Nada justifica la violencia en ninguna de sus magnitudes, menos los femicidios. Somos una sociedad que avanza, que se desarrolla, que vive en democracia, sin embargo, las muertes por razones de género son -hasta la fecha- incompresibles. Pongo el acento en lo incompresible, porque aún cuesta creer que vivamos en un país tan machista, tan temerosa para las mujeres golpeadas y con tanta ineficacia judicial que las resguarde.
Me sorprende ver como algunos medios de comunicación enfatizan el problema en las más de 7 mil denuncias de hombres agredidos, victimizándolos. Eso no es posible sin un motivo que medie por delante; el maltrato permanente que hombres ofrecen a las mujeres, parejas, novias, pololas, amigas, y los abusos sexuales que también se cometen como acto de violencia.
Suena fácil decir que todo se ha enfocado en el maltrato o los femicidios ocurridos durante el 2007, casi 50; que la mayoría de las campañas, centros de acogidas están enfocados a mujeres y que por lo tanto los hombres quedan desamparados cuando sufren agresión.
Esa afirmación a lo menos me parece aberrante, si son pocas las mujeres, siendo éstas la mitad de la población nacional, que se atreven a denunciar, a defenderse, a no acallar y muchas veces por qué no a golpear como un mecanismo de defensa.
No victimicemos a los hombres, haciéndoles un flaco favor. Ninguna cifra se compara con la muerte de mujeres por razones de género y una legislación tan precaria como la existente. La experiencia comparada con otros países nos muestra cifras altas de violencia y femicidios, pero también de defensa y eso redunda en que si te defiendes más te golpean o simplemente te matan.
En España, a raíz de todo lo ocurrido en distintos países del mundo se creo el Movimiento Agrupación de Mujeres Violentas, jugando con el término de la violencia en sí, ¿por qué? Porque era la única forma de llamar la atención, eran expuestas en cámara con sus parejas mostrando como ellos sin vergüenza alguna las golpeaban frente a miles de espectadores. Muchas mujeres denunciaron lo hemos dicho y los jueces no escucharon, queremos que la historia que vivimos en Chile no se repita en ningún otro país; aunque esto sea mucho pedir.
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Fabiola Gutiérrez, periodista Corporación Humanas
