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Delincuencia y política (I)


La actual implosión política que se expresa eventual y recurrentemente, entre otras cosas, como explosión social, tal cual aconteció en el reciente paro de los mineros subcontratados, la movilización de la CUT o la conmemoración del pasado 11 de septiembre (1), intenta ser mediáticamente contenida con el adelantamiento de la campaña presidencial, argumentando algunos políticos y opinólogos, caballeros todos, que aquello es necesario ante la carencia de liderazgo y autoridad de la Presidenta de la República.



Ahora bien, la característica simbólica central de la implosión política es la carencia de propuestas políticas, en nuestro caso tanto de la Concertación como de la Alianza, que a grandes rasgos no tienen nada nuevo que proponer ni sobre las reglas del quehacer político, el régimen político en lenguaje experto o el «rayado de cancha» en buen chileno, ni sobre el proyecto de desarrollo nacional. Como es sabido la derecha tiene constitucionalmente garantizado que mientras tenga un tercio del electorado controlará la mitad del poder, gracias a lo cual ya casi tiene el respaldo de la mitad del electorado, y por lo mismo la Concertación nunca sufrirá una derrota definitiva ya que desde la oposición siempre controlará la mitad del poder. En cuanto al proyecto nacional muchos hablan de la crisis del bicentenario de igual manera que hace cien años se habló de la crisis del centenario.



El Gobierno de la Presidenta Bachelet se la ha jugado por un proyecto nacional de protección social cuyos componente centrales son la reforma de la salud, la reforma educativa y la reforma previsional. Pero ese proyecto siempre quedará trunco si no hay un profundo cambio en la redistribución del ingreso nacional, ya que actualmente los más ricos tienen ingresos treinta veces superiores a los más pobres del país, teniendo el triste privilegio de estar entre los top ten de las peores distribuciones del ingreso del planeta, lo cual solo puede ser resuelto por una profunda reforma tributaria y con un rol del Estado en la economía nacional de tal envergadura que le permita apropiarse de un aparte sustancial del ingreso nacional que complemente sus ingresos tributarios.



Pero, como sabemos esos temas son demasiado controversiales como para ponerlos en la agenda del debate político, como lo ha afirmado un ex candidato presidencial es preferible y necesario hacerse cargo de los «problemas reales y concretos» que tiene la gente, dado que la manipulada opinión pública ha puesto a la seguridad ciudadana y la seguridad pública como su primera preocupación y principal temor, además, debido a que es parte integral de la política nacional de protección social, por cierto que esos serán los principales temas de debate electoral municipal próximo, pero principalmente para compaña presidencial tan necesaria ahora a toda la clase política (2).



Pues bien, delincuencia y política es y será el debate nacional que se viene, el terrible homicidio del cabo Cristian Vera ha marcado la agenda de delincuencial y ha puesto a los cuatro principales candidatos presidenciales en sus partidores. Esto exige una revisión de los más importantes antecedentes disponibles sobre el tema, a saber: determinar si la delincuencia ha aumentado o no, cual es el impacto real de los delitos graves en nuestra sociedad y examinar la supuesta relación que habría entre el uso de drogas y las conductas delictivas.



En el campo de la seguridad ciudadana, lo primero es determinar si la delincuencia realmente ha aumentado como se grita a los cuatro vientos, pues bien, es cierto que los distintos indicadores señalan que esta ha tenido un constante crecimiento desde 1977 medido en el número de denuncias, número de detenidos, de personas puestas a disposición de los tribunales, de sancionados por los magistrados y de condenados cumpliendo penas privativas de libertad en las cárceles del país. No obstante, desde el año 2003 las encuestas de victimización de hogares, que es el mejor instrumento para saber cual es el impacto real de las conductas delictivas en la población, señalan que esos hechos han disminuido.



Así la III Encuesta Nacional Urbana de Seguridad Ciudadana de 2007 señala que desde el 2003 el número de hogares con personas victimizadas por algún delito disminuyó en un 11%, del 43% al 38,3% en 2005 y se mantuvo en un 38,4% para el año 2007. Por su parte, la Fundación Paz Ciudadana en el índice que elabora con la empresa Adimark GfK, arranca en el año 2000 señalando que el 30.8% de los hogares padecieron algún delito para llegar a una cúspide de 40.8% en 2003, por debajo de la información recogida por el INE, para mantenerse alrededor del 37% desde el año 2004 al 2006, con un breve salto a 41.7% en el segundo semestre del 2006 y se estabiliza en 38.3% en el primer semestre del 2007 llegando al mismo indicador de victimización en los hogares que el estudio del INE. Entonces tenemos que según los estudios sobre victimización de las dos instituciones referidas la delincuencia ha disminuido y se ha estabilizado en los últimos cuatro años.



Que esa experiencia objetiva de la población consultada, mediante la cual informa una disminución de la delincuencia, sea contradictoria con la percepción subjetiva que ella tiene y le hacen sentir que los hechos delictivos están en crecimiento es, a no dudarlo, el más importante fenómeno del problema de la delincuencia en nuestra sociedad, su estudio y esclarecimiento es un componente clave e ineludible para diseñar e implementar una nueva política de seguridad ciudadana y seguridad pública.



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1) Ver la columna «Implosión Política y Explosión Social» en El Mostrador.cl del 27 de septiembre del 2006.
2) Por lo demás, los candidatos a ediles y concejales ¿con qué candidato presidencial se va a tomar la foto para su campaña?




*Ibán de Rementería. Corporación Ciudadanía y Justicia

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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