Publicidad

Chile en el Consejo de DDHH de las Naciones Unidas


El Consejo de las Naciones Unidas que Chile aspira a integrar se rige por la Declaración Universal de los Derechos Humanos. Esta declaración se basa en la idea cosmopolita de una jurisdicción universal que, pasando por sobre la soberanía estatal, establece una esfera legal donde los individuos son portadores de derechos inalienables que se les reconocen no en razón de su particular filiación étnica, creencia religiosa o ciudadanía nacional sino por su condición de miembros de una única especie humana.



La implementación de esa jurisdicción universal es aún incipiente. En realidad, ningún estado moderno pasaría su prueba de blancura: ni los imperios europeos de épocas pasadas, ni las dictaduras africanas, latinoamericanas y asiáticas del siglo XX, ni los Estados Unidos del nuevo milenio. Pero como el pasado condena a todos los estados por igual, pienso que podríamos exigir a los estados que pretenden integrar un consejo que hará las veces de conciencia moral de la humanidad a tomar la iniciativa y tener un comportamiento vanguardista en lo que respecta a la realización efectiva de los derechos humanos en el futuro. Es decir, los estados que aspiren a integrar dignamente ese consejo habrían de comprometerse a realizar acciones en favor de la jurisdicción universal en que se funda la Declaración Universal de los Derechos Humanos. En el caso del Estado de Chile, además de los temas pendientes sobre violaciones de derechos humanos de chilenos en contra de chilenos, eso significaría dar pasos concretos en relación a los siguientes cuatro asuntos.



1. Reconocimiento a la pretensión boliviana de una salida al mar soberana. Llegó la hora de abandonar formulaciones anticuadas y vacías como la ‘intangibilidad de los tratados internacionales’ y aceptar que la demanda boliviana por una salida soberana al mar no es más que una demanda justa frente a territorios que se conquistaron por la fuerza. Y que 1, 5 o 10 kilómetros de costa no comprometen en nada a un país que tiene más de 3000.



2. Ratificación de la Corte Penal Internacional. El Estado de Chile se comprometió el año 2002 ha aceptar la legitimidad de la Corte para ser juez de última instancia, en crímenes tan graves como genocidio, crímenes de guerra y crímenes contra la humanidad, que sean cometidos en Chile o por chilenos. Pero es entendible que a la elite política que cerró filas para traer a Pinochet de vuelta al país le cueste cumplir su palabra y ratificar definitivamente la jurisdicción de una corte como ésta.



3. Aseguramiento del trato digno a los migrantes. La forma en que el Estado de Chile trata hoy a muchos de los extranjeros que residen en el país, cuando se trata de la renovación de sus permisos de estadía, o en el acceso a salud y educación para los hijos de esos migrantes, expresa el poco compromiso con un tema por el que se paga un bajísimo costo político interno y que puede usarse de manera abiertamente chauvinista.



4. Creación de la defensoría del pueblo. Un Estado que espera defender los derechos humanos en el mundo debe contar con una instancia que castigue las desigualdades en el trato hacia sus propios ciudadanos. Esta defensoría debiera además garantizar un trato no discriminatorio a los grupos que de hecho conviven en él, avanzando así en temas como el reconocimiento constitucional de los pueblos originarios, la igualdad de las religiones frente al estado y los derechos de las minorías sexuales.



Los orígenes de la Declaración Universal de los Derechos Humanos de la ONU pueden encontrarse en la tradición de pensamiento cosmopolita que se remonta a la Grecia clásica y, en su versión moderna, al filósofo Immanuel Kant. Todo indica que Chile logrará el preciado asiento en el Consejo de los Derechos Humanos de la ONU, pero la dignidad con que Chile haga suyos los principios de esa tradición dependerá, más bien, de las acciones efectivas que tome para la defensa de los derechos humanos que el consejo se propone promover.



__________



Daniel Chernilo. Director del Doctorado en Sociología de la Universidad Alberto Hurtado y autor del libro A Social Theory of the Nation-State.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
Publicidad

Tendencias