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Fracturas en la Alianza


La disputa pública entre los senadores Andrés Allamand (RN) y Pablo Longueira (UDI) por la paternidad de un proyecto de ley demostró el gran impacto que pueden tener las decisiones de los parlamentarios, afectando incluso el escenario presidencial. El abanderado de RN, Sebastián Piñera, es notificado que las decisiones se adoptan no sólo en sus oficinas en la empresa Lan y en la Fundación Futuro, sino también en el Senado.



El conflicto es relevante de analizar, porque son dos destacados políticos de oposición. Allamand fue fundador de RN, presidente del partido y su principal figura hasta su derrota senatorial en 1997 ante el candidato de la UDI.



Longueira fue el timonel de la UDI más exitoso después de Jaime Guzmán: su candidato presidencial, Joaquín Lavín, estuvo a escasos 31 mil votos de derrotar a Ricardo Lagos en 1999 y convirtió al gremialismo en el principal partido de Chile en las elecciones parlamentarias de 2001.



Sin embargo, cada uno se dejó llevar por la ansiedad cuando estuvieron en la altura, tropezando en cuestiones que un político con sentido del tiempo y la historia no habría cometido.



El incidente entre ambos ocurre ahora en un escenario de debilidad de los partidos que explica su trascendencia. Los partidos no tienen organismos decisorios con autoridad para resolver sus diferencias internas. Además, los partidos han quitado espacio a la influencia de las ideas en sus decisiones, concentrándose en el día a día. Las diferencias que distinguen a los partidos son más históricas y de ahí que las disputas personales tienen enorme repercusión.



La debilidad de los partidos repercute en la selección de los candidatos. Los postulantes a cargos de elección popular buscan su nominación en la opinión pública, porque desconfían del carácter democrático de sus organismos decisorios. El uso de las encuestas como instrumento de legitimación de las postulaciones favorece esta práctica, que debilita aún más a los partidos. La nominación de Michelle Bachelet por el PS y el PPD en 2005 fue el ejemplo más reciente de esta práctica.



El conflicto también debe situarse en una perspectiva histórica, constituida por los esfuerzos hechos por cada uno de los partidos por imponer su hegemonía en el sector. Inicialmente, fue Allamand el que se empeñó en lograr esa posición dominante para RN. Estaba convencido de que la vinculación de la UDI con el régimen militar le costaría caro. Se equivocó, porque los partidarios de Pinochet retribuyeron en votos la lealtad del gremialismo en esos años. Después, Longueira impulsó similar política cuando era timonel de la UDI, apoyándose en el enorme atractivo de Lavín en la población. Este apoyó activamente las candidaturas del partido en las municipales del 2000 y en las parlamentarias del 2001.



Nuevamente Allamand busca esa hegemonía, con la ventaja de tener una figura presidencial atractiva. Este conflicto es un regalo a la Concertación, porque la UDI puede retrucar que más le conviene seguir en la oposición que con una presidencia de Piñera. Este incidente pone un manto de duda sobre la fortaleza de la Alianza para los comicios de 2009.



*Director ejecutivo de la Corporación CERC y profesor del Instituto de Estudios Internacionales de la Universidad de Chile

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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