sus ideas, pongan en tela de juicio a las generaciones que les anteceden y señalen sus opciones sin que en ello consideren haber concluido algo. Esto les permitirá aproximarse a experiencias enriquecedoras, las que en su relación con nuevos conocimientos será lo que finalmente les permitirá la obtención de aprendizajes significativos.



Promover el asombro en el proceso de aprendizaje desde la más temprana edad será lo que hará de la educación un proceso de curiosidad por el conocimiento y ello, por sí solo, nos asegurará que conocer, aprender, asociar, establecer, reflexionar y concluir, sea una práctica cotidiana y no forzada.



Las instancias socializadoras por excelencia de décadas atrás ya no son tan claras, esto obliga a repensar los espacios e instrumentos con lo que hoy se aprende, y en este sentido las familias son, más que un espacio formal, una oportunidad.



De igual formas las convicciones que muevan las discusiones serán determinantes para lograr proyectos de ley que faciliten aproximarse a una educación de mejores estándares. Si estamos o no convencidos de que acceder a una educación de calidad se sustenta en que todos cuentan con potenciar para desarrollar diversas capacidades y por ende para optar por una u otra disciplina sin que en ello exista una mirada discriminadora, permitirá el equilibrio en el desarrollo del conocimiento. Por eso no da lo mismo una u otra posición desde donde se discute el fenómeno educativo. Ni siquiera por la tan anhelada idea política de los consensos, se llega a éstos cuando se ha entregado todo para convencer al otro sobre lo que es mejor, y tendrá el otro, entonces, la oportunidad de haber comprendido algo nuevo.



Finalmente, lo que resulte como ley para la educación nos dirá si estamos respondiendo a los desafíos para mejorar lo existente, pero fundamentalmente para construir una sociedad del conocimiento en donde sea un placer participar de ella. Si no existe agrado por el acto de aprender no lo lograremos.



Y esto nos obliga a pensar, más que en los recursos, la institucionalidad, la gestión y la formación docente, en el hombre que queremos formar, el paradigma desde donde Chile se parará para formar a futuras generaciones. En esto no puede existir contradicción; si formamos desde el constructivismo no podemos evaluar desde el positivismo.



Si queremos fortalecer la democracia no podemos ser autoritarios, si queremos hombres y mujeres reflexivos sobre sus actos y respetuosos por la diversidad, no podemos negar formar en todo los ámbitos del desarrollo humano, no podemos aceptar supremacía de unos sobre otros en materias valóricas. La libertad es un eje insustituible en materia del desarrollo y aproximación al conocimiento.



*Periodista y estudiante de magíster en educación

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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